(del griego παράδειγμα, parádeigma, ejemplar, modelo, ejemplo)
Por su origen y atendida su etimología, es el «ejemplo» de los retóricos antiguos y, de aquí, su uso general como ejemplo o patrón ideal de alguna cosa o conducta. Platón aplica el término a las ideas o formas de todas las cosas, que constituyen el modelo que el demiurgo imita en la organización del mundo. Wittgenstein utiliza el término en el sentido de «molde» del pensamiento o estereotipo.
Es la noción central de la filosofía de la ciencia de Th. Kuhn, tal como la desarrolla en su obra La estructura de las revoluciones científicas (1962). La ciencia no es meramente un sistema teórico de enunciados que se desarrollan en la mente de los individuos que se dedican a ella, sino que es una actividad que lleva a cabo una comunidad de científicos, en una época determinada de la historia y en condiciones sociales concretas. El desarrollo histórico de la ciencia supone la existencia de un «paradigma», que Kuhn define como un conjunto de creencias, valores y técnicas compartidos por una comunidad científica (ver texto). En un sentido más restringido, un paradigma es también una realización modélica de la actividad científica, explicada en libros de texto científicos, conferencias o trabajos de laboratorio(ver texto).
Condiciones necesarias del paradigma son:
a) que la comunidad científica lo comparta y
b) que sea capaz de asimilar anomalías, propiedad de la que proviene el desarrollo acumulativo de la ciencia (ver imagen).
En la lingüística moderna, conjunto de unidades lingüísticas que pueden sustituirse una a otra en un mismo contexto y que se encuentran en relación de oposición. Estas unidades reemplazables forman clases de sustitución.