Término creado por Freud para designar su teoría sobre el psiquismo y su práctica terapéutica. Apareció por primera vez en 1896, en un artículo sobre las psiconeurosis de defensa, y progresivamente irá incorporando los diversos sentidos que va adquiriendo la propia trayectoria freudiana.
Bajo esta denominación Freud distingue tres orientaciones: un procedimiento de investigación de los procesos psíquicos, un método terapéutico de las neurosis y una serie de teorías psicológicas y psicopatológicas que agrupaban las principales aportaciones de los métodos de investigación y de terapia. El principal acento de dicha definición se sitúa en el término investigación, como proceso de descubrimiento que se fundamenta en la práctica y busca alcanzar el estatuto de ciencia. Este trabajo de búsqueda da como resultado la formulación de la hipótesis del inconsciente como elemento determinante de la vida psíquica (ver texto ). El deseo inconsciente conforma al sujeto y lo constituye en esta distancia o fractura que abre entre su ser (deseo) y su decir (conciencia).
La primera investigación de Freud se centra en el estudio de los síntomas histéricos. Gracias a la hipnosis primero y, posteriormente, al mecanismo de asociación, Freud descubre el origen sexual e inconsciente de la causa de la enfermedad. Los enfermos neuróticos parecen enfermar a causa de una experiencia de seducción por parte de un adulto, un hecho que han olvidado por la acción de la represión. El abandono de este planteamiento del trauma y su sustitución por el de las fantasías sexuales reprimidas abre el campo de investigación al inconsciente y la sexualidad infantil, que se complementa con el descubrimiento de la transferencia como relación imaginaria que el paciente establece con el médico, una relación que se considerará indispensable para el éxito de la terapia. El desarrollo de la personalidad humana queda ligado al desarrollo de las diversas etapas de la sexualidad, que aparecen ligadas a las distintas zonas erógenas, es decir, a las distintas zonas corporales asociadas a la consecución de placer. Estas etapas son: la fase oral, la anal, la fálica y, tras un periodo de latencia, la genital.
El complejo de Edipo
Esta estructuración de las fases de la sexualidad se complementa con la dinámica de las identificaciones que encuentra su punto nodal en el complejo de Edipo, momento en donde se articula la problemática del falo con la castración, es decir, donde el niño descubre la diferenciación sexual y la ley que le impide acceder a su objeto amoroso. El complejo de Edipo viene determinado por el lugar que ocupa el falo (imagen o símbolo del objeto primordial) en el deseo de la madre, del hijo y del padre, en el transcurso de una dialéctica que se expresará bajo la modalidad de ser o no ser el falo (el hijo como objeto que complementa a la madre) y, posteriormente, de tener o no tener (aquello que tiene el padre y la madre desea). La separación entre el hijo y la madre se produce mediante la prohibición del incesto, una ley simbolizada por el padre bajo la amenaza de castración (ver texto ). Como consecuencia de esta represión originaria, el niño accede a lo simbólico en cuanto que sólo puede poseer su objeto perdido (la madre) mediante un sustituto que lo represente. El objeto de su deseo se ha desplazado al inconsciente por la prohibición paterna y, a partir de ahora, debe contentarse con nombrar metafóricamente a este objeto perdido, un nombrar que inscribe la dinámica del deseo en una relación sustitutoria de una parte (el objeto sustituto) por el todo (el objeto perdido).
A partir de este momento la subjetividad se presenta como escindida, fracturada entre el deseo inconsciente y aquello que lo nombra, que lo representa o simboliza. El yo de la conciencia es tan sólo una instancia de nuestra vida psíquica resultado de un proceso determinado por la relación que mantenemos con nuestros deseos inconscientes y con la realidad (principio de realidad). Complementariamente se encuentra el ello (deseos inconscientes) y el superyo o ideal del yo (interiorización de las normas y prohibiciones). La relación entre estas tres instancias se plantea en Freud como un juego de fuerzas, basado en un principio de economía regido por Eros y Thanatos. Las cargas libidinales tendrán que desplazarse de sus objetos originales censurados hacia otros que reciban la aprobación del superyo (sublimación) o bien simplemente reprimirse, hecho que no supone una supresión sino que dichos impulsos lucharán por conseguir una satisfacción a través del síntoma o de las distintas formaciones del inconsciente, como los sueños (ver texto ), el chiste o los lapsus.
