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La manera como la filosofía mecanicista del s. XVII concibe la constitución de la materia, en oposición a las teorías físicas aristotélicas. Sus principales representantes son Galileo, Gassendi, Descartes, Boyle, Huygens y Newton.

Es una versión del atomismo griego adaptada a las leyes de la mecánica de Galileo y Newton, sobre todo, que sostiene que las características de los cuerpos y sus fenómenos se explican por los movimientos de partículas materiales (indivisibles o no, según los autores) llamadas corpúsculos (o átomos). Esta composición de la materia por corpúsculos sometidos a las leyes del movimiento se adecuaba perfectamente al determinismo mecanicista de la filosofía de esta época, que explica la causalidad como la acción de unas partículas en movimiento sobre otras. La teoría se adecua también a la distinción, difundida por Locke, entre cualidades primarias y cualidades secundarias. Galileo se refería a partículas mínimas (= corpicelli minimi, minimi quanti, etc.) a las que hacía responsables de las sensaciones: unas subjetivas (como, color, sabor, sonido, olfato, peso, etc.) otras objetivas (como forma, tamaño, posición, movimiento, etc.). Gassendi, que resucita el atomismo griego, tomándolo directamente de los textos de Epicuro, distingue entre minima naturae (átomos), minima mensurae (puntos matemáticos) y minima sensus (visible al microscopio). Las propiedades que atribuye a los átomos explican las propiedades matemáticas (cualidades primarias) a que pueden reducirse los cuerpos de la naturaleza. Descartes, que identifica materia con extensión, imagina un universo sin vacío lleno de sustancia extensa, en la que distingue «partículas», «limaduras», que llenan los intersticios, «partes materiales más gruesas»; con todas ellas, a las que atribuye propiedades matemáticas de extensión, figura, situación y movimiento, se constituye el universo material, o sustancia extensa. Toda variación de este universo material producida por el movimiento de las partículas que llenan todo se percibe como una cualidad de los cuerpos, objetiva o subjetiva; el calor, la luz, la gravedad, el magnetismo, etc., no son sino movimiento que se transmite a través de las partículas. El universo de Newton, finalmente, es también un universo de partículas dotadas de propiedades matemáticas y mecánicas (posición, velocidad, aceleración, masa, momento y fuerza), cuyas leyes de movimiento establece con rigor y exactitud.

La filosofía corpuscular sustituyó la física cualitativa de Aristóteles por un modelo de partículas con propiedades cuantitativas, cuyas leyes podían formularse matemáticamente y cuyo cumplimiento podía observarse en laboratorio.