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Nacimiento:1 enero 204en LicópolisMuerte:1 enero 270en Campania

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(Πλωτίνος)

Filósofo de origen egipcio, nacido probablemente en Licópolis, aunque de lengua y cultura griega. Se le considera el fundador del neoplatonismo. A los veintiocho años ingresó en la Escuela de Alejandría, donde permaneció durante once años siendo discípulo de Ammonio Saccas. Se enroló en el ejército del emperador Gordiano III para participar en las campañas contra Persia, aunque su verdadera motivación era la de conocer el mazdeísmo y la cultura persa. Después del fracaso militar de la expedición, viajó a Antioquía y finalmente se instaló en Roma, donde residió hasta su muerte, ocurrida en la Campania.

Durante los primeros años de su estancia en Roma se limitó a repetir las enseñanzas de su antiguo maestro Ammonio Saccas, aunque sin plasmarlas por escrito, ya que una antigua promesa efectuada entre los discípulos de Ammonio les prohibía difundir sus doctrinas. Pero cuando otro discípulo rompió la promesa, Plotino comenzó a escribir, aunque sus obras solamente nos son conocidas gracias a la recopilación efectuada por su discípulo y biógrafo Porfirio, quien las agrupó por orden temático (no cronológico) en seis grupos de nueve tratados monográficos cada uno, razón por la cual se conocen como Enéadas (en griego nuevo es ennéa). La primera Enéada está dedicada a la moral, y está precedida por una biografía de Plotino, que sigue siendo la fuente principal del conocimiento de su vida; las Enéadas segunda y tercera están dedicadas a la cosmología, al estudio del tiempo, de la naturaleza y el mundo sensible, así como a combatir a los gnósticos; la cuarta Enéada estudia el alma; la quinta, la Inteligencia del Mundo y las ideas y la sexta, la más metafísica, estudia los géneros del ente, el ser y el Bien-Uno.


La filosofía de Plotino: las tres hipóstasis

Durante su estancia en Roma, junto a su labor docente, fue forjando un vigoroso pensamiento original que dio lugar al neoplatonismo, filosofía que, a pesar de este nombre, no es una mera repetición o interpretación de la de Platón. Bien al contrario, su filosofía es una interpretación original de Platón con muchos nuevos elementos, extraídos en parte de Aristóteles (por ejemplo, su concepción del alma deriva en buena parte del De Anima aristotélico) y de los estoicos (la búsqueda de la virtud como contemplación de lo eterno). Junto a estas fuentes de inspiración, Plotino se basa también en el escepticismo, el eclecticismo y el neopitagorismo. De esta manera, el neoplatonismo plotiniano aparece como una gran síntesis del pensamiento pagano antiguo. Por otra parte, la influencia platónica predominante en su pensamiento es la derivada del platonismo medio y su concepción de las ideas entendidas como pensamientos de la divinidad, más que como un mundo inteligible separado del mundo físico. Esta tesis es la que está en la base de su concepción de la relación entre lo Uno y lo múltiple entendida como un proceso de emanación, así como del proceso de alejamiento de lo Uno y posterior retorno a él por medio de la purificación (ver texto).


La primera hipóstasis

Más allá del mundo sensible, Plotino afirma la existencia de tres hipóstasis fundamentales: por encima de todo, incluso por encima del ser y de toda idea, hay el Uno Absoluto (inspirado en el Bien platónico), que es la primera de las tres hipóstasis divinas, el punto de partida de la «procesión» de las otras dos hipóstasis que emanan de su propia superabundancia (ver texto). Lo Uno tiende a expandir su propio ser, que irradia como una fuente de luz o de calor. Esta expansión o emanación no es, pues, en nada semejante a la noción judeo-cristiana de creación, sino que la concibe como irradiación necesaria del Uno entendido como único principio de realidad.

Este Uno perfecto es inefable e indefinible, porque es tanto no-ser como ser más allá del ser, y carente de toda determinación finita. En cuanto que no puede tener determinaciones (¿qué lo determinaría, si por definición es lo Uno Absoluto?). Tampoco puede pensarse, ya que el pensar supone una dualidad entre lo pensado y el pensamiento. (Esta concepción de la inefabilidad e indefinibilidad de lo Uno, junto con su concepción ética ascética que culmina en el éxtasis, influyó poderosamente tanto en la mística -especialmente en J.Böhme y el Maestro Eckhart -, como en la llamada teología negativa; ver texto).

