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Nacimiento:384 a.C.en EstagiraMuerte:322 a.C.en Eubea

Filósofo y naturalista griego, discípulo crítico de Platón. Fundó el Liceo y fue preceptor de Alejandro Magno. La suya es la primera gran sistemática del saber filosófico. Trata específicamente de cuestiones como la ética, la lógica, la política, la psicología, la física o la metafísica. Su perspectiva y método son eminentemente naturalistas, si bien otorga una preeminencia a la capacidad intelectual del alma. El alma, como tal, no era para él inmortal y no hay unanimidad en saber si para Aristóteles una de sus funciones (el intelecto agente) puede considerarse imperecedero. Su obra fue la principal referencia de la filosofía occidental, judía y árabe de la primera Edad Media, sobre todo en lo que concierne a la ética y a la metafísica. Todavía hoy día su teoría de las virtudes es asumida por muchos filósofos.

Equipo Encyclopaedia Herder

(En griego Ἀριστοτέλης)

Biografía, contexto y obras

Filósofo griego, el de mayor importancia junto con Platón, en toda la historia de la filosofía; nacido en la ciudad jonia de Estagira (la actual Stavro), en la península Calcídica, de donde le viene el apelativo de «Estagirita», fue hijo de Nicómaco, médico de Amintas, rey de Macedonia. El hecho de ser macedonio y pertenecer a una familia vinculada a la casa real, explica que fuera nombrado por Filipo II preceptor de Alejandro Magno y que, con ocasión de los movimientos secesionistas de Atenas, tuviera que huir por dos veces de esta ciudad. Vivió su infancia en Pela y, muertos sus padres, pasó a Atarneo, con su tutor, Próxeno, quien le envió a Atenas para que completara allí su educación. En el año 367/366 a.C. ingresa Aristóteles, a los 17 años, en la Academia de Platón, desechando la escuela del sofista Isócrates. El ingreso de Aristóteles en la Academia platónica, provisionalmente presidida por el matemático Eudoxo de Cnido, creador del modelo astronómico de las esferas concéntricas, coincide con la época -y este hecho debe considerarse totalmente trascendental para su filosofía- en que Platón, que tenía ya entonces 60 años, se hallaba en Sicilia, en su segundo y de nuevo desafortunado viaje a Siracusa, del que no regresa hasta el 364 a.C; es, pues, el momento en que en el pensamiento platónico comienza el período -«abstracto y metodológico», según Jaeger-, de crítica a la teoría de las ideas (representado, sobre todo, por los diálogos Teeteto, Sofista, Político, Parménides y Filebo). Aristóteles permanece en la Academia 20 años, hasta la muerte de Platón.

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Las obras que se conocen de Aristóteles pertenecientes a estos años hacen suponer un período de fidelidad inicial a las ideas platónicas con cierta actitud de revisión de la teoría de las ideas, que debía ser la de la Academia: Grilo, Eudemo, Protréptico, Sobre las ideas y Sobre el bien son obras de juventud, al estilo de los diálogos platónicos, y pueden llamarse obras exotéricas, o de divulgación, a diferencia de las esotéricas, que configuran el cuerpo de obras aristotélicas posteriores.

Conocido como «la mente», por su capacidad, y también como «el lector» por su afición a la lectura, que practicaba directamente sin la ayuda del esclavo lector como era costumbre, y muy posiblemente el miembro más destacado de la Academia, no pasa a dirigirla a la muerte de Platón, y se nombra en su lugar a Espeusipo. Debido a la frustración por este nombramiento, para huir del peligro -Filipo de Macedonia había iniciado ya la conquista de Grecia y todo macedonio era mal visto en Atenas-, o convencido Aristóteles de que la nueva dirección no iba a mantener el espíritu platónico, acompañado de Jenócrates, uno de los componentes con mayor fama de la Academia, deja Atenas y la Academia, y se dirige, destruida ya Estagira por el rey macedonio, a Atarneo, en Asia Menor, donde le acoge Hermias, señor de aquella ciudad y amigo de su familia. Junto con Erasto y Corisco, ambos de Escepsis, citados por Platón en su carta sexta como antiguos alumnos de la Academia, y posteriormente Teofrasto de Ereso, funda en Asos una escuela semejante a la de Atenas, y permanece en aquella región del 347 a.C al 345 a.C. Pasa luego a Mitilene, en la isla de Lesbos, donde funda otra escuela similar, y allí se dedica a estudios y observaciones de ciencias naturales hasta el 342 a.C, fecha en que Filipo de Macedonia le nombra tutor de su hijo Alejandro, de 13 años de edad. Posiblemente por esta época escribe o comienza la redacción de algunas de sus obras sobre la naturaleza, como por ejemplo Sobre las partes de los animales, y muy posiblemente también data de esta época De la filosofía, obra muy conocida entre los antiguos, y que Jaeger denomina «manifiesto» sobre la filosofía y crítica a la teoría de las ideas de Platón.


