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René Descartes

Ideas con las que se nace, en expresión de Descartes, quien en su teoría de las ideas las distingue de las adventicias y las facticias. Son, por ejemplo, según este autor, las ideas de «Dios», «sustancia», «existencia», «extensión», «causa», pero no presenta como ejemplos -como hace Locke cuando las critica- principios universales teóricos, como «es imposible que la misma cosa sea y no sea», ni prácticos, como «haz como quieras que se haga contigo». De ellas afirma que no se adquieren por ningún tipo de experiencia sensorial, sino que o están grabadas en el espíritu o no son más que un desarrollo de la propia capacidad de pensar. Descartes habla del origen de estas ideas confusamente: a la vez que las denomina «nacidas conmigo», o simplemente «innatas», dice de ellas también que no son otra cosa que la misma «facultad de pensar» (ver cita).

Quizá pueda interpretarse que, respecto de ellas, la experiencia, que las suscita, sea sólo la ocasión que la mente recoge para, basada únicamente en su propia potencialidad, pensarlas como ideas claras y distintas, sin necesidad alguna de que la experiencia las confirme. El gran argumento del innatismo ha sido siempre la dificultad de explicar cómo determinados conceptos -el de igualdad, ponía por ejemplo Platón- pueden surgir de la experiencia. La independencia de la experiencia les atribuye un valor epistemológico a priori: son conceptos o principios a priori no adquiridos por la experiencia, e independientes de ella, y que son necesarios para establecer los fundamentos de todo el proceso del conocimiento, en el orden teórico y en el práctico.

La existencia de ideas y principios innatos fue duramente criticada por Locke (ver texto ), en su Ensayo sobre el entendimiento humano (1690), que frente a ellas levanta el principio empirista de «nada hay en el entendimiento que antes no haya estado en los sentidos».

El primero en proponer la necesidad de conocimientos no adquiridos, y por consiguiente innatos de algún modo, fue Platón con su teoría de las ideas o de las formas separadas, o de los dos mundos (el de las ideas y el de las cosas) unidos por el punto de contacto del alma humana que participa de las ideas por cuanto las conoce desde siempre. A Platón, le siguieron el neoplatonismo, tanto el inicial como el cristiano de san Agustín (con su doctrina de la iluminación interior), y el traductor y comentador de los escritos platónicos y neoplatónicos, y fundador de la Academia de Florencia, Marsilio Ficino (1433-1499). Leibniz, que admitió el planteamiento general de Descartes sobre las ideas innatas, añadió la necesidad de conocer, también como innatos, algunos principios básicos para fundamentar la deducción y estableció explícitamente que algunos conceptos a priori son innatos. Contra el libro y las opiniones de Locke, precisamente, escribió Nuevos ensayos sobre el entendimiento humano (póstumo, 1765), donde insiste fundamentalmente en que la ausencia de conciencia de estas ideas no es argumento en contra del carácter innato de las ideas. Hume, al tratar del origen de las ideas, niega llanamente la posibilidad de que una idea no sea copia de una impresión (ver texto ). La discusión entre racionalismo y empirismo indujo a Kant a una nueva fundamentación de ideas tales como sustancia y causalidad, consideradas por él como conceptos a priori, aunque de ninguna manera innatos, del entendimiento humano. En la actualidad, el lingüista Noam Chomsky defiende un cierto innatismo de una estructura profunda del lenguaje, que es el fundamento de donde parte el niño para aprender de la experiencia reglas de transformación que le permitan proyectar aquella estructura profunda en la estructura superficial del lenguaje que aprende.


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