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Nacimiento:1 enero 1872en RavenscroftMuerte:1 enero 1970en Penrhyndeudraeth

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Filósofo y lógico inglés, tercer conde de Russell y vizconde de Amberley, nacido en Ravenscroft, País de Gales. A los dos años pierde a su madre y a los cuatro a su padre, y es educado por los abuelos paternos de una forma muy rígida, contraria al pensamiento de su padre. A diferencia de su hermano, de niño no asistió a la escuela, fue educado por institutrices y tutores y tuvo un adolescencia aislada e infeliz. Según narra él mismo, a los once años se entusiasmó por las matemáticas, pasión que ya no le abandonó nunca, sólo enturbiada por el hecho de tener que aceptar axiomas no demostrados; los historiadores y comentaristas ven en esto su futuro afán por fundamentar la verdad de las matemáticas en la lógica. Él mismo cuenta que llegó a la filosofía por las matemáticas o, más exactamente, para hallar la razón por la que creer en la verdad de las matemáticas. Obtuvo una beca para estudiar matemáticas en Cambridge y, en 1890, a los dieciocho años, ingresa en el Trinity College, donde entra a formar parte de un grupo selecto de profesores y alumnos, denominado «los Apóstoles», entre los que se cuentan G.E. Moore E.J. McTaggart y A.N. Whitehead; graduado en matemáticas en 1893, se matricula en ciencias morales y se gradúa en filosofía al año siguiente. Tras su matrimonio en 1894 con Alys Pearsall Smith, primera de sus cuatro mujeres, ingresa como investigador en el Trinity College, pero reside en Berlín para estudiar economía y política. De esta época datan sus primeras investigaciones: Ensayo sobre los fundamentos de la geometría (1897), de inspiración kantiana, y algunos estudios sobre Hegel, por influjo del idealismo neohegeliano entonces dominante en Inglaterra por obra de F.H. Bradley y el mencionado E.J. McTaggart. En Una exposición crítica de la filosofía de Leibniz (1900), aparece ya la ruptura respecto de Kant y Hegel, que inicia junto con su amigo G.E. Moore. Descubre -cuenta él mismo- que las doctrinas de Leibniz se basan en la creencia de que todo enunciado tiene la estructura de sujeto y predicado y que toda afirmación sobre la realidad consiste en atribuir una propiedad a una sustancia, y que estas teorías llevaban al monismo y al idealismo. En contra de ellas, desarrolla una teoría sobre las relaciones, que denomina de las «relaciones externas», que le permite fundamentar la afirmación del pluralismo de las cosas y la de que todo lo complejo está formado por cosas simples relacionadas. De ahí surgiría la primera fase de la filosofía de Russell, llamada «atomismo lógico». En julio de este mismo año, asiste al Congreso Internacional de Filosofía de París y conoce el sistema de lógica matemática creado por G. Peano y, viendo en él el instrumento de análisis lógico que deseaba, perfecciona la notación, aplica el método a las relaciones y lo utiliza para el análisis de nociones fundamentales de la matemática, lo que le permite redactar con facilidad Los principios de las matemáticas (que no se publica hasta 1903), donde expone la tesis de la identidad entre lógica y matemática, en definitiva, de la fundamentación lógica de la matemática. Russell describe este tiempo como una «luna de miel intelectual», rota sin embargo por el desengaño de tener que considerar la empresa como imposible y de llegar a la conclusión de que, si la lógica tenía que ser el fundamento de las matemáticas, debía reformarse (ver texto): descubrió que los conceptos de clase o conjunto eran contradictorios, y el intento de solucionarlo le llevó al descubrimiento y formulación de la paradoja de las clases, llamada paradoja de Russell, aunque la solución definitiva no la halló hasta la formulación de la teoría de tipos. Para desarrollar a fondo la tesis de que la matemática se funda en la lógica construye, con la colaboración de Whitehead, profesor suyo en Cambridge, un sistema más completo de lógica, que publica en los Principia Mathematica (1910-1913), y que le supone a Russell, que lleva el peso principal de la obra, ocho meses de trabajo al año con doce horas de trabajo diarias. La obra no tuvo en principio una buena acogida, en el ámbito de la filosofía y la matemática, dividida entonces entre formalismo e intuicionismo. Durante estos años de tanta dedicación a la investigación lógica, no descuida