Método científico, propio de las ciencias fácticas y opuesto al inductivismo, que sostiene que las hipótesis científicas no se derivan de la observación, sino que son producto de la creatividad humana, que mediante ellas intenta hallar la solución a un problema.
El recurso a la experiencia sólo es necesario para la contrastación de la hipótesis, deduciendo de ella una conclusión en forma de enunciado observacional, que se compara con los hechos. Los defensores de este método sostienen que representa, también en la ciencia, el modo común de razonar. Sus pasos característicos son: formulación de una hipótesis, deducción de un enunciado observacional, contrastación del enunciado para determinar si se produce una confirmación o una refutación de la hipótesis.
Los orígenes de este método suelen remontarse al nacimiento de la ciencia moderna, y su sucesiva organización y sistematización se debe sobre todo a la necesidad sentida a todo lo largo de la historia de la ciencia y de la filosofía de la ciencia de dar cada vez más importancia a la libre elaboración de las hipótesis para explicar el origen de muchas leyes y teorías científicas. Lo han defendido y practicado con diversa fortuna todos aquellos autores que, como Galileo, Descartes, Huygens, Newton, Herschel, Whewell, entre otros, sostienen de algún modo que las hipótesis científicas no proceden de la observación, sino que son creaciones del espíritu humano, propuestas libremente a modo de conjeturas, para ver si, en el supuesto de admitirlas, los sucesos o fenómenos de la naturaleza quedaban mejor explicados. El requisito fundamental para que fueran admitidas se entendió siempre que era la confirmación que proporcionaban los hechos.
El método hipotético-deductivo supone que el contexto de descubrimiento no se atiene a reglas y procedimientos controlados, y sostiene que las hipótesis se admiten o rechazan según sea el resultado de la contrastación de las mismas: una hipótesis se justifica y acepta si queda confirmada por la experiencia (contexto de justificación) y se rechaza si es refutada. Resumiendo, el método hipotético-deductivo:
1) Parte de problemas
2) Propone hipótesis para explicarlos
3) Extrae consecuencias observables de las hipótesis
4) Las somete a prueba
5) Si la consecuencia es verdadera, confirma la hipótesis
6) Si la consecuencia es falsa, refuta la hipótesis.
La confirmación de hipótesis se ha entendido de diversa maneras, que van desde la verificación de hipótesis a la simple afirmación de que las confirmaciones reiteradas «dicen algo a favor» de la mismas, pasando por el concepto de mayor o menor probabilidad de una hipótesis.
El método, en su versión moderna, se concibe en el seno del Círculo de Viena, aunque a veces se atribuye su formulación definitiva, o su difusión, a Karl R. Popper, con La lógica de la investigación científica (1934). No falta tampoco quien lo atribuya inicialmente a Claude Bernard, quien lo habría propuesto en su Introducción al estudio de la medicina experimental (1865).
Aunque, por lo general, los filósofos neopositivistas que admiten el método hipotético-deductivo lo interpretan en sentido inductivista, esto es, proponiendo la confirmación de las hipótesis a través de la comprobación de la verdad de sus consecuencias, algunos de ellos terminarán aceptando las afirmaciones fundamentales de Popper, esto es, que las hipótesis científicas son conjeturas, que se someten a refutación deduciendo de ellas observaciones contrastables; así Carnap y Hempel lo hacen en la década de los treinta. El método que difunde Popper es propiamente la variante deductivista del método hipótetico-deductivo que no admite confirmación de hipótesis, sino sólo refutación, denominado propiamente o falsacionismo.
Carl G. Hempel, junto con Paul Oppenheim, propuso, en 1948, una teoría de la explicación científica, ampliamente difundida, basada en este modelo.
(Ver ejemplo y ver texto ).
Relaciones geográficas