Kant: filosofía de la historia y de la religión

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Extractos de obras

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La respuesta de Kant a la pregunta ¿Qué puedo esperar?, que se plantea después de haberse preguntado por ¿Qué puedo saber?, ¿Qué debo hacer?, y que, en principio, se deduce de los postulados de la moral.

A las cuestiones sobre el deber moral sigue la pregunta por el destino del hombre, o su futuro, y por lo que puede el hombre esperar en su futuro o el sentido que pueda verle a su futuro. En principio, al hombre le está permitida la esperanza de poder ser realmente aquello que de algún modo «debe ser». Y lo que el hombre debe ser puede contemplarse en una doble perspectiva, según consideremos el dominio interno o externo de la libertad. Por ello, lo que cabe esperar se desdobla también según estos dos ámbitos de la libertad: lo que puedo esperar en el tiempo, donde la libertad se desarrolla externamente sobre todo en forma de derecho, o de sociedad regulada por el derecho, y lo que puedo esperar fuera del tiempo, donde la libertad interna progresa indefinidamente como moralidad o como virtud (ver cita). Fuera del tiempo, la esperanza se abre -según Kant- a la posibilidad de un bien supremo logrado únicamente en la eternidad; a esto responde la filosofía de la religión. En el tiempo, la esperanza se concreta en el desarrollo de la libertad humana que da sentido a la historia; a esto responde la filosofía de la historia.

Filosofía kantiana de la historia Las ideas que Kant elabora sobre la historia, la sociedad y la cultura representan su punto de vista sobre el conjunto de estos temas desde una consideración a priori. Las principales obrasde Kantsobre este tema son: Idea de una historia universal desde el punto de vista cosmopolita(1784), Comienzo verosímil de la historia humana (1786) y El conflicto de las facultades (1798).

La moralidad supone la inmortalidad, pero también la historia, porque ambas se fundamentan en la capacidad o posibilidad que el sujeto racional tiene de desplegar las potencialidades de su libertad. Los planos en que una y otra se desarrollan, sin embargo, son distintos, puesto que la reflexión sobre la inmortalidad se hace desde la consideración del hombre como ser inteligible, mientras que la reflexión sobre la historia tiene en cuenta la temporalidad humana, la pertenencia del hombre al mundo fenoménico. En este aspecto, racionalidad y libertad humanas no son algo ya dado al hombre, por el mero hecho de serlo y que él posea plenamente desde un comienzo; son más bien ideas reguladoras de la conducta, o ideales del hombre, como lo es también la misma idea de humanidad. A ellas tiende el hombre, por ellas se esfuerza, no siempre como individuo, pero sí como especie humana a lo largo del tiempo; el desarrollo y el logro de estos ideales constituye la historia humana o lo que da sentido de la historia. Y ésta es la razón de que haya progreso en la historia (ver texto).

A lo largo de la historia, el hombre -la especie humana- desarrolla sus disposiciones naturales. Kant distingue tres clases de ellas: la disposición a la animalidad, por la que el hombre procura por su propia supervivencia biológica; la disposición a la humanidad, con la que desarrolla su vida social, y la disposición a la personalidad, en la que el hombre, además de social, es moral. A estas disposiciones corresponden tres capacidades: la capacidad técnica, con la que el hombre domina la naturaleza y se relaciona con las cosas; la capacidad pragmática, con la que el hombre aprende a convivir con los demás, relacionándose con los otros hombres a manera de medios, y la capacidad moral, con la que el hombre es persona libre que se relaciona con los demás hombres considerados como fines en sí mismos.

El hombre dispone del tiempo para desarrollar todas estas capacidades; no el individuo, sino a la especie, puesto que la vida individual no es suficiente para el desarrollo pleno de estas disposiciones. Lo que no está al alcance del individuo parece que puede lograrlo la naturaleza, la especie, a lo largo del tiempo. Para ello es necesario que exista en la naturaleza una intención o finalidad o un plan oculto, hacia el cual tienda la especie pese al egoísmo de los hombres individuales.

