Se utiliza frecuentemente para designar el entorno lingüístico de un término o de un enunciado, es decir, el discurso en el que este término o este enunciado aparecen. El término «contexto» también puede designar un conjunto de informaciones de que dispone el interlocutor y que le permiten interpretar el discurso o el fragmento de discurso considerado. Según esta segunda acepción, el contexto no viene dado de una vez, sino que es construido por el interlocutor enunciado a enunciado sobre la base de informaciones que proceden de fuentes diversas y del principio de pertinencia. El análisis pragmático de los enunciados es la última de una serie de etapas que constituyen el proceso interpretativo de un enunciado. La primera etapa proporciona un primer análisis lingüístico que corresponde a la forma lógica del enunciado, que es una secuencia estructurada de conceptos. Sin embargo, las informaciones conceptuales no son las únicas que forman el contexto. Hay que tener en cuenta asimismo la interpretación de los enunciados inmediatamente anteriores y otras informaciones extralingüísticas: el predicado eventualmente aplicado a la descripción, las informaciones no lingüísticas, enciclopédicas o ambientales de que dispone el interlocutor. Todas estas fuentes posibles de contexto deben ser seleccionadas de modo que permitan obtener una interpretación del enunciado coherente con el principio de pertinencia: un enunciado, interpretado en relación con un contexto, es más pertinente cuantos más efectos produce, y es menos pertinente cuantos más esfuerzos de tratamiento requiere. La pertinencia es, pues, una cuestión de rendimiento.