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Proceso de adquisición de nuevas pautas de conducta, más o menos permanentes, por medio de la experiencia. Más simplemente, se define como la modificación del comportamiento. Se considera que se ha aprendido una pauta de conducta, o que se modifica el comportamiento, cuando una determinada pauta se convierte en una respuesta más probable que otra ante determinada situación o estímulo. Se excluye del aprendizaje, por definición, toda conducta o variación de la misma debida al instinto, o a razones biológicas, farmacológicas o debida a una lesión. Sujeto de aprendizaje es no sólo el individuo, sino también la colectividad o el grupo social, y es tema de discusión, entre los autores, si sólo el hombre puede aprender o si todo en el hombre es aprendizaje; y si todo en los animales es instinto o si y hasta qué punto la conducta instintiva de los animales es capaz también de aprendizaje. Karl Lorenz y Nikolaas Tinbergen utilizan el concepto de imprinting (impronta, improntación, acuñación), que aplican a fenómenos que sólo se producen en determinados períodos de la vida del animal denominados «períodos sensibles», y que son una mezcla de instinto y aprendizaje: por instinto, un ganso Anser ansera recién salido del huevo sigue al primer ser u objeto que pasa por delante y, por aprendizaje, imita movimientos y conductas de su modelo. Por esto hablan de la «disposición innata a aprender» y de la «adaptabilidad» del comportamiento animal. Aunque estos autores rechazan la existencia de imprinting en el hombre, otros admiten la posibilidad de fenómenos de impronta en el ser humano, en especial en el período infantil, que sería el punto de enclave de las llamadas «conductas de apego»; John Bowlby, por ejemplo, ha elaborado una teoría sobre el vínculo afectivo, entre hijo y madre, que recurre a estos conceptos (ver cita).


Diversas teorías pretenden explicar en qué consiste el proceso de adquisición de nuevas pautas de comportamiento. Se distinguen dos grupos fundamentales de teorías: las de tipo asociacionista y las de tipo cognitivo. Al primer tipo se adscriben dos grandes grupos: las teorías de la contigüidad y las del refuerzo; al segundo tipo, las que se inspiran en la teoría de la Gestalt.

En las teorías asociacionistas o conexionistas se parte del supuesto, propio del conductismo, de que toda conducta es una respuesta a un estímulo y de que el principio fundamental del aprendizaje lo constituye el condicionamiento clásico. Para John B. Watson (1878-1958), su representante más significativo, aprender es establecer como reflejos condicionados series cada vez más complejas de estímulo-respuesta. De esta manera pueden aprenderse no sólo conductas mecánicas complejas como andar, sino también reacciones emocionales o maneras emotivas de reaccionar ante diversas situaciones. Adquirir conocimientos de tipo intelectual no es otra cosa que aprender secuencias de conceptos y de palabras que son respuesta a estímulos condicionados. Y, en general, aprender consiste en adquirir nuevos reflejos y en aumentar los estímulos capaces de condicionar respuestas, mediante la técnica del reflejo condicionado, cuyo punto central es la asociación por contigüidad entre estímulo incondicionado, estímulo condicionado y respuesta condicionada. Edwin R. Guthrie (1886-1959) sigue sustancialmente la misma orientación que Watson, con la única diferencia, en cuanto a la contigüidad, de que sostiene que hay aprendizaje siempre que se presenten juntos el estímulo (condicionado) y la respuesta (ver ejemplo).

Las teorías del refuerzo, que están también dentro de la tradición asociacionista, son las sostenidas principalmente por E.L. Thorndike, (1894-1949) y B.F. Skinner (n. 1904), ambos fundamentados en el llamado condicionamiento instrumental, también llamado aprendizaje por ensayo y error. Thorndike, partiendo del hecho de que el placer y el dolor son determinantes básicos de la conducta, establece que el refuerzo, o el éxito, también lo es para el aprendizaje. Formula las leyes del aprendizaje como ley del efecto y ley de la frecuencia. Según la ley del efecto, la respuesta a un estímulo se refuerza cuando es satisfactoria y, según la ley de la frecuencia, la conexión entre estímulo y respuesta se consolida por la repetición y se debilita por el desuso. Skinner introduce el concepto de aprendizaje por conducta operante o condicionamiento operante, destacando el papel que desempeña, como reforzador, el estímulo incondicionado. La conducta se llama operante cuando no es mera respuesta a un estímulo, sino que actúa sobre el medio desencadenando una alteración del mismo que opera como refuerzo (ver texto  ). Es característico del condicionamiento operante la introducción de programas de refuerzos, consistentes en una distribución adecuada de los refuerzos. Si hay refuerzo para cada respuesta, se le llama continuo; si el refuerzo sólo sigue a determinadas repuestas, se llama intermitente. Dos aplicaciones importante de las teorías de Skinner son: la terapia aplicada a trastornos de la conducta de los individuos, que extinguen aquellas conductas que no se desean y refuerzan las que se desean, y las llamadas técnicas de aprendizaje programado, que han sido el fundamento de las máquinas de enseñar. En el terreno social, Skinner ha sugerido también el empleo de técnicas colectivas de mejora de la sociedad, situación que ha ejemplificado en su novela Walden II (1948), donde describe una organización social utópica basada en principios de condicionamiento operante.

