Es el resultado del proceso mental o lógico de la abstracción. Lo abstracto es, propiamente, lo general que sólo tiene existencia propia en la mente y que no mantiene una relación de identidad con lo sensorialmente intuido de donde procede. Se opone a lo concreto, que se refiere a un objeto que se describe tal como es captado en la intuición sensible. Kant recuerda que abstracto y concreto se refieren propiamente al uso que se hace de los conceptos, no a los conceptos mismos (que son todos abstractos). Para Hegel lo abstracto posee una connotación peyorativa, en cuanto está desprovisto de las determinaciones concretas que le proporcionaría su referencia al todo, y es, a demás, sólo un «momento» del pensar, es decir, es sólo lo universal al que le falta lo particular y lo individual, mientras que lo verdaderamente concreto es el espíritu (ver cita; ver universal concreto). Las diversas filosofías de la vida consideran lo abstracto como absolutamente inadecuado para representar la auténtica realidad vital.
Desde un punto de vista lógico, un término abstracto no se identifica con un término general, puesto que tanto los términos singulares como los generales pueden ser -se usan como- abstractos o concretos. «7» es un singular abstracto, igual como lo es «fortaleza», mientras que «árbol» es un general concreto, igual como lo es «hombre», porque cada uno de los objetos que nombran es un individuo o un objeto concreto. «Número par» y «género humano» son abstractos y generales, porque aquello a que se aplica, un número o un género, no es más que algo abstracto.