Los deseos inconscientes, determinantes de la vida psíquica, son el objeto de la cura analítica, método basado en la preeminencia de la palabra en situación transferencial. El analista deberá «saber escuchar» el lenguaje de este saber «ignorado» por el propio paciente que lo sustenta. No se trata de interpretar, explicar o hacer consciente aquello que permanece oculto. Lo que está en juego es el descentramiento del sujeto respecto a lo que cree saber, o sea, una cierta experiencia del inconsciente. El análisis debe permitir al sujeto asumir su escisión constitutiva. Sólo reconociéndose como faltante podrá seguir viviendo, es decir, haciendo circular su deseo.
En las relaciones entre paciente y psicoanalista se opera el fenómeno de la transferencia, un tipo de relación donde se reproducen las vivencias afectivas y los conflictos que han estructurado el yo del paciente. La transferencia es un síntoma que, como el sueño, participa de los mismos mecanismos de formación y, por tanto, es un medio de conocimiento y de intervención de los deseos inconscientes. El trabajo del analista es utilizar dicha transferencia para desvelar su carácter fantasmagórico.
La difusión del psicoanálisis ha derivado en distintas escuelas y tendencias. Ya en tiempos de Freud se produjo la disidencia de Adler (psicología individual) y Jung (psicología de las profundidades). Otros discípulos de Freud como L. Binswanger (1881-1966), G.Groddeck (1866-1934) o W. Reich (1897-1957) originan distintas corrientes en la línea del psicoanálisis existencial, la medicina psicosomática y el freudomarxismo respectivamente. Del trabajo de Anna Freud en Inglaterra se origina una línea de investigación centrada en el psicoanálisis infantil, cuya figura más relevante es Melanie Klein. En Estados Unidos, la Escuela de Chicago desarrolla una psicología del ego (Lewenstein) que potenciará la cura analítica hacia la integración social. En Francia es una figura relevante Marie Bonaparte (1882-1962) y la disolución de la Sociedad Francesa (1953-1963) originará tres corrientes principales cuya figura más importante por su influencia en el pensamiento actual es Jacques Lacan, fundador de la Escuela Freudiana (1964) que se disolvió en 1980.
El psicoanálisis es una de las teorías más relevantes de nuestro siglo. Sus aportaciones al estudio del psiquismo humano y colectivo han supuesto un cambio radical en la concepción de la subjetividad y de la enfermedad. El hecho de afirmar lo inconsciente como estructurante del sujeto humano marca una ruptura definitiva con la concepción cartesiana de la racionalidad, entendida como conciencia y su correlativa división dualista entre pensamiento y cuerpo. La teoría freudiana ha contribuido radicalmente a la llamada crisis del sujeto con la que se define una de las características más importantes del pensamiento actual. Esta crisis se explicita a partir de Freud (uno de los llamados maestros de la sospecha) a través de la destitución de la conciencia como elemento exclusivo del saber sobre sí mismo (la conciencia de sí), de la afirmación del síntoma como fractura del sentido y de la división que se produce entre el saber y la verdad.
Bibliografía sobre el concepto
- Freud, S., El yo y el ello. Alianza Ed., Madrid, 1973.
- Coderch, J., Pluralidad y dialogo en psicoanálisis. Herder, Barcelona, 2006.
- Talarn, A., Psicoanálisis al alcance de todos. Herder, Barcelona, 2009.
- Black, D., Psicoanálisis y Religión en el siglo XXI. ¿Competidores o colaboradores?. Herder, Barcelona, 2010.
- Coderch, J., Teoría y técnica de la psicoterapia psicoanalítica. Herder, Barcelona, 2006.
Relaciones geográficas