En principio, el «buen juicio» de la gente mentalmente sana, madura y razonable, con lo que se alude al conjunto de opiniones -carentes de toda garantía de verdad, sin embargo- de que dispone la gente normal para explicarse fenómenos físicos, situaciones de la vida, relaciones entre personas, etc., sin tener que fundamentarlas en razones científicas. A los ojos de una teoría del conocimiento, a esta actitud se la denomina «ingenua».
En Aristóteles, que lo llama «facultad común de captar directamente los sensibles comunes», la capacidad del sujeto de percibir lo sensible que no depende de un solo órgano de percepción, como el movimiento, el tamaño y el número (Del alma, III, 1, 425b). Tradicionalmente se da a la expresión un doble sentido: el de entendimiento común a todos los hombres, tal como Descartes, por ejemplo, decía que «le bons sens est la chose du monde la mieux partagée» ( Discurso del método, I), o como, en un sentido más propio, una manera de pensar que es la de todos; y entonces se entiende como «un sano sentido común (no todavía cultivado)» -dice Kant (ver texto )-, que remite a la idea de un «acuerdo» sobre un conjunto de opiniones y creencias, no plenamente justificadas, pero que se juzga prudente admitir por el hecho de ser comúnmente aceptadas.
En el s. XVIII, la escuela escocesa del sentido común se opone al escepticismo de Hume, proponiendo una teoría del conocimiento basada en este sano uso de la razón humana, como filosofía del «hombre sensato». G.E. Moore, un clásico de la filosofía contemporánea y uno de los iniciadores de la filosofía analítica, propone, en una obra titulada justamente Defensa del sentido común (1925) -precedida de una Refutación del idealismo (1903) y seguida de una Prueba de un mundo exterior (1939)-, en contra del idealismo de F. Bradley, entonces en boga en Inglaterra, un conjunto de proposiciones que cree que son verdaderas, sin poder demostrarlo, a modo de «defensa del sentido común», y hasta se refiere, magnificando la expresión, a una «visión del mundo del Sentido Común». También Bertrand Russell se confiesa a menudo seguidor, en su filosofía, de teorías del sentido común.
. A raíz de las discusiones sobre el realismo, tanto el filosófico en general como el científico en particular, se ha planteado la cuestión de la relación que toda teoría epistemológica ha de tener con el sentido común. Se discute si es un buen punto de partida o no. En general, puede decirse que tanto la ciencia como la filosofía parten del sentido común y, a la vez, lo superan (ver texto ). Karl R. Popper es un decidido defensor de este punto de vista: «Toda ciencia y toda filosofía son sentido común ilustrado» (ver texto ). En cambio Hegel lo critica y lo considera como una mera expresión de los conocimientos menos desarrollados y de los prejuicios de una época (ver texto ).
Bibliografía sobre el concepto
- Moore, G.E., Defensa del sentido común y otros ensayos. Taurus, Madrid, 1986.
Relaciones geográficas