Ésta podría ser una edición anterior y no la más reciente o aprobada. Ir a la versión actual.

No se ha añadido ninguna twiki todavía.

Este término puede entenderse, por lo menos, de tres maneras diferentes:

1) como sinónimo de la filosofía de la vida,

2) como sinónimo de organicismo animista,

3) como corriente de pensamiento filosófico-biológica desarrollada desde mediados del siglo XIX y hasta comienzos del XX.

1) En el primer sentido este término designa el pensamiento del conjunto de filósofos que situaron la vida como centro de sus reflexiones, aunque para agruparlos es mejor utilizar el término «filosofía de la vida ». Autores como Dilthey, introductor del vitalismo en la ciencias del espíritu, Simmel, Eucken o Troeltsch, representan una de las orientaciones de este vitalismo entendido como filosofía de la vida. Otros autores, como Spengler o Klages, distorsionando algunas de las tesis de Nietzsche (que también es un pensador vitalista en este primer sentido), desarrollan una filosofía de la vida en sentido biologista. Bergson elabora el concepto de vida a partir del vitalismo entendido en el tercer sentido, es decir, a partir de sus estudios sobre la evolución biológica. Para él la vida debe entenderse como un impulso universal que se expande en lucha contra la resistencia de la materia, y evoluciona de manera ascendente. La evolución misma es un proceso creador fruto de esta expansión del élan vital. También se sitúa a Ortega y Gasset en la corriente vitalista entendida en este primer sentido.

2) Por otra parte, también se llama vitalismo a ciertas formas de organicismo animista que conciben el mundo como una totalidad orgánica dotada de vida. En este sentido el hilozoísmo de los filósofos de la escuela de Mileto es un tipo de vitalismo.

3) Pero este término adquiere su significado más importante para designar una corriente de pensamiento filosófico-biológica desarrollada durante el siglo XIX y comienzos del XX que, opuesta a toda forma de materialismo y reduccionismo de la vida a fenómeno físico-químico o mecánico, defiende la existencia de un principio vital específico. En este caso se habla más bien de neovitalismo.

La idea de considerar la especificidad de los fenómenos vitales como dependientes de un principio externo a la materia es de una antigüedad ancestral, y la concepción del alma como principio de la vida, y de la vida misma como animación de la materia ya se encuentra ampliamente desarrollada en Aristóteles. Los estoicos, además, extendieron esta concepción al conjunto del cosmos mismo, animado por el pneuma. Ante ello, las concepciones de los atomistas de la antigüedad, como Demócrito y posteriormente Lucrecio, representan la visión materialista de los fenómenos vitales. Ambas posiciones se han reproducido a lo largo de la historia del pensamiento, y el vitalismo aparece, bajo diferentes formas, como la posición que sostiene la especificidad de la vida y su irreductibilidad a fenómenos meramente físicos o químicos. Por ello, supone una forma de dualismo en los seres vivos.

Pero, más allá de la consideración del alma como principio vital, desde mediados del siglo XIX, algunos filósofos y biólogos han considerado la necesidad de un principio vital (no necesariamente identificada con el alma) capaz de explicar las características irreductibles de los seres vivos, ya que niegan la reductibilidad de los fenómenos vitales a causas meramente físico-químicas o fisiológicas y, en algunas versiones, afirma la existencia de algún principio o fuerza vital para explicar la diferencia esencial entre fenómenos vitales y meras estructuras orgánicas.

Sus principales defensores fueron: J. Reinke, J. Uexküll, y Hans Driesch. Otros importantes biólogos, como J.B.S. Haldane, L.V. Bertalanffy y R. Sheldrake han defendido formas menos estrictas de vitalismo. Entre los filósofos se puede considerar a Bergson como integrante de este movimiento, que también ha sido defendido por algunos físicos relacionados con la mecánica cuántica (Schrödinger, por ejemplo), que afirmaban que las leyes causales propias de la física newtoniana no podían dar explicación de los fenómenos específicamente vitales y que, de la misma manera que la mecánica cuántica, según el principio de indeterminación de Heisenberg, debía afrontar una cierta acausalidad en la explicación de los fenómenos microfísicos, debería constituirse una biología independiente de las reducciones mecanicistas heredadas de una concepción física ya superada.

Aunque, por comodidad, se agrupen bajo la misma denominación de neovitalistas, cada uno de estos autores mantenía posiciones muy distintas. Así, por ejemplo, unos afirmaban explícitamente la existencia de un «principio vital» (entelequia , le llamaba Driesch, o élan vital, le llamaba Bergson), mientras que otros se limitaban a señalar la imposibilidad de reducir lo inorgánico a mecanicismo y lo vital a orgánico, sin afirmar de manera explícita una fuerza vital. Justamente la afirmación de tal principio o fuerza vital es el aspecto más débil de estas concepciones, puesto que no se trata de ninguna entidad observable. No obstante, desde otras perspectivas, algunas corrientes de corte neovitalista (también llamadas organicistas o biologistas), o inspiradas en ellas, han impulsado otras ramas de la ciencia, tales como la teoría general de los sistemas, como en el caso de Ludwig von Bertalanffy.


Bibliografía sobre el concepto

  • Kouba, P., El mundo según Nietzsche. Herder, Barcelona, 2009.

Relaciones geográficas

Cargando el mapa…