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Nacimiento:1 enero 1325en CaenMuerte:1 enero 1382

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Filósofo, teólogo, científico y economista francés perteneciente a la corriente occamista. Nació cerca de Caen, en Normandía. Estudió teología en París que prosiguió en el Colegio de Navarra, donde fue gran maestro. A partir de 1356 fue profesor en París, y en 1377 fue nombrado obispo de Lisieux. Conjuntamente con Juan Buridán y Alberto de Sajonia es considerado uno de los más destacados representantes de la llamada escuela occamista de París, aunque también tiene muchos puntos de contacto con la corriente de los mertonianos.

Desarrolló una gran actividad intelectual en muchos y distintos campos de interés: como traductor, como economista, como matemático y como físico. Por esta gran amplitud de intereses a veces ha sido considerado precursor del hombre universal renacentista y, ciertamente, muchas de sus concepciones son realmente precursoras de la nueva imagen del mundo y de la ciencia del Renacimiento.

Como traductor y comentarista destacó por sus trabajos sobre Aristóteles pero, en contra de la costumbre de su época, efectuó sus traducciones en francés en lugar de hacerlas en latín. Como economista, su tratado sobre el dinero (Tratado sobre la primera invención de las monedas) ocupa un lugar preeminente en la historia de las ideas económicas. No obstante, sus trabajos más destacados son los que versan sobre física.

Para afrontar el estudio de las velocidades «instantáneas» de un móvil, desarrolló un procedimiento matemático basado en un método gráfico de figuras bidimensionales para representar el tiempo (que se ha considerado precursor de las coordenadas cartesianas). De esta manera, también podía estudiar la extensión de una cualidad y las cualidades intensivas. En cuanto a la explicación del movimiento defendió la teoría del ímpetus y, con su teorema de la velocidad media y su descripción matemática del movimiento acelerado, se avanzó implícitamente a la formulación del principio de inercia, preparando el camino para la formulación de una física matemática y no ya metafísica.

En el Libro del cielo y del mundo también se adelantó en cierto modo a Copérnico ya que, basándose en la observación, no es posible decidir si es el cielo y el conjunto de los astros los que se mueven alrededor de la Tierra, o si es ésta la que lo hace, y consideró que, en teoría, la hipótesis del movimiento de la Tierra, además de «salvar las apariencias» mejor, es más económica (ver navaja de Occam). No obstante, no dio el paso de aceptar esta tesis, sino que se limitó a examinarla teóricamente. A pesar de ello, y basándose en una interpretación alegórica de las Escrituras, sustentó que dicha hipótesis no era incompatible con la religión, de manera que, aunque en la Biblia se afirme que en el asedio de Jericó Dios paró el sol, de ahí no se infiere que la Tierra esté quieta, como no se infiere que Dios tenga cualidades imperfectas propias de los hombres por el hecho de que también las escrituras digan, en ocasiones, que «Dios se arrepintió» de tal o cual decisión. De esta manera contestaba de antemano a unas posibles objeciones teológicas que, de hecho, como es sabido, se formularon contra Galileo.

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