Es la sustitución de una teoría, de un conjunto de fenómenos o de una idea en general por otra teoría, conjunto de fenómenos o noción más simple o básica, respectivamente, que, al ser o más conocidos y menos problemáticos, no sólo sustituyen con ventaja a los primeros, sino que hasta suponen su eliminación: conocer aquello a que algo se reduce hace inútil conocer aquello que hemos reducido a otra cosa. Se interpreta como una aplicación del principio de la navaja de Occam, según el cual «no hay que aumentar los entes sin necesidad»; la reducción es, por consiguiente, una simplificación. En el ámbito filosófico, interesan sobre todo determinadas reducciones: fenómenos vitales a fenómenos fisicoquímicos; fenómenos psíquicos o mentales a estados del cerebro; psiquismo humano a conducta observable; términos teóricos a observacionales. Los reduccionismos son también una forma de positivismo.
Noción y postura opuesta a reduccionismo es holismo.
Quine menciona un reduccionismo importante en teoría de la ciencia: el que llama «dogma del reduccionismo», que afirma que todo enunciado con sentido debe referirse a la experiencia inmediata (ver cita).
La «reducción eidética» de la fenomenología es un método propugnado por Husserl para llegar al conocimiento de las cosas mismas.
Bibliografía sobre el concepto
- Morin, E., El paradigma perdido: el paraíso olvidado. Ensayo de bioantropología. Kairós, Barcelona, 1974.