Es el grado de verosimilitud que atribuimos a un enunciado o, en expresión de Carnap, «el grado de certeza o confianza que pueden tener nuestras creencias acerca de sucesos futuros». Aunque así entendida, la probabilidad parece ser más bien un estado de ánimo subjetivo, también puede expresarse mediante un valor numérico, o sea, cuantitativamente y, en este caso, la probabilidad es una medida de la posibilidad de un acontecimiento que expresamos mediante un número. A la filosofía le interesa la noción de probabilidad porque es una manera de expresar la racionalidad humana ante la incertidumbre y porque le intriga saber qué significa que algo sea probable. Carnap distingue entre probabilidad lógica y probabilidad estadística. Esta última es un concepto puramente científico fundamentado en investigaciones científicas, como cuando se dice, por ejemplo, que una medicina cura en el 80% de casos, lo cual se expresa mediante un enunciado sintético. La probabilidad lógica, en cambio, es un enunciado analítico y se llama también probabilidad inductiva o grado de confirmación. Con estas expresiones, se ve claramente que el interés de la filosofía por la probabilidad no estriba en su interés como teoría matemática, sino como concepto que -desde la crítica que Hume hizo al principio de causalidad y a la inducción- permite dar algún sentido científico a la causalidad, a la inducción o al grado de confirmación de las leyes empíricas. La probabilidad lógica es la clase de probabilidad a que hacemos referencia en toda inferencia inductiva. La fuerza lógica que atribuimos a esta clase de inferencias, se expresa en grados de probabilidad (ver texto ).
La probabilidad como teoría matemática nace en el s. XVII, cuando, al parecer, jugadores de aquella época pidieron a los matemáticos que estudiaran las diversas probabilidades de los juegos de azar. Destacan en esta época Gerolamo (1501-1576), médico, filósofo, ingeniero, matemático y gran jugador, con un libro sobre juegos de azar; Galileo Galilei (1564-1642), con estudios sobre los dados; Christian Huygens (1629-1695), considerado el iniciador de la teoría de las probabilidades, y sobre todo Blaise Pascal (1623-1662) y Pierre Fermat (1601-1665). Leibniz, que publica en 1666 De Arte Combinatoria, es el primer filósofo que se interesa por una lógica inductiva. Posteriormente, Nicolas Bernouilli escribe en 1713 Ars conjectandi, primer tratado sistemático sobre la cuestión, en el que estudia la ley de los grandes números. El reverendo Thomas Bayes (1702-1761) publica en 1763 el teorema de Bayes. Con los trabajos de Pierre Simon de Laplace sobre probabilidad(Teoría analítica de las probabilidades y Ensayo filosófico sobre las probabilidades), publicados en 1812 y 1814, respectivamente, se inicia la llamada teoría clásica de la probabilidad, que se define como cociente entre los casos favorables y los casos posibles. En el siglo XIX se introduce el cálculo de probabilidades en la física, dando origen a la mecánica estadística, por obra sobre todo de Ludwig Boltzmann (1844-1906). En el siglo XX, la noción matemática de probabilidad se independiza de la filosófica y se la relaciona definitivamente con el análisis matemático. John Maynard Keynes, un economista, escribe un tratado sobre la probabilidad y critica la postura clásica de Laplace, sobre todo su principio de equiposibilidad o equiprobabilidad, e introduce la teoría lógica, que luego desarrolla Harold Jeffreys y que también sigue, sustancialmente, Rudolf Carnap. Richard von Mises, matemático austríaco, considerado el padre de la teoría moderna de la probabilidad, la interpreta en 1928 como «frecuencia relativa con tendencia al límite», teoría que sigue y desarrolla Hans Reichenbach hacia 1949. Bruno de Finetti (n.1906) y F.P. Ramsey (1903-1930) inician la denominada teoría subjetiva de la probabilidad, según la cual la probabilidad sólo expresa la creencia personal o subjetiva en que acaezca un acontecimiento. Leonard J. Savage (n. 1917), con su obra, Fundación de la estadística, de 1954, dio un fuerte impulso a esta teoría, también llamada personalista o bayesiano-subjetiva. La obra clásica sobre la matemática de la probabilidad se debe a A.N. Kolmogorv, Fundamentos de la teoría de la probabilidad, de 1933, que representa una axiomatización de la misma. En teología católica, en el terreno moral, se plantea el problema de saber si se puede, con seguridad de conciencia, obrar según una opinión simplemente probable. La mayoría de los moralistas están de acuerdo en excluir la posibilidad, en el caso en que la ley sea cierta, de transgredirla bajo una simple probabilidad de hecho.
Bibliografía sobre el concepto
- Domenech, J. M., Tablas de estadística. Herder, Barcelona, 1994.