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Expresión que hace referencia a la relación entre los principios de mismidad y de alteridad, e involucra la noción de diferencia.

Platón

Esta pareja conceptual es desarrollada por Platón, especialmente en el Sofista y en el Teeteto.

En el Sofista, Platón considera cinco géneros supremos, formados por el ser y dos parejas: el movimiento y el reposo, y lo mismo y lo otro.

El reposo y el movimiento son y, en cuanto que son, son idénticos. No obstante, son también diferentes y opuestos. Pero esta diferencia es distinta en el caso de la pareja movimiento-reposo y en la formada por lo mismo y lo otro pues, mientras que el movimiento y el reposo se oponen absolutamente, lo mismo y lo otro sólo son relativamente opuestos, ya que la noción de lo otro usada por Platón no equivale a la negación del ser, sino que se refiere a algo otro del mismo ser en cuanto que no ser es solamente negación del ser. Por tanto, puede decirse que el no ser, en cierta forma, es (ver texto ), lo que permite a Platón superar las aporías eleáticas engendradas por Parménides, que consideraba impensable el no ser.

De esta manera lo otro designa la oposición dialéctica de la noción de ser entendida como identidad o mismidad (lo mismo), y permite superar la posición eleática y consumar lo que el mismo Platón llama el parricidio contra «el padre» Parménides (ver cita).

En el Timeo, Platón sitúa lo mismo y lo otro como elementos que entran en la constitución del alma del mundo -que fue formada por el demiurgo con la mezcla de tres esencias: una indivisible e inmutable, «lo mismo»; otra divisible y mudable, «lo otro» y la tercera, «intermedia», resultante de la mezcla. El círculo externo de las estrellas fijas es movido por el alma compuesta de «lo mismo», mientras que el círculo interno, que corresponde a las esferas de los planetas, está gobernado por el alma compuesta por «lo otro», girando en sentido inverso; así explicaría Platón la causa del movimiento diurno y anual de los astros (ver texto ). Plotino, haciéndose eco de Platón, considera lo mismo como principio de unidad y lo otro como principio de diversidad y pluralidad (concepción que también penetra la noción de número que es, a la vez, uno y múltiple).

Hegel

Desde otra perspectiva, en la Lógica de Hegel esta oposición entre lo mismo y lo otro se interpreta dialécticamente, de manera que la relación de un término a su otro aparece como constitutiva de su propia identidad, no como una mera oposición externa. En la Fenomenología del espíritu, Hegel se opone a Descartes que fundaba la filosofía en la primacía del cogito, entendido como relación inmediata de la conciencia a sí misma. Hegel, en cambio, señala (en la dialéctica amo-esclavo) el papel fundamental de la intersubjetividad como mediación imprescindible para la aparición de la conciencia de sí mismo. Cuando la conciencia de sí está todavía inmersa en el ser de la vida, excluye de sí misma todo lo diferente. El otro hombre se le aparece como un objeto, y esta cosificación es recíproca, lo que provoca que las conciencias se relacionen entre sí como simples objetos. Pero sobre el trasfondo biológico de la lucha por la existencia, aparecerá una lucha a muerte que ocasionará la primera negación con los vínculos naturales: la lucha natural por la vida se transforma en lucha espiritual por el reconocimiento. Es decir, sin el otro no hay sí mismo, o dicho de otra manera, el yo sólo aparece por relación a un tú, a un otro yo, a un nosotros (ver cita).

Este es también el punto de partida de la reflexión fenomenológica de Husserl e influye decisivamente en la filosofía existencialista que plantea el problema de la comunicación intersubjetiva y el problema de la experiencia del otro («el otro es un yo que no soy yo», dice Sartre (ver texto ), así como el problema de la indiferenciación anónima del «se» (se dice, se hace, se piensa...) que aniquila las diferencias entre los sujetos. En relación con esto se ha desarrollado toda una filosofía de la diferencia.