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Platón

División efectuada por Platón para distinguir entre las ideas y el mundo puramente físico. El mundo inteligible es el mundo de las ideas, que sólo puede ser conocido por la razón, por oposición al mundo sensible que es conocido a través de los sentidos. Dada la importancia que Platón otorga a la visión, a la que considera como una metáfora del proceso del conocimiento (en la metáfora de la línea, por ejemplo), a menudo prefiere utilizar la expresión mundo visible en lugar de mundo sensible. Para Platón, el mundo inteligible o mundo de las ideas es la verdadera realidad, que otorga inteligibilidad al mundo sensible o material y, en definitiva, es el que da a todo cuanto existe la característica de cosmos (ϰόσμος) ya que es el que ordena todo lo existente. En cambio, el mundo sensible es el de la mera apariencia. Puesto que Platón efectúa un paralelismo entre esta división ontológica y los grados del conocimiento, también afirma que el auténtico conocimiento o episteme (ἐπιστήμη) es del mundo inteligible, mientras que el conocimiento propio del mundo sensible es sólo opinión o doxa (δόξα).

La relación entre estos dos mundos es una relación de participación o metexis

(μετέχω), de presencia o parousía (παρουσία) e imitación o mímesis (μίμησις). El mundo material o sensible es sólo una representación del mundo inmutable de las ideas. (Representación tanto en el sentido más espacial y de «estar en lugar de» -como se dice del representante de comercio o del representante político-, como de re-presentación en el sentido más temporal, es decir, de llevar a la presencia o volver a hacer presentes las ideas intemporales -como se dice de la representación teatral en la que se vuelve a hacer o representar un papel previamente escrito, por ejemplo). Algunos de los textos clásicos en los que Platón expone con más claridad esta distinción y separación entre ambos mundos son los conocidos como metáfora de la línea, y el mito de la caverna (ver texto de la metáfora de la línea / ver texto del mito de la caverna).

San Agustín, influenciado por el neoplatonismo, identifica el mundo inteligible con las rationes aeternae de la mente divina, de forma que las ideas son los arquetipos de los que se vale Dios para crear el mundo sensible que, de esta forma, es también una copia del inteligible.