La segunda hipóstasis

El Uno engendra la segunda hipóstasis: el Logos, Intelecto o Nous, cuya principal característica es conocerse a sí mismo y, en este sentido, ya no es lo Uno sino que supone la dualidad entre lo inteligible y la inteligencia. A diferencia de Platón, Plotino afirma que las Ideas, lo inteligible, no le son superiores, ni tampoco exteriores. En efecto, las Ideas forman una unidad con el intelecto, que se autodescubre examinándolas, siendo radicalmente uno-múltiple.

La tercera hipóstasis

La tercera hipóstasis es el Alma, que es fundamentalmente activa. El Alma es primariamente el Alma del mundo que mantiene una religación entre todas las cosas mediante un proceso de simpatía. El Alma transmite lo inteligible (propio del dominio lógico-dialéctico de la segunda hipóstasis) a lo sensible y, a su vez, vincula lo sensible no sólo con lo inteligible sino con lo Uno. En esta vinculación con lo sensible Plotino insiste en la noción de materia inteligible, ya que para él la materia no se limita a formar el mundo sensible sino que es el principio que permite la introducción de la multiplicidad en la unidad. En el Alma se distinguen dos partes: la parte superior que reside en lo eterno y la parte inferior, que es la que genera las cosas sensibles. Por tanto, es en el Alma donde la eternidad se transforma en tiempo.

La ética y la teoría de la belleza

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En el hombre, su alma individual debe acordarse de su relación inicial con la tercera hipóstasis, para no extraviarse en el mundo y permanecer prisionera del cuerpo. Por un movimiento de conversión, y apoyándose en su participación con el Alma del mundo -obsérvese que no se trata de la reminiscencia platónica-, puede triunfar sobre las pasiones y sobre el cuerpo y lograr que su racionalidad supere la irracionalidad impuesta por el cuerpo material. Siguiendo la teoría aristotélica del alma, Plotino afirma que la Inteligencia no debe ser concebida como una parte de esta alma personal: la poseemos sólo cuando hacemos uso de ella, pero no forma parte del alma individual. Al pensar conforme a ella nos encontramos transportados a la región inteligible, lo que nos permite alcanzar un pensamiento intuitivo que está más allá de la razón discursiva. Por la práctica de la virtud, el hombre, liberado de sus pasiones, puede emprender el ascenso hacia el reencuentro con el Uno. En este proceso ascendente hay cuatro grados de perfección:

  1. La práctica del bien y de la virtud, por la cual el hombre se libera de las pasiones.
  2. La contemplación de lo bello, que permite el paulatino proceso de pasar de la belleza sensorial a la belleza incorpórea. El amor por la belleza es una manifestación de lo inteligible en lo sensible, o manifestación de lo inteligible en la mera corporeidad. Este proceso de contemplación de lo bello lo entiende Plotino en sentido dialéctico platónico, y permite conducirnos al tercer nivel:
  3. El conocimiento de lo verdadero, que es la función de la filosofía, a la que concibe no como un saber sino como una forma de vida que debe permitir contemplar las ideas en sí.
  4. Estos grados culminan en un cuarto y privilegiado grado de perfección: el gozo del éxtasis, que implica la anulación de la propia personalidad y la fusión con el Uno-Dios (ver texto).

Como ya hemos señalado, su concepción de la inefabilidad del Uno y su concepción del éxtasis influyó decisivamente sobre la teología negativa y sobre la mística. Pero, además, la teoría plotiniana de las tres hipóstasis influyó sobre la noción cristiana de la trinidad y sobre la formación inicial del cristianismo (en San Agustín, por ejemplo). Por otra parte, su concepción de corte intuicionista (más allá de la mera inteligencia), también estará presente en la obra de algunos filósofos modernos o contemporáneas como Leibniz, Schopenhauer o Bergson, así como entre muchos filósofos románticos.

Sus obras fueron recopiladas por Porfirio en las Enéadas.

Bibliografía

Del autor

  • Plotino, Enéadas ((6 vols.). Gredos, Madrid, 2002.

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