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(del latín spiritus, soplo de aire, hálito, aliento, respiración, término con que se traduce en la tradición filosófica el griego πνεῦμα , pneuma, con igual significado y uso)

En un sentido amplio, lo inmaterial, que en las diversas fases de la historia del pensamiento se ha interpretado de muy diversas maneras. En la filosofía griega, nous, pneuma y psykhé (a los que se añade logos, y en la filosofía romana mens, animus, ratio, intellectus, anima) representan el origen de la noción de este principio, que se va configurando como aquello que «no es naturaleza» o que lo es de un modo «distinto». Lo que es entre los griegos mezcla de sustancia corpórea e incorpórea -entre los estoicos, por ejemplo, el pneuma es un hálito de aire ígneo que llena el mundo, igual que la miel llena los panales, pero al que incumbe sobre todo la función de pensar y el conocimiento-, se convierte, con el cristianismo, en sustancia inmaterial totalmente incorpórea, cuyo grado máximo de perfección es Dios, uno de cuyos nombres es «Espíritu Santo». La filosófica escolástica identifica el espíritu humano con el alma, sustancia incorpórea, principio vital y racional y forma del cuerpo, incorruptible y, por tanto, inmortal; toda la doctrina escolástica sobre el espíritu se basa en la idea de alma, y toda la doctrina sobre el alma se muestra dependiente de Platón. La noción de espíritu, contrapuesta a la de alma, como lo típicamente humano, es más bien propia de la ilustración y del idealismo alemán. Espíritu es, en los ilustrados, la misma capacidad humana de percibir, conocer, comunicar y relacionarse, esto es, el desarrollo y el progreso de la razón a lo largo de la historia, sometida a la «luz» de la instrucción y liberada de las oscuridades de los prejuicios y la superstición (ver cita).

G.W.F. Hegel

Hegel pone el acento en la subjetividad: la razón es conciencia, espíritu; de hecho es lo único real, el Todo, la Idea que se despliega en sus diversos momentos a lo largo de la historia, la cual no es más que «explicitación y realización del Espíritu universal». Su filosofía del espíritu distingue: espíritu subjetivo, espíritu objetivo y espíritu absoluto, y analiza sus diversas manifestaciones.

El planteamiento hegeliano concilia dialécticamente «espíritu» y «naturaleza», que la tradición trata normalmente como extremos opuestos: la naturaleza es un momento del desarrollo temporal del espíritu; el espíritu es la «verdad» de la naturaleza. (Ver Ver esquema más abajo ↓).

Después de Hegel, Kierkegaard critica la visión idealista y revaloriza el individuo singular según lo entiende la tradición cristiana; el materialismo dialéctico explica el espíritu como un producto elevado de materia orgánica y, en su versión de conciencia, como producto social; Dilthey ve en las ciencias del espíritu, como contrapuestas a las ciencias de la naturaleza, la oportunidad de llegar a conocer científicamente, mediante una metodología apropiada, la peculiaridad del espíritu humano en cuanto se desarrolla en la historia, partiendo de supuestos más cercanos a Kant que a Hegel.

Esquema de la división hegeliana del Espíritu ↓
HegelEspiritu.PNG

Bibliografía sobre el concepto

  • Valdecantos, A., El saldo del espíritu. Capitalismo, cultura, valores. Herder, Barcelona, 2014.
  • Pérez-Borbujo, F., Veredas del espíritu: de Hume a Freud. Herder, Barcelona, 2009.