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Doctrina filosófica que concibe la naturaleza análogamente a los organismos, o como un gran organismo. También se da un organicismo social que igualmente concibe la sociedad al modo de un organismo. Las concepciones organicistas son de tipo holista, e interpretan el conjunto de la naturaleza o de la sociedad comportándose como una totalidad organizada en la que cada una de las partes remite al todo que es quien las dota de sentido, a la vez que es irreductibe a la mera suma de ellas. Puede distinguirse entre un organicismo ontológico, que consideraría el mundo como un gran organismo (en la línea de la tradición de las creencias de un alma del mundo), y un organicismo epistemológico, que solamente sustenta que el mundo o la sociedad pueden entenderse como si de organismos se tratasen. En este último caso la comparación con un organismo es solamente entendida como un modelo heurístico y no como una descripción de lo real. También puede hallarse una correspondencia entre el organicismo y ciertas formas de biologismo. Por otra parte, este término también designa una de las teorías alternativas de la evolución, como la formulada por A. Vandel y, en cierta medida, defendido por J. Monod.

El organicismo entendido como descripción del mundo es una teoría muy antigua, ya que las comparaciones del cosmos con un ser vivo aparecen prontamente en la historia del pensamiento, y en cierta forma ya está presente en el hilozoísmo de los milesios. Pero es Anaxágoras, que elabora una concepción filosófica basada en el modelo de la biología, quien le da una forma más acabada. Posteriormente, en el Timeo, Platón adopta también una perspectiva organicista tanto cosmológica como social. En el Renacimiento, con M. Ficino, T. Campanella y G. Bruno), reaparecen tesis organicistas generalmente asociadas a concepciones mágicas y animistas, y a la tesis según la cual el microcosmos es un reflejo del macrocosmos. En la época moderna, y como oposición a las concepciones mecanicistas y las insuficiencias del reduccionismo físico-químico, reaparece un cierto organicismo (es el caso de Schelling) pero va perdiendo sus características anteriores, de manera que más que defender que la naturaleza, la sociedad o la civilización son organismos, se considera las tesis según las cuales la comprensión de estas totalidades debe hacerse a partir del principio según el cual el todo es superior a sus partes. Desde esta perspectiva el organicismo impregna la filosofía del romanticismo, y se opone tanto al vitalismo, como a toda forma de animismo y al mecanicismo. En realidad, mientras que las concepciones de corte mecanicista parten del paradigma de la mecánica como ciencia, las concepciones organicistas se basan en el patrón suministrado por la biología, considerada como irreductible a mera mecánica.

En la época contemporánea el organicismo considera que la vida es la organización misma del organismo (Claude Bernard) y, como concepción general, ha sido defendido por filósofos como Whitehead, que considera la naturaleza como un sistema. Desde esta perspectiva, esta tesis también debe entenderse como una oposición al mecanicismo y al positivismo, y se opone a la mera reducción de los organismos a la suma de sus partes. Whitehead mismo definió su filosofía como organicismo, y consideró el universo de manera procesual dinámica, de una manera que recuerda en ciertos aspectos la monadología de Leibniz, aunque la metafísica de Whitehead más que sustancialista es relacionista y se inspira en la teoría de la relatividad. Abundando en la noción de sistema, Bertalanffy propuso una «teoría general de los sistemas» que puede considerarse organicista.

En sociología, algunos autores, como Comte, Spencer o Durkheim, han sido considerados como organicistas sociales, ya que han entendido la sociedad como si de un organismo se tratase, en el sentido antes explicado, y remarcando siempre que se trata solamente de una mera analogía. En cierta forma, la filosofía de la historia de Spengler o de Toynbee pueden también relacionarse con el organicismo.

En psicología este término adquiere dos significados distintos: por una parte, designa algunas corrientes que, como la psicología de la gestalt, dan prioridad al todo por encima de cada una de sus partes, de manera que se opone al atomismo psicológico. Por otra parte, designa la concepción que enfatiza el papel de los diversos factores orgánicos, fisiológicos, anatómicos y bioquímicos en la aparición y génesis de los procesos psíquicos. En los inicios de la psicología científica se tendió a la acentuación de la polémica entre organicistas (como Lombroso, por ejemplo) y los antiorganicistas. Posteriormente el antiorganicismo se basó en el psicoanálisis freudiano para destacar aspectos psíquicos no plenamente orgánicos. Actualmente, a raíz de los nuevos descubrimientos en bioquímica y genética, la pugna entre ambas corrientes tiende de nuevo a favorecer el organicismo, aunque sin caer en las formas burdamente reduccionistas anteriores, y se enmarca en el contexto de las polémicas de las relaciones mente-cuerpo.



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