(del latín nihil, lo contrario de lo que es algo)
En los inicios del pensamiento antiguo la noción de la nada va aparejada con la negación del ser, es decir, con lo que no es, tal como se elabora en la filosofía de Parménides quien así lo formula en la vía de la verdad de su famoso poema : en tanto que el no ser no es, la nada, entendida en este sentido, no puede ni decirse ni pensarse (ver texto ).
En cambio, Platón, en el Sofista, en lugar de pensar la nada como un no ser absoluto la concibe como lo otro de un ser determinado. La nada, pues, pensada como lo otro, entra a formar parte de los cinco géneros supremos, formados por el ser, y dos parejas: el movimiento y el reposo, y lo mismo y lo otro. Pero, mientras que el movimiento y el reposo se oponen absolutamente, lo mismo y lo otro sólo son relativamente opuestos, ya que la noción de lo otro usada por Platón no equivale a la negación del ser, sino que se refiere a algo otro del mismo ser en tanto que no ser es solamente negación del ser. En este sentido la nada es un no ser relativo y, por tanto, en cierto sentido puede decirse que la nada es (ver texto ) lo que, en cierta forma, el mismo Platón califica de parricidio contra Parménides (ver cita y ver también: lo mismo y lo otro). También para Aristóteles la negación y la privación se dan a partir de afirmaciones determinadas, apartándose de la concepción de la nada absoluta defendida por los eléatas.
En el pensamiento religioso judío y cristiano la nada, como privación y no existencia absoluta, se entiende como lo absolutamente opuesto a Dios, que es la perfección absoluta y que, según estas concepciones, crea el mundo ex nihilo, a partir de la «nada», lo que subraya la omnipotencia divina y su total libertad creadora. De esta procedencia de la nada se infiere también, como lo subraya san Agustín, la total contingencia de los seres creados, cuyas únicas perfecciones y cuya única razón de ser, son de procedencia divina. No obstante, en la llamada teología negativa representada por autores como el Maestro Eckhart o Jacob Boehme, la nada se entiende como la negación de toda forma conocida del ser y, en este sentido derivado (de procedencia neoplatónica), se identifica con Dios, del que «nada» podemos saber ya que trasciende absolutamente toda esencia conocida y cognoscible.
Para Kant la nada corresponde a la categoría de cantidad como mero conjunto vacío, o a la categoría de cualidad como objeto vacío o intuición sin contenido, mientras que en la concepción dialéctica de Hegel la nada equivale a la noción inmediata e indeterminada del ser. Así, en su indeterminación, ser y nada coinciden, pero su antítesis se resuelve en el devenir que, de esta manera, aparece como el primer concepto que integra los de ser y nada (ver texto ). En esta concepción, la nada aparece como el fundamento de la negación y no a la inversa, e invierte la contraposición eleática al señalar la identidad de ser y nada en cuanto plenamente indeterminados. De esta manera, el primer concepto de la Lógica de Hegel no es el ser ni la nada, sino el devenir en que se resuelve la contradicción abstracta entre aquellas nociones igualmente indeterminadas, y la nada se opone al ser, pero al ser determinado.
También Heidegger (¿Qué es metafísica?) y, a partir de él, los existencialistas conciben la nada no como negación de un ente, sino como aquello que posibilita su negación. La nada no es una entidad negativa, pero revela el ser de los entes, lo que en el caso del hombre, se manifiesta en el sentimiento de la angustia, que patentiza que el ser del hombre consiste en no ser el ser en su totalidad. Sartre, en su obra El ser y la nada, tematiza este carácter del ser del hombre como la nada del ser (ver texto ) al ver que la conciencia está constituida por posibilidades, pero cada posibilidad implica una elección que, a su vez, excluye otra posibilidad no realizada, lo que manifiesta el carácter de negación de ser completo o total del hombre (ver texto ). De esta manera, el ser del hombre aparece en su radical finitud entre un todo imposible y la nada.
Bergson, en su Evolución creadora, denuncia la idea de nada a la que considera un falso concepto. Según Bergson, pensando el ser sobre el fondo de su negación se atribuye realidad a ésta. Así, la nada implica el pensamiento de la totalidad más el acto de su negación. De esta manera es un falso concepto que, incluso, supone la reduplicación de lo real: «hay más y no menos en la idea de un objeto concebido como inexistente», pues en este pensamiento, además del pensamiento del objeto, hay el pensamiento de su negación (ver texto). Desde una perspectiva completamente diferente, la filosofía analítica también ha combatido las tesis hegelianas y heideggerianas que hacen de la nada un algo y recalcan que, en el lenguaje ordinario, el término «nada» solamente se usa en la formulación de proposiciones existenciales negativas.
Bibliografía sobre el concepto
- Heisig, J. W., Filósofos de la nada. Herder, Barcelona, 2015.