Alejandro Magno

En el 342 a.C Aristóteles marcha a Pela, con Pitias, hermana o sobrina de Hermias, con quien había contraído matrimonio en Atarneo, y pronto tiene conocimiento de la muerte de su amigo Hermias, aliado de Filipo y apresado a traición por los persas; a él dedica un epigrama escrito sobre su cenotafio, que más tarde será utilizado en su contra. En el 340 a.C, nombrado Alejandro regente a los 16 años de edad, por la ausencia de Filipo dedicado a la campaña emprendida contra Bizancio, Aristóteles deja su labor como preceptor, pero obtiene de Alejandro la reconstrucción de Estagira, su ciudad natal, donde se instala hasta el 335 a.C. En el 336 a.C, apuñalado el rey Filipo por uno de sus mismos guardaespaldas el día de la boda de su hija y la vigilia del comienzo de la gran campaña contra Persia, le sucede Alejandro (336-323 a.C) quien, tras marchar sobre toda Grecia y dominarla, la une a su ataque contra Persia. Aristóteles le dedica su tratado Sobre la monarquía.

La fundación del Liceo

Aristóteles regresa a Atenas el 335 a.C, a los 50 años de edad y a los 13 de haber salido de ella, e inicia la tercera fase de su vida fundando su propia escuela, el Liceo, que no destinará, como la Academia, a la investigación de la matemática y la dialéctica, sino a unas investigaciones de carácter más amplio relacionadas con la ciencia de la naturaleza. Como meteco que es, no puede adquirir terrenos y se instala en un pórtico largo de un gimnasio público, fuera de las murallas, junto a un santuario dedicado a Apolo Licio (Apóllon Lýkeion). El nombre en griego de pórtico, perípatos, por un lado, y el del héroe del santuario, por otro, ha dado origen a las dos denominaciones con que históricamente se conoce a la escuela de Aristóteles: el Liceo y el Perípato. Permaneció al frente de su Escuela hasta la muerte de Alejandro Magno, ocurrida a sus 32 años, mientras esperaba conquistar Arabia. Tras la muerte del rey macedón, se desató en Atenas una auténtica persecución contra todo sospechoso de haber pertenecido al bando de los que querían una Grecia unida y dominada por Macedonia. Aristóteles, tradicional amigo de la corte macedónica, fue visto por los partidarios de Demóstenes como uno de ellos; acusado de impiedad (asébeia) por el himno funerario compuesto en honor de Hermias y privado de la protección del regente Antípatros, que había acudido a reunirse con Alejandro, se ve obligado a marchar de Atenas. Se refugia en Calcis, en las posesiones heredadas de su madre, y muere al cabo de unos meses, en plena madurez de sus 62 años, de una enfermedad del estómago.

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Fue por un tiempo costumbre general entre los historiadores sostener que el Estagirita redactó sus obras más importantes, el conjunto de las llamadas esotéricas, durante el período de su vida transcurrido en el Liceo. Las investigaciones de Werner Jaeger (1888-1961), expuestas en Aristóteles. Bases para la historia de su desarrollo intelectual (1923) (ver cita), intentaron demostrar que las llamadas obras de Escuela de Aristóteles no fueron compuestas en los últimos 12 años de Liceo, sino que el conjunto del Corpus aristotélico está sujeto al devenir de una composición llevada a cabo a través de los años en diversas fases sin homogeneizar: los años de juventud en la Academia, los años intermedios de viajes en Asia Menor y Macedonia, y los años de madurez en el Liceo; tesis, por lo demás, sólo parcialmente admitida en la actualidad.

