La historiografía en cuanto estudia la historia de la ciencia. Según H. Kraft, «trata de la ciencia en su dimensión histórica». Es una disciplina que existe sólo desde comienzos del siglo XX y que ha conseguido un desarrollo notable desde los años cincuenta, pero que no ha alcanzado una situación definida en el ámbito universitario, pese a la existencia, en diversos países, de cátedras que llevan su nombre, por cuanto se lleva a cabo con procedimientos, métodos y objetivos distintos según los lugares, y hasta se discute si, en cuanto disciplina científica, pertenece al departamento de ciencias, de filosofía o de historia, y sus mismos profesionales son, según las ocasiones, científicos, filósofos o historiadores. De nombre variable, se la denomina a veces «historia de las ciencias», «historia del pensamiento científico» o «historia social de la ciencia», y se discute también si es una disciplina incompatible con la filosofía de la ciencia, con la que comparte el mismo objeto de estudio (ver cita). Se habla de dos formas distintas de historia de la ciencia: el enfoque interno, predominante, que sólo trata de las teorías científicas (ver texto ); y el enfoque externo, que trata de la actividad de los científicos en cuanto pertenecen a un determinado grupo social y a una cultura determinados (ver texto ). En el supuesto de este doble tipo de historia, se discute también acerca del doble objeto de que trata. Para unos, los promotores de una historia interna, el objeto es todo aquello (observaciones, experimentos, instrumentos y técnicas de investigación, descubrimientos, inventos, los mismos paradigmas científicos, o los programas de investigación, etc.) que, desde dentro de una ciencia y sin recurrir a ningún elemento externo a ella, puede explicar la génesis y el proceso (sobre todo lo referente al contexto de descubrimiento) de las teorías científicas. Para los que defienden el enfoque de una historia externa, objeto de la misma es todo aquello que, desde el exterior de la sustancia de la ciencia (la comunidad científica, la ideología, la cultura, la religión, la filosofía, las aplicaciones técnicas, la sociedad, etc.) condiciona la investigación científica en un sentido u otro. La suma de estos condicionamientos, que pueden dividirse en psicosociológicos e intelectuales, constituye el modelo de la llamada «historia integral», y que, en ocasiones, se ha opuesto a la llamada «[hist8tr5.htm historiografía] whig», o interpretación whig de la historia, esto es, aquella que procede linealmente desde el interior de la ciencia y entiende su desarrollo como una historia de progreso desde el pasado al presente. A diferencia del enfoque interno, la historia externa de la ciencia tiende a dar relieve al contexto de justificación de las teorías científicas, así como a su difusión dentro de la sociedad.
También en la forma como se organiza esta ciencia se distingue una doble manera: la de la historia vertical y la de la historia horizontal. La historia vertical considera que la historia de la ciencia tiene un carácter interdisciplinar, y forma parte de un todo constituido por la vida cultural y social de un período, mientras que la historia horizontal considera más bien cómo se desarrolla un tema concreto de la ciencia a través del tiempo (ver texto ).
Una de las cuestiones principales que se plantean los teóricos de la historia de la ciencia es el problema de la continuidad o discontinuidad. Los continuistas, como P. Duhem, sostienen un desarrollo gradual y acumulativo de las teorías científicas e interpretan una revolución científica como una evolución científica dentro de la continuidad, y no como una ruptura. Los discontinuistas, cuyo máximo representante es Th.S. Kuhn, sostienen que el desarrollo de la ciencia, y por lo mismo su historia, ocurre según períodos sucesivos de ciencia normal y de ciencia revolucionaria. Frente a estas dos posturas opuestas hay intentos de síntesis o posturas intermedias, que ponen de relieve que las llamadas revoluciones científicas no son tan repentinas como su nombre parece indicar, sino que abarcan períodos tan amplios de tiempo que el empleo de la expresión ha de ser más bien convencional.
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