(del griego noumena, las cosas pensadas, los inteligibles, término que Platón aplica a las ideas, en Timeo 51b)
Palabra con que Kant se refiere a la cosa en sí, a las cosas tal como se supone que son en sí mismas, más allá de lo que podemos conocer por la experiencia, que sólo nos da acceso al fenómeno, u objeto conocido, mediante la sensibilidad y el entendimiento. La cosa en sí no puede ser conocida, sino sólo pensada; es un puro inteligible; su existencia la exige la presencia de algo que sólo puede ser su apariencia, o su fenómeno (ver cita). La aceptación o no aceptación de la existencia de lo nouménico dividió a la filosofía postkantiana que engendró el idealismo alemán, especialmente con autores como Fichte, Schelling y Hegel. También en el movimiento neokantiano se revitalizó la polémica acerca de la distinción entre fenómeno y noúmeno, desechándose la existencia de éste.