A la muerte de Aristóteles, le sucedió en la dirección del Liceo Teofrasto de Ereso, su discípulo preferido. Teofrasto dirigió la Escuela hasta 288/284 a.C, orientando sus investigaciones todavía más hacia la naturaleza y el conocimiento empírico. Con la muerte de Aristóteles se inició un sucesivo deterioro del Liceo, que sólo renació de algún modo con Andrónico de Rodas. Una de las causas de esta crisis puede atribuirse al hecho de que al morir Teofrasto, quien también había heredado la importante biblioteca de Aristóteles, legó ésta a Neleo de Escepsis, hijo de Corisco. Éste se llevó la biblioteca al Asia Menor y la traspasó a sus herederos, que, no teniendo demasiado interés en ella, la ocultaron en una bodega para que no cayera en manos de los Atálidas, que iban en busca de tesoros y libros para la capital, Pérgamo. Apelicón, bibliófilo, los compró y llevó a Atenas, donde fueron confiscados por Sila y trasladados a Roma (86 a.C.). Andrónico de Rodas, el undécimo director del Liceo, interesado en recuperar los libros de Aristóteles, se trasladó a Roma, entró en contacto con el gramático Tirannión, que los revisaba, y entre los años 40-20 a.C. ordenó y publicó las obras de Aristóteles, que desde entonces se conocen con el nombre de corpus aristotelicum (ver la lista de las obras).

El conjunto de las obras auténticas de Aristóteles suele dividirse en grupos que recuerdan su clasificación de las ciencias.

El Organon, que aunque no es ciencia es un instrumento para todas ellas -la lógica, nombre que Aristóteles no usó-, comprende las Categorías (estudio de los términos fundamentales), la Interpretación (estudio del enunciado o proposición), los Analíticos primeros y segundos (estudio del silogismo formal y de la demostración científica, respectivamente), los Tópicos (estudio del silogismo probable para salir al paso de cualquier problema) y las Refutaciones sofísticas (tratado de los sofismas).

El segundo grupo lo constituyen los libros sobre la naturaleza: Física (sobre movimiento y cambio en general), Sobre el cielo (cosmología y astronomía), Sobre la generación y la corrupción (sobre las cuatro cualidades fundamentales de la materia)y Meteorológico (estudio de los fenómenos del cielo). Se incluye en este grupo la psicología y la biología: Sobre el alma (historia o investigación sobre el alma, principio vital), Parva naturalia (pequeños tratados sobre psicología y biología), Historia de los animales (investigaciones zoológicas, considerada una de sus obras maestras), Las partes de los animales, El movimiento de los animales y La generación de los animales.

Tras los libros físicos, los metafísicos, esto es, los 14 libros de la Metafísica, nombre cuyo origen se atribuye al hecho de haberlos situado Andrónico de Rodas detrás de los libros de física: metá tà physikà (después de los libros de física). Parece que fue Simplicio, neoplatónico del s. VI d.C., el primero en aplicar este nombre al contenido de estos libros.

La filosofía práctica se compone de libros que tratan de ética y política: Ética a Nicómaco (la más importante, dedicada a su hijo Nicómaco), Ética mayor (breve y quizá espuria) y la Ética a Eudemo (platónica, y posiblemente espuria). Los 10 libros de la Ética nicomáquea remiten a la Política, obra en que, desde una perspectiva más empírica que ideal, Aristóteles estudia el régimen político, o el gobierno de la ciudad, ámbito donde se desarrolla la ética.

El grupo de las ciencias poyéticas o productivas comprende libros de retórica y poesía: la Retórica, (cómo convencer con el discurso), y la Poética (cómo hacer una obra de arte), donde el arte es mímesis, imitación de la naturaleza.

Añádanse a estas obras las escritas en su juventud, en la Academia platónica, ya mencionadas: Grilos y Eudemos, y Protréptico o exhortación a la filosofía. Aristóteles compiló, además, hasta 158 constituciones de ciudades-estado griegas; de las que se conserva la Constitución de Atenas (fragmentos).

Pese a la importancia e influencia de la interpretación que W. Jaeger (1923) hace del corpus aristotelicum, se sostiene en la actualidad que, aun siendo verdad que debe tenerse en cuenta una evolución a través de las épocas del pensamiento de Aristóteles -vida en la Academia, años de viajes y fundación y permanencia en el Liceo-, su obra posee suficiente unidad y homogeneidad como para poder hablar de un sistema y una filosofía aristotélicos.

La filosofía de Aristóteles

La crítica a la teoría platónica de les ideas y la división de las ciencias

La filosofía de Aristóteles se presenta, casi desde el primer momento, como una crítica sistemática a la teoría de las ideas platónicas (ver texto ) y un intento de sustituir la visión idealista platónica por una especulación de signo realista basada en el sentido común y la experiencia. Su división y estructuración del saber, que influirá durante siglos, es ya sintomática: el saber es múltiple y no se funda en principios únicos; no existe una sola ciencia dialéctica (como en Platón), sino que cada campo del saber tiene sus propios principios (ver texto )