sus antiguos intereses por la política: funda el grupo «The Coeficients», que abandona al inclinarse demasiado hacia la derecha, se muestra convencido antibelicista y pacifista, defiende los derechos que reclaman las sufragistas y se presenta como candidato a las elecciones por el partido liberal. En 1908 es elegido miembro de la Royal Society y, en 1910, profesor o lecturer de lógica en el Trinity College, puesto creado por Whitehead, para que Russell continuara la labor iniciada con los Principia, y que pierde en 1916 debido a una sentencia que le condena a una prisión de seis meses por sus declaraciones contra EE.UU., país aliado, y que cumple en Brixton y durante la cual escribe Introducción a la filosofía matemática. Durante esta época su producción filosófica se decanta menos hacia la lógica y más hacia los problemas clásicos: Los problemas de la filosofía (1912), obra introductoria que le dio fama y que aún hoy se lee con provecho por su claridad, pero que él calificó como «novelucha», Nuestro conocimiento del mundo externo, donde manifiesta un empirismo radical y sus ocho conferencias dadas en 1918, en Londres, sobre «atomismo lógico», publicadas como La filosofía del atomismo lógico (libro que no apareció hasta 1956), e inicia el desarrollo de una teoría política en Principios de reconstrucción social (1916) y Caminos hacia la libertad: socialismo, anarquismo y sindicalismo (1918). Toma entonces contacto con las ideas de Wittgenstein, alumno suyo en 1912-1913, a quien luego compararía con Pascal y Tolstoi; Wittgenstein le entrega el manuscrito del Tractatus Logico-philosophicus y se citan en La Haya para comentar la obra. Inicia una época intensa de viajes y no poca actividad literaria: viaja a la Unión Soviética donde se entrevista con Trotzki y Lenin y critica su sistema político en Teoría y práctica del bolchevismo (1920); imparte clases en la universidad de Pekín durante el curso de 1921, y enferma de neumonía hasta el punto de que circula la noticia de su muerte, que él mismo lee en los periódicos; comienza, por dificultades económicas, la primera de las cuatro giras de conferencias por EE.UU. (1924), durante la que conoce a John Dewey y a T.S. Elliot; seguirán las giras de 1929 y de 1931. Pero es también un período de intensa actividad literaria: Análisis de la mente (1921), Análisis de la materia (1921), Un esbozo de filosofía (1927), traducido como Fundamentos de filosofía, El ABC de la relatividad (1925), Lo que creo (1925), Por qué no soy cristiano (1927), Ensayos escépticos (1928), Matrimonio y moral (1929), La conquista de la felicidad (1930); libros que, aparte de servir casi como única fuente de ingresos para su familia, le dieron fama de personaje moralmente peligroso, sobre todo por sus teorías sobre la libertad sexual. Russell había fundado, en 1927, una escuela experimental, Beacon Hill, surgida de la idea, que compartía con su mujer Dora, de educar a sus hijos en las ideas progresistas de ambos. En 1938, convertido ya, desde 1931 en tercer conde de Russell, se traslada con su familia, por imperativos económicos, a los EE.UU., y da conferencias e imparte clases de lógica y fundamentos de la matemática en Chicago, Los Ángeles y Nueva York, y allí permanece seis años hasta que, tras su nombramiento como catedrático del Trinity College, vuelve a Inglaterra. Los años americanos terminaron mal para Russell: encausado injustamente en los tribunales, blanco de una campaña que no veía en él un buen ejemplo para las juventudes americanas, criticado por inmoral, ateo, escéptico y hasta como titular de una «cátedra de indecencia», la universidad de Nueva York le niega la cátedra por imposición del Tribunal Supremo de la ciudad. En sus últimas conferencias en Harvard, publicadas como Investigación sobre el significado y la verdad (1940), tras enumerar quince títulos académicos en la portada, añade para recordar aquel hecho: «Declarado judicialmente indigno para ser profesor de filosofía en la universidad de Nueva York». El último episodio significativo de su estancia en América lo constituye el litigio que mantuvo con el millonario de Filadelfia, Dr. Barnes, que no cumplió el contrato de mantenerle como conferenciante de historia de la filosofía durante cinco años, acusándole de preparar poco sus conferencias. Russell ganó el litigio y estas conferencias se publicaron como la conocida y difundida Historia de la filosofía occidental (1945).