A las teorías cognitivas del aprendizaje se las denomina también teorías del aprendizaje por comprensión. Surgen con el desarrollo de la teoría psicológica de la Gestalt, y son sus iniciadores Max Wertheimer, Wolfgang Köhler y Kurt Koffka. Esta tendencia psicológica fundamenta el aprendizaje en las mismas leyes de la percepción; preguntarse por cómo aprende un individuo es preguntarse también por cómo percibe en realidad una situación determinada, y así como la unidad perceptiva es la Gestalt, porque percibimos «formas», «configuraciones» o «totalidades», de la misma manera la unidad básica de aprendizaje es la estructuración de una totalidad adquirida en otra o en la sustitución de una por otra. En concreto, hay aprendizaje cuando hay comprensión global de una situación -y no meramente de cada una de sus partes- y reestructuración de la comprensión que ya se tiene, esto es, cuando hay una reestructuración perceptual. Los autores de la Gestalt han estudiado, en cuanto se refiere al aprendizaje, el fenómeno del insight, o intuición comprensiva súbita: W. Köhler lo estudió en chimpancés (ver ejemplo), en la isla de Tenerife, y G. Katona en humanos (ver ejemplo).


El conductista americano Clark L. Hull (1884-1952) ha construido una de las teorías más sistemáticas sobre aprendizaje, en realidad un verdadero intento de establecer una axiomática formal sobre el aprendizaje, que es fundamentalmente una teoría basada también en el refuerzo. La expone en Principles of Behavior [Principios de la conducta] (1943) y A Behavior System [Sistema de la conducta] (1952). Según él, toda conducta es siempre una respuesta a un estímulo, pero existen, además, otros factores que pueden estudiarse en un conjunto de postulados y teoremas, a los que llama «variables». En la versión reducida de esta teoría (según W.F. Hill) los estudia en cuatro etapas: a la primera etapa corresponden las variables independientes, como pueden ser determinadas situaciones del ambiente (privación de alimento, bebida, de compañero sexual, etc.) o variables de la estimulación en general, su intensidad, por ejemplo. La segunda etapa está constituida por las variables intervinientes, no observables, pero directamente influidas por las primeras; las principales son la fuerza del hábito, o de la costumbre, y el impulso. Por la primera entiende la fuerza de la conexión que se forma, debido a una práctica de refuerzos, entre el estímulo y la respuesta (abreviadamente descrito como EHR, donde H es el hábito, E estímulo y R respuesta). El impulso es un estado temporal de excitación del organismo, que se explica porque el cuerpo necesita algo o porque sufre una estimulación dolorosa (variables independientes). Al impulso llama Im y tiene la misión de aumentar la capacidad de acción del individuo. A estas dos variables intervinientes añade la motivación incentiva (abreviada como K), que mide la magnitud de la recompensa; una respuesta es, por ejemplo, tanto más activa cuanto mayor sea la recompensa que se espera. Las tres variables intervinientes, EHR, Im y K originan otra nueva variable interviniente, llamada potencial excitatorio (escrita como [math]E^P R[/math]), de modo que [math]E^P R = E^H R[/math] x [math]lm[/math] x [math]K[/math]

Esta ecuación sirve para calcular la probabilidad de una respuesta. Una respuesta está aprendida, y por tanto es más probable que otra, si está fijada por la costumbre y, además, nos vemos impulsados a realizarla llevados de una motivación interna y de la esperanza de una recompensa externa. La cuarta y última etapa la forman las variables dependientes, o los aspectos observables y medibles de la conducta. Son tres variables que Hull relaciona con el EPR: la amplitud o complejidad de la respuesta, la velocidad de la respuesta y el número total de respuestas o su resistencia a la extinción.

El conjunto de teorías de Hull, expuestas en los dos libros señalados, constituyen el mayor intento de matematización de la psicología, en la forma de sistema deductivo: consta de 17 axiomas (más bien postulados o hipótesis) de los que se deducen 17 corolarios y 133 teoremas.

Bibliografía sobre el concepto

  • Steiner, G., AprenderVeinte escenarios de la vida diaria. Herder, Barcelona, 1990.
  • Hill, W. F., Teorías contemporáneas del aprendizaje. Paidós, Barcelona, 1980.

Relaciones geográficas

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