Todo conocimiento (episteme) es, según Aristóteles, «práctico (episteme praktiké ) , productivo (episteme poietiké) o teórico (episteme theoretiké)» (Metafísica, 1025b). El saber productivo es la técnica de saber hacer cosas, como el arte, la agricultura, la retórica y la poética. El práctico es el saber que mejora la conducta humana: la ética y la política. El teórico no tiene otro objeto que la búsqueda de la verdad, en uno mismo y en las cosas. Esta triple división permite una muy razonable clasificación de las distintas ciencias: lógica, física, psicología, biología, política, ética, etc., y ante todo la filosofía primera, la posteriormente llamada metafísica, creada por Aristóteles y que pretende ser un tipo especial de saber, cuyas vicisitudes llenarán de forma intensa la historia cultural de occidente.

División aristotélica de las ciencias

Al saber -del que dice Aristóteles que «todos los hombres por naturaleza desean saber» (Metafísica, 980a)-, en su forma de conocimiento teórico, lo llama ciencia (ver cita). Tres son las ciencias teóricas: la matemática, la ciencia de la naturaleza y la filosofía primera. A esta última atribuye como objeto propio el estudio de las sustancias separadas e inmutables; a la física incumbe el estudio de los objetos separados, pero sujetos a movimiento y cambio, y a la matemática los objetos sólo separables de la materia por abstracción, pero no sujetos a movimiento y cambio. Y este triple objeto de estudio indica que lo que se llama realidad lo es en diversos sentidos. A la filosofía primera la considera ciencia divina, teología, y la define como «ciencia del ser en cuanto ser», porque se interesa sólo por un único aspecto de las cosas: en cuanto son o existen. De la matemática se ocupa poco Aristóteles (lo hacía la Academia de Platón), pero de ella toma la estructura axiomática como modelo de conocimiento, y se interesa más bien por lo vivo y dotado de movimiento.

El punto de partida es, por un lado, la observación de que es innegable el cambio y la alteración en las cosas -el problema de los presocráticos- y, por el otro, la convicción de que sólo hay conocimiento verdadero de lo inmutable (ver texto ). ¿Cómo puede haber, pues, un verdadero conocimiento de la naturaleza?

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La visión de la naturaleza: el cambio. (Materia - forma / acto -potencia / las cuatro causas

La visión que tiene Aristóteles de la naturaleza es la de un naturalista o biólogo que ve en ella la manifestación multiforme de la vida en las cosas que nacen o perecen, cambian, se alteran o se transforman. El movimiento, la vida, ha de venir de algún principio, porque «todo lo que se mueve es movido por algo»; este principio, en las cosas naturales, no puede ser, por definición, sino interno a las mismas (ver texto ). Para entender el cambio, debe disponerse de una terminología adecuada, que permita hablar sin contradicción sobre las cosas que cambian, de modo que sea posible decir y entender que lo que cambia no se crea de la nada ni tampoco desaparece, sino que cambia en algún aspecto y en algún aspecto no cambia, permaneciendo de algún modo también idéntico a sí mismo; de esta terminología carecieron los presocráticos. Deben determinarse, por tanto, los factores o principios (arkhai) del cambio, a saber: la materia, la forma y la privación, esto es, el sustrato, que permanece, pero que adquiere aquella forma de que está privado y, en esto mismo, cambia (ver texto ). El cambio, visto desde esta perspectiva, no es sino la adquisición de una forma de la que la materia sustrato, o el sujeto, está privada (ver cita; ver texto ).

El cambio puede ser visto desde otra perspectiva, la que ofrece la distinción de acto y potencia. Todo, según Aristóteles, está en acto (enérgeia, entelékheia) o en potencia (dýnamis); todo, en efecto, tiene una determinada realidad y una determinada capacidad o posibilidad de ser alguna otra cosa o poder realizar algo: el hombre que no sabe música puede aprenderla, un niño de pocos meses puede llegar a ser adulto y una semilla puede convertirse en árbol; pero ningún humano puede esperar que le salgan alas ni la semilla confiar en ser un ave. No todo puede ser cualquier cosa; se está en potencia sólo respecto de aquello que se puede ser. Movimiento es, entonces, estar en tránsito desde lo que se es a lo que se puede ser: «la actualidad de lo potencial en cuanto a tal» (ver texto ).

Ni el sustrato puede adquirir una forma de la que está privado, ni lo que está en potencia pasa a ser actualidad sin la presencia y actuación de una causa. Las causas (aitíai) explican el cambio; materia, forma, iniciador del cambio y fin -causa material, formal, eficiente y final- constituyen cuatro maneras distintas de contemplar el fenómeno del cambio. La teoría aristotélica de las causas es una de las teorías paradigmáticas de Aristóteles. Las causas fueron la explicación de los cambios del mundo físico durante siglos, las rechazó la ciencia moderna y alguna de ellas persiste formando parte todavía de nuestro modo de hablar.