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Su satisfacción por estar de nuevo en el Trinity College fue inmensa, aumentada por la casualidad de ocupar inicialmente las mismas habitaciones que Newton, que abandonó cuando, con el dinero ganado con el pleito a la Fundación Barnes, compró una casa en la ciudad. De los primeros cursos surge la última de sus obras filosóficas de relieve: Conocimiento humano: Su alcance y limitaciones (1948). La obra, muy centrada en el estudio de la inducción, tuvo poca resonancia por la moda imperante de la filosofía analítica. Surgen pronto las antipatías con Wittgenstein, que había abandonado las posiciones filosóficas del Tractatus e iniciaba la filosofía de las Investigaciones filosóficas. Durante los años siguientes despliega una intensa actividad personal: es colaborador habitual de la BBC durante nueve años (1945-1954), es llamado como conferenciante y profesor invitado en muchas partes del mundo (Berlín, Oslo, EE.UU., Australia) y, en 1950, recibe el Premio Nobel de literatura. En 1952 se casa, con Edith Finch, treinta años más joven, el último de sus cuatro matrimonios, que le reporta paz y felicidad en sus últimos dieciocho años.

Si importante ha sido la labor filosófica e intelectual de Russell, su actividad política con miras a instaurar la racionalidad en la convivencia de los hombres y las naciones no ha sido en modo alguno menor. Pacifista de siempre y enemigo de la guerra (a excepción de un breve paréntesis en que creyó razonable y conveniente que EE.UU. amenazara a Rusia con la bomba atómica), durante las dos últimas décadas de su vida despliega una febril actividad política contra el empleo de la fuerza nuclear, y a favor del desarme, alertando al mundo sobre la posibilidad de una tercera guerra mundial. Su emisión radiofónica, «El peligro del hombre», en la BBC, en horas de máxima audiencia (1950), consigue un éxito insospechado, concienciando a la gente sobre los peligros de una guerra que no respetaría a ninguno de los bandos. La defensa constante de estas ideas le lleva a la presidencia de la «Campaña para el Desarme Nuclear», que abandona para constituir «El Comité de los 100 para la desobediencia civil contra la guerra nuclear»; en 1961 es condenado con su esposa a dos meses de prisión acusados de incitar a la desobediencia civil, pena conmutada por una semana de permanencia en el hospital. Publica sus ideas políticas en Sentido común y guerra nuclear (1959) y ¿Tiene el hombre un futuro? (1961). Aboga por un gobierno mundial y por solucionar pacíficamente los conflictos internacionales. En 1966 denuncia la intervención americana en el Vietnam y funda el Tribunal Internacional de Crímenes de Guerra o «Tribunal Russell» (del cual formaba parte también J.-P. Sartre).

En 1959 publica La evolución de mi pensamiento filosófico, que contiene algunas réplicas a críticas, y en 1967-1968 dos volúmenes de su Autobiografía. Muere el 2 de febrero de 1970 en Penrhyndeudraeth, País de Gales, a los 98 años de edad.

No hay en Russell un sistema filosófico definido, porque su larga e intensa vida intelectual tuvo más bien como objetivo, más que la exposición sistemática de su pensamiento, el ejercicio de un análisis filosófico riguroso y crítico de los diversos problemas fundamentales con que se enfrenta el pensamiento humano, aplicando el principio del «constructivismo lógico»: los enunciados compuestos se explican desde su reducción a enunciados simples; de igual manera, la mejor forma de analizar los problemas filosóficos es reducirlos a problemas básicos y fundamentales.

