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(del griego φύσις, physis. Procede de la raíz indoeuropea bhû que en sánscrito significa nacer, producirse algo, brotar, o como sustantivo: lugar, estado. En este sentido puede traducirse por naturaleza -del latín nascor- que también significa nacer, generar)

En su primera acepción, pues, la physis designa tanto el origen como el desarrollo de cualquier cosa o proceso. Especialmente éste es el sentido que adquiere en la primera filosofía presocrática, razón por la que Aristóteles les llama los físicos (refiriéndose a los jónicos, Empédocles, Anaxágoras y los atomistas, y excluyendo a los eleatas y los pitagóricos: Física, 184b 17). En cuanto que para los milesios la physis es la causa de todo movimiento y de toda vida, esta noción va unida a su hilozoísmo.

En el período sofista la physis se contrapone al nomos, como aquello que tiene su razón de ser en sí mismo respecto de lo que es fruto de un convenio, acuerdo o convención. De ahí que Antifonte afirme que mientras las leyes humanas pueden ser transgredidas, las leyes de la physis no pueden serlo (ver naturaleza y convención).

Aristóteles

Para Aristóteles mismo la physis es la causa inmanente de todo cambio, por tanto, del reposo y del movimiento (Física, 192b 13 y ss., ver texto ). O dicho de otra manera, es la esencia de los seres que poseen en sí mismos el principio de su movimiento. Ello permite distinguir las cosas que son por physis, de las cosas que son por techné (τέχνη), o cosas artificiales y que implican la intervención de la actividad humana. También las cosas que son por physis se distinguen de los entes no engendrados o eternos, objeto de estudio de las matemáticas y la filosofía primera. En lo que es natural rige el principio inmanente del cambio que impulsa dichas cosas hacia la realización plena de su propia esencia en función de un fin (teleología), mientras que lo que es artificial (por τέχνη) es un mero artefacto que no posee en sí mismo actividad, y en la medida en que la posee es porque accidentalmente está constituido por madera, hierro, tierra o cualquier otro elemento natural.

Posteriormente los estoicos relacionarán la physis con el fuego (Πύρ) y, en cuanto que principio activo, la asociarán con el logos (λόγος). La ética, según ellos, deriva de las leyes de la misma physis, y el sabio es quien sigue los designios de la naturaleza. Por su parte los neoplatónicos conciben la physis como la parte más inferior del alma, en contacto con lo que ya casi propiamente no es, razón por la que Plotino define la physis como el alma fuera de sí. En el cristianismo, fuertemente influenciado por el estoicismo y el neoplatonismo, se tiene en cuenta, no obstante, la necesaria separación entre Dios creador y naturaleza creada, puesto que se trata de una teología de la pura trascendencia, no de la inmanencia propia del pensamiento pagano. De ahí la famosa división entre natura naturans y natura naturata.

En la época contemporánea Heidegger ha señalado que la antigua noción de physis no debe entenderse simplemente como un nacer sin más, ni con la fuerza o poder que engendra este nacer, sino que, en relación con la concepción del ser como presencia, Heidegger dice que la physis es un nacer entendido como salir a la luz lo oculto y, por tanto, es un desocultamiento (en relación con la noción de alétheia- ἀλήθεια-), un hacerse presente, como lo destaca el aforismo de Heráclito: «la naturaleza se complace en ocultarse». De esta manera la physis destaca el ser de lo ente, o delimita lo propiamente verdadero porque nace de sí mismo.