La «filosofía primera» (metafísica - ontología), la teoría de la sustancia y las categorías

Las causas no son sólo explicaciones del cambio; pertenecen en cuanto aspectos de las cosas a la estructura de la realidad: son las líneas maestras por las que transcurre la comprensión del universo. En la psicología aristotélica, el hombre aparece como ser capaz de comprender todo el universo y de tender a ello llevado por el ansia de saber. Esta comprensión del universo como un todo requiere la consideración de las cosas en aquello que hay de más general: meramente en cuanto existentes; atenerse a esta consideración es investigar la realidad sólo como tal realidad. A esta investigación llama Aristóteles ciencia del ser, o «filosofía primera» (ver texto ), y la tradición, metafísica o bien ontología, y a ella incumbe la investigación de «las causas primeras de lo que es, en tanto que algo es».

Lo que aparece a la vista del entendimiento, cuando contempla la realidad sólo en cuanto es, es la sustancia (ousía), o entidad (ver texto ). El mundo es, metafísicamente hablando, un todo estructurado de sustancias o de modos de la sustancia (accidentes), y sustancia o entidad es, primariamente, la esencia y el individuo compuesto de materia y forma (hilemorfismo); hay muchas maneras de ser y de decir «que algo es», pero todas se dicen con relación a una sola (ver texto ), que es la entidad o sustancia. Bajo la constante inestabilidad de todo lo existente, puesta en claro por la física, la metafísica halla puntos sólidos donde fundar el conocimiento: lo que Aristóteles llama sustancia, entidad, esencia, ousía, con un doble sentido fundamental: como «qué es» (aspecto lógico, reducible a lo inteligible: forma o esencia) y como «aquello que es» (aspecto ontológico, reducible al ser individual: acto); lo uno es lo otro, porque la forma o esencia no puede existir sino actualizada (ver cita). La metafísica, la ontología, mira en perspectiva, buscando el conocimiento más allá de los individuos y las cosas concretas: «Si nada hay aparte de los individuos, nada habrá inteligible, sino que todas las cosas serán sensibles, no habrá ciencia de nada, a no ser que se llame ciencia a la sensación» (ver cita).

Las sustancias, o entidades, son de tres clases: dos físicas (corruptible una, como las plantas y los animales, e incorruptible y eterna la otra, pero móvil, como los astros del cielo) y una inmóvil y eterna; sin ésta, aquéllas no existirían.

Las categorías, el cambio sustancial y los cambios accidentales

Si ahora unimos la teoría hilemórfica (unión de materia y forma), la teoría general del cambio, las cuatro causas, la doctrna de la sustancia y volvemos a insistir en que no pueden existir separadamente materia y forma, ni potencia y acto, ni una sustancia sin esencia, entenderemos la tesis aristotélica según la cual "el ser se dice de muchas maneras" ( ver texto 1 y ver texto 2 ).

Es decir, sea, por ejemplo, una sustancia S (un hombre, por ejemplo). Esta sustancia S ha de tener necesariamente algunas determinaciones, la más fundamental -en este caso- es que S es un hombre. La propiedad "ser hombre" es la que caracteriza esencialmente a S. Por tanto S es la sustancia primera, mientras que la propiedad P ("ser hombre") es la esencia que determina esencialmente a S. Ahora bien, esta S que es P (esta sustancia individual, existente y que existe siendo un hombre) también puede tener otras determinaciones. Por ejemplo, puede ser alto (cantidad), blanco (cualidad), estar aquí (lugar), en este momento (tiempo), estar escuchando a alguien (pasión), o haciendo alguna actividad (acción), etc. Así, las propiedades P que determinan S son las diversas formas de ser lo que es. A estas diferentes formas de ser lo que es Aristóteles las llama "categorías".

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La esencia o sustancia segunda (deutero ousia) determina plenamente la sustancia primera (proto ousia). Si cambia esta categoría entonces se produce un cambio sustancial. Por ejemplo, si un hombre muere, entones esto le afecta sustancialmente y deja de ser un hombre.

Las categorías de cualidad, cantidad, acción, lugar, etc., son los "accidentes", que pueden cambiar sin afectar plenamente la sustancia primera. En este caso se trata solamente de un cambio accidental. S sigue siendo un hombre aunque cambie de lugar, o que crezca, etc.

