(del latín providentia, de providere, ver con antelación, que traduce el griego Πρόνοια)
La acción de Dios sobre las cosas, los sucesos, las personas y el mundo mismo de forma tal que, sin menoscabo de la libertad humana, orienta todo a sus fines propuestos. Es un concepto propiamente cristiano, pero que halla sus orígenes en la filosofía griega, sobre todo en los sistemas teleológicos, como los de Platón y Aristóteles, y en especial en el de los filósofos estoicos, que sostienen la existencia de un principio activo en la naturaleza, Dios, que gobierna el mundo con su finalidad. Este gobierno de Dios sobre las cosas y el hombre implica, en la filosofía griega, anulación de la libertad en el hombre, quien, como contrapartida, logra la ataraxia al saber aceptar su destino.
La teología cristiana procura cambiar esta noción necesitarista de la providencia, haciéndola conciliable por definición con la libertad del hombre, cosa que logra con el desarrollo de los conceptos doctrinales de «conservación del mundo» y del «concurso divino». Conservación del mundo significa que el mundo, tras ser creado por Dios, queda en una relación esencial de dependencia con él, que lo conserva en su ser, sin que esto suponga anular la intervención de la causalidad de las cosas naturales. Por el concurso divino, Dios providente dirige la voluntad humana sin interferir en su libertad; doctrina que, pese al conflicto conceptual que supone -que da origen a las discusiones históricas sobre el modo como se concilia la libertad humana con la providencia divina, y a las disputas sobre la gracia- está constantemente afirmada por la teología cristiana y confirmada por el magisterio eclesiástico, sobre todo en el concilio Vaticano I, que la sostiene contra el ateísmo y el deísmo.
Son considerados sustitutos de la noción de providencia ciertas teorías filosóficas como la de la armonía preestablecida, de Leibniz; la idea de progreso, inevitable en la historia, propia de la Ilustración; o la astucia de la razón, en Hegel, que combina la acción del individuo con el sentido de la historia.
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