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(del latín realis, de res, cosa, objeto, realidad)

Creencia en que existe un mundo externo (realismo ontológico) y que puede ser conocido (realismo epistemológico). Estas tesis pueden son una simple afirmación ingenua y acrítica, si no se fundamentan más que en la aparente evidencia de los sentidos (realismo ingenuo) o bien incluyen una fundamentación más o menos crítica. El realismo filosófico sostiene con argumentos la existencia de un mundo real independiente del pensamiento y de la experiencia, pero no afirma que percibamos el mundo tal como es en realidad. Es, pues, ante todo, una afirmación de tipo ontológico (acerca de que las cosas son), que implica una determinada teoría del conocimiento, así como una teoría sobre la percepción (acerca de que las cosas no son tal como aparecen).

Históricamente, el realismo es una de las soluciones que en la Edad Media se dio a la llamada cuestión de los universales, centrada en decidir qué grado de realidad hay que atribuir a los universales, o ideas abstractas. La primera de las tres soluciones dadas al problema, el llamado realismo exagerado, -mantenido, entre otros, por Agustín de Hipona y la escuela de Chartres- debe su origen a la consideración, por parte de Platón, de las ideas o formas como entidades subsistentes y separadas de los individuos particulares. El realismo moderado -mantenido, entre otros, por Alberto Magno y Tomás de Aquino-, en cambio, se remonta a la postura de Aristóteles que sitúa el universal, como forma que puede ser abstraída por la mente, en los individuos y cosas. Frente a esos realismos, el nominalismo sostuvo que los universales o eran meros nombres o simples conceptos; tesis mantenida por muchos autores de la filosofía analítica contemporánea. Estas distintas posturas se repiten también o rechazan en las distintas corrientes de filosofía actual. Charles Sanders Peirce no es sólo un decidido realista, sino que no admite ninguna solución intermedia entre realismo y nominalismo. Gottlob Frege es partidario de una ontología y una epistemología realistas: sostiene que existen entidades abstractas, que llama «entidades objetivas no-reales», y que los conceptos son ontológicamente superiores a los objetos: se puede hablar de un mundo interior, al que pertenecen los hechos mentales o psicológicos; de un mundo exterior y real, al que pertenecen los objetos físicos, y de un mundo objetivo no-real, al que pertenecen las entidades objetivas, como los pensamientos, los sentimientos, etc., que no pueden identificarse sin más con los hechos psicológicos, pero que tampoco son cosas en el espacio-tiempo, y de los que se ocupa la ciencia. George Edward Moore y Bertrand Russell son ambos realistas en cuanto consideran que los universales son entidades subsistentes, necesarias para el conocimiento científico. Quine y Goodman, que afirman conjuntamente no admitir la existencia de entidades abstractas, sostienen una postura nominalista «corregida». Para Quine sólo existen individuos, pero la ciencia requiere hablar también de clases como entidades abstractas. Muchas de las afirmaciones sostenidas por Quine han sido punto de referencia y discusión para autores posteriores también de orientación analítica; su tesis sobre «lo que hay» ha dado lugar a una verdadera controversia sobre «realismo» e «irrealismo», referido a las entidades abstractas en el seno de la filosofía analítica, que enlaza con el llamado «nuevo realismo» de la filosofía moderna -para distinguirlo del realismo clásico de la mayor parte de la tradición filosófica-, surgido en Inglaterra y EE.UU. a comienzos del siglo XX, y con la polémica posterior sobre el realismo científico en filosofía de la ciencia. El nuevo realismo, como reacción contra el idealismo inglés y continental del s. XIX (que hacía de lo percibido y conocido un simple estado de conciencia del sujeto, como reza la fórmula del fenomenismo «ser es ser percibido»), tiene como principales representantes a Moore y Russell, en Inglaterra, y a W. James, E.B. Holt, W.P. Montagu, R.B. Perry, W.T. Marwin, W.B. Pitkin y E.G. Spaulding, en América, y proponen, como solución al problema de la dualidad entre mente ycuerpo, en general la idea, patrocinada por el «monismo neutral», de una entidad intermedia y confusa entre lo mental y lo material. D. Drake, A.O. Lovejoy, R.W. Sellars y George Santayana, entre otros, respondieron a este realismo con Ensayos sobre el realismo crítico (1920).

Los partidarios del realismo crítico (título también de una obra de R.W. Sellars, de 1916) sostienen un realismo indirecto basado en que los datos sensoriales no pertenecen tal cual aparecen al mundo físico, distinguiendo de nuevo, entre cosa externa, dato sensorial (sense-datum) y el acto de la percepción.. Dentro del realismo critico, se presentan diversas maneras de interpretar los datos sensoriales. En el ámbito de la filosofía de la ciencia, se discute también si los supuestos científicos, muchos de los cuales se basan en que las leyes causales y muchas entidades teóricas tengan una existencia objetiva para que la ciencia pueda ejercer su función explicativa, son una demostración de la verdad de las tesis realistas, y en este caso se habla de realismo científico. Muchos teóricos de la ciencia han insistido en la necesidad de interpretar las teorías científicas en sentido realista, como (más o menos) verdaderas descripciones del mundo, llevados por la fuerza de la afirmación de que sólo las causas explican (ver texto).

Al realismo en general se opone el idealismo y el fenomenismo. Kant se halla en una posición intermedia que combina el realismo empírico (los fenómenos son empíricamente reales) con el idealismo trascendental (la forma de los fenómenos se debe a la mente). Al realismo científico se opone el instrumentalismo (los enunciados observacionales sí describen el mundo, pero no los teóricos) y, en cierta medida, el pragmatismo.

Bibliografía sobre el concepto

  • Blumenberg, H., El mito y el concepto de realidad. Herder, Barcelona, 2004.
  • Armstrong, D. M., Nominalism and Realism (2 vols.). Cambridge Univ. Press, Cambridge, 1978.

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