Con estas categorías Aristóteles clasifica las cosas según la manera de "decirse de un sujeto" (ámbito de la lógica) y según "el estar en un sujeto" (ámbito ontológico). Así, pues, la S del ejemplo, ontológicamente es la sustancia (sub-stans) o ousía, mientras que desde el ámbito de la lógica y del lenguaje es el sujeto (sub-iectum).


El primer motor y la concepción teleológica

Todo en el mundo es actividad y movimiento, ya sea que mire el mundo como un conjunto de cambios de forma en un sustrato material, ya sea que se mire como un conjunto de tránsitos de la potencia al acto. La armonía del mundo es una sucesión de cambios de forma y sucesivas actualizaciones de potencialidades, sólo explicable si hay una primera sustancia cuya esencia es movimiento sin ninguna clase de potencialidad. A este primer moviente llama Dios, porque es eterno, entidad y acto, que «mueve sin moverse» como lo «deseable e inteligible», que «mueve en tanto que amado», es necesario, perfecto y «absolutamente es como es»; de él penden el Universo y la Naturaleza; su actividad es «placer», vida, pensamiento, «de modo que entendimiento e inteligible se identifican». Así describe a Dios Aristóteles en el libro 7 (XII) de la Metafísica y en el libro VIII de la Física: como principio, mejor como centro, del movimiento del mundo, porque a él tiende todo como tienden las cosas hacia un fin, porque mueve como hace lo deseable e inteligible. En el universo entero hay finalidad (teleología), no porque el primer moviente tienda a algo o mueva con «vistas a algo», sino porque él es «para bien de algo». De lo contrario, «todo procedería de la noche», esto es, del Caos (ver texto  ). Esta finalidad es lo que Aristóteles llama el Bien del universo, que se expresa en el orden del universo, y se logra por el hecho de que todas las sustancias «tienden» a realizar, a actualizar, todas las potencialidades de su propia forma.

El orden del mundo es el encadenamiento de la actividad de las sustancias, compuestas de materia y forma, que despliegan sus posibilidades o capacidades de acuerdo con su esencia. La entidad, la sustancia (la forma), es el origen del movimiento o actividad de cada cosa, igual como la sustancia primera lo es de todo el universo. Por su forma tienden el fuego y el aire a la periferia del universo y la tierra y el agua al centro; la planta y el animal, por su forma, empiezan y terminan el movimiento en sí mismos (finalidad inmanente) y, por su esencia, su sustancia o su forma, tiende el hombre a su actividad racional (finalidad consciente).

La cosmología y las ciencias naturales

La astronomía y cosmología aristotélica son completamente especulativas, y mucho menos deudora de la observación y la experimentación que en cambio sí están presentes en su biología. La cosmología aristotélica va ligada a la teología y a la doctrina del motor inmóvil. La tierra, permanece inmóvil en el centro del universo, el cual se compone de cincuenta y nueve esferas concéntricas. Distingue entre un mundo sublunar (comprendido por la Luna y la Tierra y formado por cuatro elementos: tierra, agua, aire y fuego) y un mundo supralunar, que abarca los diferentes planetas y las estrellas. Sólo en el mundo sublunar hay cambios cualitativos y sustanciales. Los cuatro elementos se mueven tendiendo (según la concepción teleológica o finalista) hacia su "lugar natural": los pesados ​​(tierra y agua) hacia el centro y los ligeros (aire y fuego) hacia la esfera exterior. La incorruptibilidad de los cuerpos superiores a la Luna (compuestos de un quinto elemento o quintaesencia: el éter) y la perfección de su movimiento esférico son prueba de su carácter divino. Cada esfera se mueve por el impulso de la inmediata superior. La más alta, la esfera de las estrellas fijas, se mueve en virtud de un primer motor inmóvil, Dios. Este motor es inmaterial y no actúa físicamente, sino como objeto del deseo, pues los astros son entidades animadas de inteligencias superiores. Dios, pero, a diferencia de las concepciones judeo-cristianas, no es creador; el universo ha existido siempre, y en virtud de la teoría hilemórfica podríamos decir que la materia no se crea ni se destruye, sino que sólo cambia de forma, es decir, se transforma.