Pueden distinguirse dos períodos muy diferenciados en su producción intelectual. El primero, el período de estructuración de la lógica, que emprende tras un breve lapso de tiempo inicial dedicado a la filosofía idealista, influido por el neohegelianismo de F.H. Bradley, dominante en aquellos años en Inglaterra, y que abandona animado por G.E. Moore para establecerse en el realismo. Se caracteriza este período por sus investigaciones sobre la fundamentación lógica de las matemáticas, correspondiente a las obras Los principios de las matemáticas y Principia Mathematica. Frutos notables de la reducción de la matemática a la lógica son, aparte naturalmente de la sistematización de la lógica moderna, la exposición de la llamada paradoja de Russell, la teoría de tipos y la teoría de las descripciones definidas; conjunto de teorías que son, sin duda alguna, la aportación más importante de Russell al pensamiento filosófico. El segundo período se inicia con la publicación de Los problemas de la filosofía -obra que comienza con la pregunta, de tan claro espíritu cartesiano, «¿Hay en el mundo algún conocimiento tan cierto que ningún hombre razonable pueda dudar de él ?»-, en la que aplica el constructivismo lógico a los fundamentos de la teoría del conocimiento.

Sostiene Russell que hay dos clases de conocimiento: «conocimiento por familiaridad» (knowledge by acquaintance) y «conocimiento por descripción» (knowledge by descriptio; ver texto 1 y texto 2).El primero es directo, de «cosas», producidopor el contacto con los datos sensoriales (sense data: el color blanco, por ejemplo, de una hoja de papel, o un sonido concreto), y que extiende tanto al yo -afirmación que, posteriormente, rechaza- como a los conceptos universales (la «blancura», por ejemplo, propia de todos los objetos blancos, o el «la» musical). El segundo consiste en el conocimiento de «verdades» o enunciados referibles al objeto que conocemos directamente; entre los ejemplos de ese tipo de conocimiento, enumera el propio de los objetos físicos y el de las otras mentes, que nunca es un conocimiento directo, sino inferido del conocimiento que aportan los datos sensibles. Sólo el primer tipo de conocimiento se refiere directamente a la experiencia, mientras que todo lo que es conocido por descripción, aparte de ser problemático, se funda en el conocimiento de las cosas directamente conocidas que supone.

Los objetos físicos, tanto los que considera la ciencia física como los que tiene en cuenta el sentido común, no son directamente conocidos por la experiencia, sino que son conocimiento por inferencia. En un principio, en la época de Los principios de la filosofía, Russell afirma que son conocidos a modo de causa de los datos de los sentidos; posteriormente, en Nuestro conocimiento del mundo externo, obra publicada dos años después de Los problemas de la filosofía, y aplicando lo que considera su principio de economía del pensamiento, sostiene que los objetos físicos, más que inferencias, son construcciones lógicas y sustituye los sense datapor los sensibilia, entendiendo por tales los mismos datos sensoriales en cuanto potenciales y permanentes. En Análisis de la mente (1921),las inferencias toman el lugar de las construcciones lógicas (ver cita), porque deja de recurrir a los datos sensibles y los sensibilia y los sustituye simplemente por la sensación o la percepción, abandonando la teoría del conocimiento como relación (en la que un sujeto conoce o es consciente de los datos sensoriales; ver texto). En la misma obra se adhiere a la teoría del monismo neutral, defendida por William James, según la cual lo mental y lo físico pertenecen a una misma materia primordial, para suponer que los procesos mentales y los hechos físicos no son fundamentalmente distintos, no siendo la mente y el objeto físico, de nuevo, más que maneras de organizar lo percibido o lo que llamamos experiencia, que no es propiamente ni mental ni físico, sino algo más primitivo que ambas cosas: mundo mental, si se organiza y relaciona mediante la memoria y los sentimientos, y mundo físico si se organiza y relaciona recurriendo a un principio causal (ver texto); desaparece así toda dualidad entre sujeto y objeto, abocándose a una suerte de fenomenismo, y Russell intenta explicar el conocimiento como un aprendizaje, apoyándose en teorías conductistas. En Investigación sobre el significado y la verdad (1946) sustituye «conocimiento directo» y «conocer» por «notar», identificando el notar con la variación de conducta con que un organismo vivo, a diferencia de la materia no viva, reacciona ante un estímulo.

