(del latín intelligibilis, que puede comprenderse)
Se aplica a todo aquello cuyo significado puede ser comprendido conceptualmente por el hombre, por oposición a lo que sólo puede ser experimentado o conocido por los sentidos (ver cita). El término cobra un significado específico en contextos platónicos, donde se aplica propiamente al mundo de las ideas, o mundo inteligible de aquellos «seres que verdaderamente son», por oposición al mundo simplemente visible, pero no propiamente inteligible, de las cosas sometidas al devenir, que son sólo apariencias y copias, pero no realidad (ver texto). En Kant, se aplica a lo que no es fenómeno, a los noúmenos o cosas en sí, a lo que sólo puede pensarse.