Tal como hemos dicho antes, Aristóteles es considerado el padre de la zoología. Mencionó unas 500 especies de animales diferentes (prácticamente no se ocupó de la botánica, ciencia a la que, en cambio, se dedicó su discípulo Teofrasto). También recogió muchos testimonios de viajeros e incluso leyendas a veces fantásticas. Sus obras zoológicas más importantes tratan de la anatomía, de la generación y de la clasificación de los animales. En estos campos hizo notables descubrimientos (carácter mamífero de los cetáceos, distinción de los peces óseos de los cartilaginosos, etc) y precisas observaciones (desarrollo embrionario del pollo, del pulpo y del calamar, descripciones anatómicas de muchos animales, etc). Es especialmente importante su labor de sistematizador. Dividió a los animales en dos grupos: los animales con sangre, nuestros vertebrados, y los animales sin sangre, nuestros invertebrados. Muchos de los subgrupos que estableció y llamó (pájaros, insectos, crustáceos, equinodermos, moluscos, etc) son todavía válidos. En la base de la escala biológica admitía la generación espontánea.


La psicología

Para Aristóteles la psicología (entendida como estudio de la psique o alma en traducciones posterior) es inseparable de la biología. Para Aristóteles el alma debe entenderse a partir de su teoría hilemórfica y de su teoría del acto y la potencia: el alma, «aquello por lo que primariamente vivimos, sentimos y entendemos», es sustancia porque es la forma del cuerpo que está en potencia de vida («El alma es la entelequia primera de un cuerpo natural que posee la vida en potencia», De anima, 412A-b) y, por tanto, del mismo modo que la materia no puede existir sin forma, ni el acto sin potencia, el alma no puede existir sin el cuerpo, razón por la cual no puede ser inmortal. El alma es concebida como acto (de los cuerpos que poseen la vida en potencia), y como forma (desde la perspectiva hilemórfica, es la forma del cuerpo material). Así, en cuanto que acto, el alma es forma, y ​​en cuanto que forma es sustancia, en el sentido de la forma de un cuerpo que posee la potencialidad de la vida (ver texto). Algunos seguidores suyos, como Alejandro de Afrodisia o, posteriormente, Averroes y los averroístas, sustentaban abiertamente que, ya que el alma no es separable del cuerpo, no hay inmortalidad individual.

En tanto que el alma es forma de un cuerpo que posee la potencialidad de la vida, no es privativa de los animales superiores: es principio de vida en general. Hay que distinguir varios tipos de alma:

  • la nutritiva, propia de las plantas;
  • la sensitiva, propia de los animales, y
  • la racional, propia de los hombres.


Dado que entre cuerpo y alma se encuentra la relación de materia a forma, cuerpo y alma no pueden ser concebidos separadamente. El alma no tiene partes, sino facultades. Las plantas no tienen sensibilidad porque tampoco tienen movimiento ni deseo.

Cada sentido capta las cualidades sensibles propias (color, olor, etc), pero hay cualidades sensibles comunes que no son captadas por un solo sentido (movimiento, forma, etc). La actividad específica del alma humana es el pensamiento, que procede a partir de las sensaciones. La facultad intelectiva tiene dos aspectos: el intelecto pasivo o paciente, que asimila las formas inteligibles, pero éstas no aparecen inmediatamente en virtud de la sola actividad sensible: necesitan la elaboración del intelecto activo (agente), que es común para todos los hombres.

Ética

El hombre es el único ser del universo que desarrolla de un modo racional la expresión del orden, o desarrollo de todas las capacidades que le brinda su esencia: mediante el conocimiento, en el terreno de la racionalidad teórica, captando de forma abstracta y conceptual la verdadera naturaleza de las cosas, y mediante la conducta moral, en el terreno de la racionalidad práctica, con el desarrollo de todas las potencialidades del alma con las que desea el bien. La vida propiamente humana es la vida ética y ésta consiste en el cultivo de las virtudes éticas y las dianoéticas: en la actividad (praxis) conforme a la virtud más excelente y según lo mejor que hay en el hombre (ver texto ); y también en ello consiste la felicidad y, por esto, la ética y la política son la realización del fin (telos) de la naturaleza humana (ver eudemonismo; ver texto 1  y texto 2 ).

Lógica

A la fundación de la lógica debe Aristóteles buena parte de su merecida fama de ser uno de los principales pensadores de la humanidad. La lógica se convierte, con él, en ciencia formal e instrumento (Órganon) del conocer. Tal como la concibe, es fundamentalmente una lógica de predicados, o términos, que ha recibido el nombre de silogística, puesto que su objetivo es el estudio del silogismo. El lugar e importancia que ocupa la inferencia deductiva en la lógica de Aristóteles está plenamente de acuerdo con el carácter de plena inteligibilidad que otorga al mundo: se manifiesta ésta no sólo en lo que el hombre puede conocer de forma inmediata sino también en la posibilidad de fundar en un sistema deductivo, que descansa en los primeros principios del pensamiento, todo el entramado de afirmaciones posibles acerca del mundo (ver texto).