Posteriormente abandonará la reducción de las cosas físicas a fenómenos de conciencia o construcciones lógicas, para admitir su existencia, causalmente inferida, ahora no como cosas, objetos o hechos, sino como sucesos distintos de los sucesos mentales. Así, por ejemplo, en El conocimiento científico,donde distingue entre sucesos de la mente, o pensamientos, y sucesos del espacio-tiempo, o cosas (ver texto).

De esta forma plantea Russell, con muchos vaivenes de postura, la clásica cuestión empirista de la relación de nuestro conocimiento con la experiencia; todo conocimiento debe fundarse en la experiencia o ser lógicamente inferido de ella; y el análisis filosófico de tipo reduccionista que practica busca hallar los elementos más simples directamente relacionados con la experiencia.

En ética -dejando de lado la exposición de sus muy variadas convicciones morales sobre cuestiones sociales y políticas- sigue fundamentalmente el intuicionismo de G.E. Moore, sobre todo en la noción de bueno, como cualidad no natural indefinible sólo conocida por intuición (ver texto), y en el convencimiento de que la acción justa es aquella cuyas consecuencias son mejores (ver texto) y a Hume en la concepción de lo moral como lo que, en principio, «el agente aprueba» y lo inmoral como lo que «el agente desaprueba».

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Bibliografía

Del autor

  • Russell, Bertrand, Análisis de la materia. Taurus, Madrid, 1981.
  • Russell, Bertrand, Análisis del espíritu. Paidós, Buenos Aires, 1972.
  • Russell, Bertrand, Conocimiento del mundo exterior. Mirasol, Buenos Aires, 1964.
  • Russell, Bertrand, El conocimiento humano: su alcance y sus límites. Taurus, Madrid, 1968.
  • Russell, Bertrand, Ensayos filosóficos. Alianza, Madrid, 1991.
  • Russell, Bertrand, Fundamentos de filosofía. Plaza y Janés, Barcelona, 1972.
  • Russell, Bertrand, Historia de la filosofía occidental. Espasa Calpe, Buenos Aires, 1947.
  • Russell, Bertrand, Introducción a la filosofía matemática. Losada, Buenos Aires, 1945.
  • Russell, Bertrand, Investigación sobre el significado y la verdad. Losada, Buenos Aires, 1946.
  • Russell, Bertrand, La autobiografía de Bertrand Russell. Aguilar, Madrid, 1971.
  • Russell, Bertrand, La conquista de la felicidad. Espasa Calpe, Madrid, 1964.
  • Russell, Bertrand, La evolución de mi pensamiento filosófico. Alianza, Madrid, 1982, 2 ed.
  • Russell, Bertrand, La guerra nuclear ante el sentido común. Aguilar, Madrid, 1959.
  • Russell, Bertrand, La perspectiva científica. Ariel, Barcelona, 1969.
  • Russell, Bertrand, Los principios de la matemática. Espasa Calpe, Madrid, 1983.
  • Russell, Bertrand, Los problemas de la filosofía. Labor, Barcelona, 1986.
  • Russell, Bertrand, Lógica y conocimiento. Taurus, Madrid, 1981.
  • Russell, Bertrand, Misticismo y lógica. Paidós, Buenos Aires, 1967.
  • Russell, Bertrand, Obras completas. Aguilar, Madrid, 1974.
  • Russell, B., Religión y ciencia. FCE, México, 1973.
  • Russell, Bertrand, ¿Tiene el hombre un futuro?. Aguilar, Madrid, 1963.

Relaciones geográficas

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