No se ha añadido ninguna twiki todavía.

Recibe este nombre el problema, clásico en filosofía, de determinar qué tipo de entidad, o realidad, les compete a los términos universales. ¿Qué es, en realidad, «humanidad»? ¿Qué es verdaderamente «hombre»? Tras estos interrogantes, se halla como telón de fondo, la pregunta sobre qué clases de cosas existen. Como de ciertas cosas es obvio afirmar que existen, el problema se centró, teóricamente, en aquellas cuya existencia o inexistencia era problemático afirmar. W.V.O. Quine formula una cuestión similar preguntándose, en un conocido trabajo, «acerca de lo que hay» (ver referencia). La respuesta de Platón era: «las Ideas existen»; la de Aristóteles, que «existen sustancias compuestas de materia y forma».

Históricamente, la polémica surge en el s. XI, en el seno de la filosofía escolástica medieval, pero sus antecedentes históricos se hallan en los comentariosde Porfirio (Isagoge) a Aristóteles, y en los comentarios de Boecio a Porfirio. El primero plantea inicialmente el problema: si los universales existen; si existen, existen separados de las cosas o no; si existen separados de las cosas, qué son. Boecio -«último de los romanos»-, considerado el punto de enclave entre el mundo antiguo y el medieval, transmite las preguntas que suscitaron, en la mente de los medievales, la existencia separada de las formas platónicas. Las posturas adoptadas ante la cuestión, en tiempos medievales y en la actualidad, son las tres siguientes:

a) Realismo extremo o platonismo: la afirmación de que los universales existen realmente, como las ideas platónicas.

b) Realismo moderado o conceptualismo: la afirmación de que sólo existen como entidades mentales o conceptos, a los que en la realidad corresponden propiedades de las cosas.

c) Nominalismo: la afirmación de que los universales no son más que nombres; sólo existen individuos (y, si acaso, para la filosofía moderna, algunas entidades abstractas -las menos posibles-, como las clases).

El primer autor medieval que opinó sobre la cuestión fue Roscelino, que sostuvo la tesis de que los universales son sólo una «emisión de voz», acentuando que los predicables no son sino sonidos, (flatus vocis), nombres (fonemas). Abelardo, discípulo primero de Roscelino y luego de Guillermo de Champeaux, se opuso tenazmente a la postura de realismo exagerado sostenida por este último. Para Abelardo, sólo existe lo individual, y sólo las palabras pueden ser universales; es el significado lo que les da universalidad.

El realismo moderado, inspirado en Aristóteles y Avicena, y cuyo representante más notable es Tomás de Aquino, sostiene que los universales existen como formas -esencia, naturaleza- de las cosas individuales. Esta postura supone una elaborada teoría de la abstracción y de la constitución de las cosas por materia y forma, de inspiración aristotélica. El resultado es que lo universal no existe separado de las cosas, pero existe como esencia o naturaleza de cada cosa de la que se afirma: la «humanidad» no existe separada; sólo existe en la naturaleza de Pedro, Juan y Ana. Por lo mismo, el universal es también un concepto abstracto, porque por su medio conocemos lo que son (quo est) los individuos, los únicos que son (quod est). A esto se une la afirmación de que los universales existen también en la mente divina, a modo de arquetipos, o ideas ejemplares, (tesis ya defendida por san Agustín), ordenados a la creación.

Al realismo se opone la nueva lógica de Guillermo de Occam. Igual como sostenían los nominalistas anteriores, no existe nada fuera de la mente que sea universal; todo lo que existe es individual. Para explicar, no obstante, el conocimiento, además de crear un nueva teoría del conocimiento intuitivo del singular, crea una teoría lingüística de los términos lógicos. Un término, un nombre, es una vox (voz), en el sentido de producto fonético, o un sermo, o vocabulum, emisión de voz con significado; éste convierte una vox en un sermo. El significado le llega a un término por la suppositio simplex [sobre esta teoría véase Occam]: capacidad de un término para significar a muchos individuos concretos. La mente posee la capacidad natural de convertir en signo de muchos lo que ha sido conocido intuitivamente como un objeto particular. Así, lo universal es sólo mental y, en los individuos, nada hay de universal o común, de la misma manera que no hay «esencias». A un universal de la mente sólo le corresponde, por una parte un nombre y, por otra, una colección de individuos.

Entre los filósofos modernos se repiten las posturas clásicas de los escolásticos -que se reducen en la práctica a dos: realismo y nominalismo- en el intento de responder a la pregunta acerca de «qué cosas, de las que hablamos, existen»; cuestión, por lo demás, relacionada con los problemas del realismo científico.

Entre los autores realistas, hay que mencionar a Charles Sanders Peirce, Gottlob Frege, George E. Moore, Bertrand Russell y Rudolf Carnap, entre los principales. Ente los nominalistas, pueden enumerarse, también entre los más significados, Ludwig Wittgenstein, John L. Austin, Peter F. Strawson, Willard Van Orman Quine y Nelson Goodman (ver texto ).

Relaciones geográficas

Cargando el mapa…