La lógica aristotélica no es un método deductivo completo y se basa sólo en el análisis de cuatro tipos de enunciados, los llamados enunciados categóricos, de modo que las inferencias que permite son de un tipo determinado. Pero da en el núcleo del sentido de la lógica al concebirla como un instrumento para conocer qué son las cosas y por qué son las cosas, por lo menos en el mundo de las categorías en que se movía mentalmente Aristóteles (ver cita). La estructura del enunciado categórico («Sócrates es filósofo») manifiesta que hay cosas que son sustancialmente («ser Sócrates») y otras que son accidentalmente («ser filósofo»), según el lugar que ocupan en el enunciado, como sujeto o como predicado. El porqué de las cosas, su causa, se manifiesta en las inferencias. Los «porqués» derivan de la propiedad que tienen las sustancias de determinarse por múltiples accidentes; en este supuesto, indagar el porqué es preguntar la razón por la que unos accidentes, y no otros, pertenecen a una determinada sustancia. Un razonamiento deductivo, en forma silogística, pone de manifiesto las relaciones entre la sustancia y sus modificaciones.


Un buen ciudadano ha de obedecer las leyes de la ciudad
Sócrates es un buen ciudadano
______________________________________________
Sócrates ha de obedecer las leyes de la ciudad


Sócrates puede obedecer o no las leyes de la ciudad, y para saberlo es útil un buen razonamiento. Pero para saber algo inmediato, quién es Sócrates o qué significa ser un «buen ciudadano», habrá que recurrir no a la deducción, o a la relación accidental entre sustancias, sino a la investigación empírica, esto es, a la inducción.

Aristóteles estudió la demostración formal en los Analíticos primeros, y la demostración científica, aquella que parte de premisas consideradas verdaderas, en los Analíticos segundos. La lógica aristotélica, aunque limitada en cuanto al tipo de inferencias que pueden hacerse, era no obstante rigurosa y estaba en consonancia con los objetivos que perseguía su filosofía. Junto con la lógica de enunciados de los estoicos, ha constituido la base de la lógica tradicional.

Ver otros conceptos fundamentales aristotélicos, como elemento, infinito, lugar, límite, vacío, y tiempo y textos correspondientes: texto 1 , texto 2 texto 3 , texto 4 , texto 5 y texto 6 ).

Bibliografía

Del autor

  • Aristóteles, Acerca del alma. Gredos, Madrid, 1978.
  • Aristóteles, Argumentos sofísticos. Aguilar, Madrid, 1973, 2 ed.
  • Aristóteles, Aristotelis Opera edidit Academia regia Borussia. , Berlín.
  • Aristóteles, Física. Gredos, Madrid, 1995.
  • Aristóteles, La constitución de Atenas. Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, 1970.
  • Aristóteles, Metafísica (ed. trilingüe). Gredos, Madrid, 1998.
  • Aristóteles, Obras (10 vols). Medina y Navarro, Madrid, 1874.
  • Aristóteles, Obras completas (12 vols). Nueva Biblioteca Filosófica, Madrid.
  • Aristóteles, Obras. Aguilar, Madrid.
  • Aristóteles, Política. Alianza, Madrid, 1994.
  • Aristóteles, Poética. Editora Nacional, Madrid, 1982.
  • Aristóteles, Retórica. Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, 1971.
  • Aristóteles, Tratados de lógica (2 vols.). Gredos, Madrid, 1995.
  • Aristóteles, Tratados de lógica. Gredos, Madrid, 1982.
  • Aristóteles, Ética a Nicómaco. Gredos, Madrid, 1998.
  • Aristóteles, Ética nicomaquea. Ética eudemia. Gredos, Madrid, 1996.
  • Aristóteles, Ética nicomaquea. Ética eudemia. Gredos, Madrid, 1996.

Sobre el autor

  • Veatch, H. B., Aristotle. A Contemporary Appreciation. Indiana U. Press, Bloomington, 1974.
  • Jaeger, W., Aristóteles. FCE, Madrid, 1999.
  • Aristóteles, Categorías. Sobre la Interpretación. Losada, Buenos Aires, 2009.
  • Reale, G., Guía de lectura de la «Metafísica» de Aristóteles. Herder, Barcelona, 1999.
  • Reale, G., Introducción a Aristóteles. Herder, Barcelona, 2003.
  • Aristóteles, Organon I. Categorías y tópicos sobre la refutaciones sofistas (Organon). Gredos, Madrid, 2001.

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