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(del latín ratio, cálculo y, en sentido derivado, razón, explicación, justificación, argumentación, teoría)

Capacidad humana que se manifiesta en las creencias, las decisiones y las conductas que se consideran acordes con la razón, o simplemente racionales. Algo es conforme a la razón si se adecua a la función primaria del entendimiento humano, que es el conocimiento o el saber, o a la obtención de los diversos fines que el hombre se propone en sus actuaciones y, sobre todo, de su fin último. En el primer caso se habla de racionalidad en las creencias o de racionalidad teórica y, en el segundo, de racionalidad práctica. En el aspecto teórico, la racionalidad se entiende, no tanto como la capacidad de pensar o de ser racional, sino más bien como el método con que se consigue obtener un máximo de creencias racionales verdaderas reduciendo al mínimo el número de creencias erróneas (ver texto ). La racionalidad coincide, en este caso, con la llamada creencia racional que consiste sustancialmente en tener y mantener opiniones o creencias justificadas, esto es, apoyadas en razones. Una creencia está teóricamente justificada si

a) se fundamenta en una deducción o es una verdad analítica

ver ejemplo ↓

Quien crea en la verdad de la premisa «no puedo dudar de que existo» y en la de la premisa «puedo, en cambio, dudar de si existen cosas físicas» ha de admitir, racionalmente, la conclusión «yo no soy una cosa física».

Es racional admitir como verdadero el enunciado verdadero por definición «ningún cetáceo es pez».

b) se apoya en pruebas concluyentes: - la propia experiencia

ver ejemplo ↓

Se puede sostener racionalmente que uno sabe, por propia experiencia, que una de las causas de problemas entre vecinos es «la distinta manera de interpretar las normas de la propiedad horizontal».

- el conocimiento científico

ver ejemplo ↓

Se puede sostener racionalmente que uno sabe, puesto que es una afirmación científica, que «hay medios profilácticos para prevenir determinadas enfermedades infecciosas».

- la autoridad fiable, o el testimonio de los demás

ver ejemplo ↓

Se puede sostener racionalmente que uno sabe, porque hay testimonios documentales históricamente probados, que «Indíbil y Mandonio fueron líderes ilergetas».

,y

c) si, además de ser un enunciado de a) o de b), es consistente con otras creencias racionales.

La racionalidad teórica exige sostener como verdadera aquella opinión que creemos que es fundadamente verdadera, rechazar la que creemos falsa o no fundada en razones y abstenernos de opinar en aquello que no sabemos si es verdadero o falso, no habiendo razones para sostener más lo uno que lo otro.

La insistencia en que la racionalidad es un método, más que una facultad, pone de relieve no sólo que la sustancia de la racionalidad consiste en la decisión o el saber tomar decisiones, sino también que las creencias, las decisiones y las conductas humanas pueden ser y pueden no ser racionales. En este sentido, el hombre no es, pues, propiamente el animal racional, sino «el animal que es racional o irracional».

ver cita de Mosterín↓

Sólo del humán [el hombre en general] y sus creencias, decisiones y conducta tiene sentido predicar la racionalidad o irracionalidad. El humán no es, pues, «el animal racional». El humán es, en todo caso, «el animal racional o irracional». El humán puede ser racional, como puede andar en bicicleta o escribir versos. Pero no es en modo alguno necesario que sea racional, ni que ande en bicicleta, ni que escriba versos.

J. Mosterín, Racionalidad y acción humana, Alianza, Madrid 1978, p. 17

(ver cita)

Además de la racionalidad teórica en general (individual), existe la racionalidad científica en particular (colectiva). La ciencia no es la única creencia racional, pero es la más racional de las creencias y modelo de toda creencia. Aunque entre los epistemólogos se discute acerca del fundamento en que se apoya la racionalidad de la ciencia, esto es, de la justificación del conocimiento, a las razones en que se apoya el conocimiento científico se las denomina contexto de justificación de las hipótesis. Las tres clases de justificaciones fundamentales de las hipótesis científicas son el inductivismo, el deductivismo y el abductivismo.

La racionalidad práctica, entendida también como método o estrategia, es el razonamiento práctico con que se sabe determinar los fines adecuados y los medios adecuados. No es, por consiguiente, una mera discusión acerca de qué medios son los más útiles para obtener los fines propuestos, sino también la consideración reflexiva acerca de qué tipos de fines se propone el sujeto humano, cómo se subordinan o restringen los fines entre sí y respecto del fin último o superior, que es innegablemente la felicidad del individuo, o si acaso son mutuamente inconsistentes (ver texto ). De la racionalidad práctica, en general, trata la ética.

Característica intrínseca de la racionalidad es la revisión crítica y constante de las propias creencias racionales y de las conductas o actitudes basadas en ellas. Según una larga tradición que ya empieza en Aristóteles, la racionalidad práctica supone, y depende de, la teórica.

En general, se entiende que alguien es racional si basa sus creencias, sus decisiones y su conducta en buenas razones. Y a esta teoría de la racionalidad se la llama «teoría de la elección racional». Se la acusa, no obstante, de ser una racionalidad instrumental, esto es, limitada a escoger los medios adecuados para los fines queridos. Frente a ella, se propone una racionalidad completa, integral.

Bibliografía sobre el concepto

  • Olivé, L., Racionalidad epistémica. Trotta, Madrid, 1995.
  • Mosterín, J., Racionalidad y acción humana. Alianza Ed., Madrid, 1978.