¿Cómopuedehaber finalidad en una naturaleza que no está sometida más que a causas meramente mecánicas? Vemos la naturaleza como un todo que busca la finalidad del conjunto, por razón de que vemos finalidad en algunas de sus partes; pero Kant la justifica en su Crítica del juicio, porque la ve como una función mediadora entre la naturaleza y la libertad humana. Pensar una naturaleza realmente sometida a causas mecánicas «como si» en ella hubiera finalidad hace posible explicar los avatares de la historia humana desde una racionalidad que no siempre se observa en los individuos humanos; si los hombres particulares no pueden desarrollar toda su racionalidad -«no sabe uno qué concepto formarse de nuestra especie», dice Kant-, algunas de cuyas formas son la convivencia en sociedad y el desarrollo como personas morales, la moralidad que domina al hombre nos permite abrigar la esperanza, no ya de un desarrollo total en otra vida, sino también de un desarrollo «adecuado» por lo menos para el hombre como especie, a lo largo del tiempo. La finalidad, este «fin supremo de la naturaleza», lo ve Kant en una constitución estatal interiormente y exteriormente perfecta, en un estado de ciudadanía mundial, dondesea posible el pleno desarrollo de todas las capacidades humanas (ver texto ); los medios con que la naturaleza consigue este fin oculto es el antagonismo entre los hombres, la discordia y oposición constante, debidas a su insociable sociabilidad: el afán de instituir sociedades y permanecer, no obstante, aislados (ver texto ). Al hombre no le queda más remedio que construir lazos sociales o formas nuevas de sociedad con las que pueda superar la tendencia a la discordia, armonizando libertad y coerción. Del esfuerzo constante por superar la tensión que genera la insociable sociabilidad nace la «libertad bajo leyes», única forma posible de libertad social, y también la cultura, el arte y el «más bello orden social», en donde la sociedad se convierta en un «todo moral» y el mundo en un Estado en el que puedan desarrollarse todas las disposiciones del hombre.

Este «Estado de derecho público universal» no es sólo una esperanza del hombre, sino también un deber, y la misma idea de «paz perpetua» no ha de ser una mera fantasía vana, sino un problema que ha de resolverse con el esfuerzo de «instaurarla» cada día y el de mantenerla constantemente como presupuesto fundamental del progreso de la historia humana, termina diciendo Kant en La paz perpetua.

Filosofía kantiana de la religión

En sentido estricto, a la filosofía de la religión corresponde la pregunta ¿Qué me está permitido esperar?, tal como expresa Kant en una carta a un profesor de teología de Gotinga, C.F. Stäudlin (4 de mayo de 1793), afirmando que a ella intenta responder con su obra La religión dentro de los límites de la mera razón (1792).

A Kant se le considera el iniciador de la filosofía de la religión, y sus principales afirmaciones al respecto pueden resumirse en tres puntos fundamentales:

1) No es posible demostrar racionalmente la existencia de Dios. En la Crítica de la razón pura(ver cita)critica los diversos intentos de argumentar teóricamente pruebas de la existencia de Dios. En el Prólogo de la segunda edición, dice que sólo si se elimina la excesiva pretensión de la razón teórica de conocer la existencia de un ser supremo, tiene sentido la «exigencia» que de ella hace la razón práctica: «Tuve que suprimir el saber para dejar sitio a la fe» (ver cita); a «Dios» no se le puede probar.

2) Sólo es posible «creer» en la existencia de Dios como un postulado de la moral. A esta exigencia como postulado llama Kant «prueba moral» y la idea fundamental es que la moralidad conduce inevitablemente a la religión; a «Dios» se le puede postular.

3) La relación que existe entre moral y religión la precisa en la Crítica de la razón práctica (ver texto 1 , texto 2 y texto 3 ), en la Crítica del juicio (ver texto ), y sobre todo en La religión dentro de los límites de la mera razón como el punto de unión entre felicidad y moralidad: «La esperanza de la felicidad sólo se inicia con la religión».

La religión de la que habla Kant es la «religión de la mera razón», una «religión racional», aquella que hace coincidir con «el cumplimiento de todos los deberes humanos como mandamientos divinos» (ver deísmo). En esta religión no caben milagros, misterios o medios sobrenaturales (ver texto ); la Iglesia que corresponde a esta religión natural no es sino una «comunidad ética» de «hombres bienintencionados». Cualquier otra religión no es sino ilusoria (ver texto ). Es la religión de los hombres de la Ilustración.

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