La ciencia, la filosofía, el pensamiento racional deben surgir todos del sentido común. Sin embargo, el sentido común no es un buen punto de partida seguro: el término «sentido común» que aquí empleo es muy vago, porque denota algo vago y cambiante -los instintos u opiniones de la gente, muchas veces adecuados y verdaderos, pero muchas otras inadecuados o falsos.
¿Cómo es posible que una cosa tan vaga e insegura como el sentido común nos suministre un punto de partida? Mi respuesta es: porque no intentamos ni pretendemos construir (como, por ejemplo, Descartes, Spinoza, Locke, Berkeley o Kant) un sistema seguro sobre esos «fundamentos». Todas nuestras diversas suposiciones de sentido común -nuestro conocimiento básico de sentido común, podríamos decir- de las que podríamos arrancar pueden ser criticadas y puestas en entredicho en cualquier momento. Es muy frecuente que tales suposiciones sean criticadas con éxito y rechazadas (por ejemplo, la teoría de que la tierra es plana). En tal caso, el sentido común, o bien es modificado tras la corrección, o bien es superado y reemplazado por una teoría que, durante un período de tiempo más o menos largo, puede parecer a algunas personas un tanto «extravagante». Si la comprensión de la teoría exige una gran formación, puede ocurrir que nunca consiga ser asimilada por el sentido común. Incluso entonces hemos de exigir el intento de acercarse lo más posible al ideal: Toda ciencia y toda filosofía son sentido común ilustrado.
Conocimiento objetivo,Tecnos, Madrid 1974, p. 42. |