( Ἀρκεσίλαος )
Filósofo griego platónico. Nació en Pitane, Eolia, hacia el 315 a.C. y murió en el año 240 a.C. Estudió matemáticas y, atraído por la filosofía, se desplazó a Atenas. Primero estudió en el Liceo, a la sazón dirigido por Teofrasto. Pero, bajo la influencia de Crántor y de las lecturas de Platón pasó a la Academia, en la época en que era dirigida por Polemón y por Crates, a quien sucedió como escolarca de la Academia. Al suceder a Crates, descontento con un cierto dogmatismo que se había apoderado de las enseñanzas, instauró una visión más cercana al escepticismo. Con ello se inicia una nueva etapa conocida como Academia Media, que duraría hasta Carneades, fundador de la llamada Academia Nueva. No obstante, esta distinción entre Academias media y nueva no es mayoritariamente aceptada, de forma que sólo cabe hablar de la Academia de Platón y de una Academia media o nueva, cuyos representantes fueron Arcesilao y Carneades.
Según nos cuenta el doxógrafo Diógenes Laercio, Aristón, para hacer patente el escepticismo de Arcesilao, lo definía de la manera siguiente: «Por delante Platón, por detrás Pirrón; por el medio Diodoro» (ver texto ). Así, de ello cabría inferir que Arcesilao era un escéptico que usaba la dialéctica de los megáricos. Sin embargo, en realidad Arcesilao quería restaurar el espíritu de Sócrates (como él, no dejó ningún escrito) y de Platón, y evitar el dogmatismo esclerotizante que se estaba apoderando de la Academia. El principal adversario de la filosofía de Arcesilao era el estoicismo de Zenón, contra el que arremete atacando el criterio de verdad de los estoicos: la representación cataléptica (φαντασία χαταληπτιχή, phantasía kataleptiká), o representación comprensiva, aquella que produce tal sensación de verdad que es imposible no asentir a ella. Contra esta concepción, Arcesilao, basándose en el escepticismo pirrónico, introduce la noción de ὲποχή (epokhé) o suspensión del juicio, porque no existe lo que es cierto, sino sólo lo razonable (eulogon), lo plausible. Pero esto no es incompatible con la acción pues, aunque no es posible enunciar principios morales ni verdades absolutas, sí lo es apoyar con buenas razones una argumentación bien hecha. Esto decía contra la acusación estoica de que la suspensión del juicio paralizaba a los hombres impidiéndoles la felicidad. Puesto que no todo es incierto de la misma manera, algunas acciones se justifican por buenas razones que apelan no a la certeza, imposible, pero sí a lo plausible, y ello es suficiente para fundamentar la acción y una vida moral razonable.
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