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(del griego θεὁς, theós, dios, y de la a privativa: sin dios). En el aspecto teórico, es la negación de la existencia de Dios o de la posibilidad de conocer su existencia, o hasta la afirmación de que «Dios» es un concepto carente de sentido. En su aspecto práctico, coincide con la indiferencia religiosa de quien vive de forma que no tiene en cuenta para nada el concepto de Dios. Ateo es, pues, quien sostiene, en la teoría o en la práctica, que «Dios no existe».

Son teóricamente ateos todos aquellos sistemas filosóficos que se fundamentan en el materialismo o en el monismo materialista, como por ejemplo, en la antigüedad el atomismo, el epicureísmo, T. Campanella, en el Renacimiento, el materialismo francés de la Ilustración, los hegelianos de izquierda, como Feuerbach y Marx, el materialismo dialéctico; lo son también el existencialismo, por lo menos en autores como Camus y Sartre, influidos por Nietzsche; el panteísmo en general y el idealismo alemán en cuanto identifica el absoluto con la conciencia humana (ver Atheismusstreit). En el ateísmo teórico, o filosófico, la negación razonada de la existencia de Dios se considera totalmente coherente con las afirmaciones básicas del propio sistema filosófico, o bien simplemente se considera incompatible con el sistema la afirmación de la existencia de Dios, o hasta la misma noción o concepto de Dios. En este sentido, son de notar los denominados ataques globales al teísmo, que sostienen que no sólo es improbable la existencia de Dios, sino que es imposible, por tratarse de un concepto incoherente o contradictorio. Así, Kai Nielsen y M. Durrant, para quienes este concepto carece totalmente de sentido al no poder nosotros señalar ningún referente de Dios; o A. Flew, quien afirma que la noción de «ser perfecto», el ser que posee todas las perfecciones, incluidas por tanto las contradictorias, es también contradictoria, o bien que la noción cristiana de Dios creador y omnipotente es incompatible con la libertad humana.

Sostienen, por otro lado, un ateísmo práctico, además del teórico, aquellos sistemas filosóficos que propugnan una visión del mundo de la que se excluye positivamente la idea de Dios: Nietzsche, que proclama una moral cuyo punto de partida es que «Dios ha muerto»; el existencialismo del que Sartre afirma que es la consecuencia coherente de la inexistencia de Dios, o el marxismo, para el que la crítica a la religión es la condición previa de toda crítica. Se suele hablar también de un ateísmo postulatorio, a saber, aquel que supone que la negación de la existencia de Dios es una premisa o postulado del propio sistema; éste es el caso, por ejemplo, del existencialismo de Sartre.