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(del latín individuum, indiviso, en el sentido de lo que no tiene partes, como el griego ἄτομος, átomos, o bien en el de lo que no puede repetirse en una pluralidad iguales)

En la metafísica clásica, el singular -objeto, animal o persona- que es sujeto concreto y particular de una naturaleza o esencia, al que le corresponde una situación espaciotemporal propia y exclusiva. Así, son individuos la rosa del jardín y el amigo en quien uno confía. En cuanto particular y concreto, su opuesto es lo universal y lo abstracto. La indivisión que la etimología latina de la palabra atribuye al individuo se refiere a su entidad como elemento diferenciado de su especie, no a su organización en partes distintas o diferenciables; la división de lo individual supone su desintegración como miembro de una clase o especie determinada.

La gran prerrogativa de los individuos y lo individual es que sólo ellos existen, mientras que los universales y abstractos sólo existen en la mente o el pensamiento, aunque no faltan teorías metafísicas que defienden también la existencia de entidades universales, por ejemplo, el platonismo y sus distintas versiones históricas. Preguntarse por la razón que hace que algo sea precisamente este individuo y no otro es preguntar por la individuación o el principio de individuación. Aparte de ésta, otra de las cuestiones que la tradición filosófica se plantea acerca de los individuos es la de si lo singular y concreto puede ser objeto de ciencia, cosa que en principio niega Aristóteles al afirmar que sólo hay ciencia de lo universal. (Ver también conocimiento de lo individual).

Para Aristóteles, el individuo es la sustancia primera (ousía prote), que es un compuesto de materia y forma; a él solo le incumbe la existencia real como «esto» (tode tí, singular, individuo), que -en el plano lógico- es el sujeto que no se afirma o predica de nada y de quien todo puede afirmarse; sólo los predicados (propiedades) pueden ser universales y estar en muchos, y por lo mismo afirmarse o predicarse de muchos. De aquí que los escolásticos medievales hicieran de la indivisibilidad intrínseca y de la incomunicabilidad las características propias de lo individual, tal como aparece en la definición de Tomás de Aquino: «individuo es lo que en sí no está dividido, pero que se distingue o divide de todo lo demás». La noción lógica del individuo como sujeto de todas sus predicaciones lleva a Leibniz a la idea de que la noción de sustancia singular implica el conocimiento -al menos para una mente divina- de todos los predicados que pueden atribuírsele. De ahí también su noción de mónada como sustancia simple individual, cerrada en sí, pero que a la vez refleja todo el universo. Con el paso del tiempo, la noción de individuo ha ido perdiendo su carácter ontológico y se ha convertido más bien en el mero objeto de denotación o referencia; los objetos de que hablamos son individuos pero no necesariamente particulares: podemos hablar de la bondad y diferenciarla de la honradez, y ambas cosas son universales o abstractas, y no particulares, pero están individualizadas porque son objeto, por ejemplo, de nuestra consideración ética. Referido al hombre, el individuo es el ser humano de quien se dice que es un sí mismo y de quien se afirma el carácter moral y la responsabilidad como persona libre.

En lógica, el individuo, o mejor el término individuo, es el que representa al sujeto del enunciado o proposición. En lógica de predicados, cualquier enunciado puede representarse como la conjunción de una constante de individuo (a,b,c...) y una constante de predicado (F,G,F..); el término individuo representa el objeto y el término predicado a la propiedad que se afirma o niega del sujeto. Así, «Nerón fue un emperador romano» puede representarse como Fa, donde F es «ser emperador romano» y a es «Nerón». Si en lugar de a se escribe x, entonces se ha utilizado una variable de individuo que ocupa el lugar, en este caso, de todas las personas que fueron emperadores romanos, y la expresión Fx no es considerada propiamente un enunciado sino una proposición abierta, o función proposicional. Individuo se opone también a dominio: un dominio es el conjunto de cosas u objetos de que se habla, mientras que un individuo es cada uno de los elementos, o miembros, de este conjunto.