Expresión con la que se hace referencia al origen de la filosofía como superación de las formas míticas y religiosas de pensamiento y al advenimiento de un pensamiento racional que incluye tanto la filosofía como la ciencia.
El origen de esta forma superadora del pensamiento mítico se sitúa en la Grecia del siglo VI antes de nuestra era, más concretamente en Jonia, y es obra fundamentalmente de los filósofos de la escuela de Mileto: Tales, Anaximandro y Anaxímenes. Siguiendo a Guthrie, se podría decir que tal paso «se produjo cuando empezó a cobrar forma en las mentes de los hombres la convicción de que el caos aparente de los acontecimientos tiene que ocultar un orden subyacente, y que este orden es el producto de fuerzas impersonales». Según Platón (ver texto ) y Aristóteles (ver texto ), esta mutación sería fruto de la admiración. Esto supone un logro extraordinario ya que, en el contexto de la época en que se produjo, lo normal y más probable eran las explicaciones de orden sagrado, religioso y mítico que apelaban a seres personales y sobrenaturales con poderes extraordinarios. (En un período ya tardío Epicuro señala, de manera contundente, el abandono del mito para dar lugar a la explicación racional: «basta con que se excluyan los mitos; cosa que es posible, si en perfecto acuerdo con las apariencias o fenómenos, los consideramos como signos de lo que no aparece», Carta a Pitocles, 71).
Pero si bien la mayoría de los autores están de acuerdo en señalar en los milesios el origen del pensamiento filosófico y científico-racional, no hay una interpretación única de las causas que produjeron tal paso del mito al logos. En este sentido fue famosa la polémica que enfrentó a Burnet con Cornford. Según Burnet los filósofos jonios habían franqueado «la vía que la ciencia, a partir de este momento, no ha tenido más que seguir». Esta idea implicaba la suposición de que el pensamiento racional - la filosofía en su forma originaria - había hecho aparición de un modo repentino, sin historia previa que investigar, como un «milagro» griego debido a las supuestas peculiaridades del espíritu griego.
Esta tesis del «milagro griego» no explicaba realmente nada y, además, mostraba un cierto eurocentrismo al no querer tampoco reconocer las influencias de los saberes babilonios y egipcios sobre los primeros pensadores griegos. Ante dicha concepción, Cornford sostuvo la tesis (en De la religión a la filosofía, 1912y en Los orígenes del pensamiento filosófico griego, 1952), según la cual la cosmología de los primeros jonios procedía de una reinterpretación y prolongación de los mitos cosmogónicos y teogónicos griegos (narrados por Homero y Hesíodo, ver texto 1 y texto 2 ). En la Teogonía de Hesíodo se pueden distinguir dos narraciones distintas del mito primordial. En una, el relato habla de dioses; Zeus lucha contra Tifón, el poder de la confusión y el desorden, para lograr la soberanía del universo. Este tipo de narración, del tipo de los mitos de renovación y de los llamados mitos de la realeza (parecidos a los dramas ritualizados que se representaban en Babilonia, con el principal protagonismo del rey que confirmaba, así, su dominio sobre la naturaleza y la sociedad), tuvo sentido en el ámbito de la antigua monarquía micénica. Pero la caída del imperio micénico y la expansión de los dorios por el Peloponeso, Creta y Rodas, inicia una nueva fase de la civilización griega (el denominado mundo homérico). Los ritos perdieron su función y su antiguo sentido. A esta fase corresponde la segunda versión en la Teogonía de los mitos de los orígenes: la lucha por el orden no es ahora obra de dioses, sino de principios naturales, aunque todavía con resonancias míticas: Caos, Luz, Día, Noche, Cielo, Tierra, Eros. Esta segunda versión de los mitos cosmogónicos actuó como modelo a las primitivas abstracciones de los físicos jonios: aquello que en el mito son poderes naturales personificados, en los milesios son cualidades abstractas naturales: lo que son se explica por las cualidades empíricamente conocidas, aunque pensadas abstractamente y generalizadas. De esta manera dice Cornford que «en la filosofía, el mito está racionalizado».
A partir de Cornford no se pone en duda el papel sistematizador de Hesíodo, pero no puede aceptarse que la filosofía sea simplemente una racionalización de los mitos. Para Hesíodo los orígenes de la tierra, del cielo, del océano y de todo cuanto contienen, todavía es fruto de matrimonios y de la procreación entre personajes sobrenaturales, y todavía manifiesta una excesiva proyección de la estructura social misma en los relatos míticos. No obstante, se reconoce que influyó directamente en el afán de encontrar un orden (cosmos ϰόσμος) más allá del caos (χάος), y en la búsqueda de un único arkhé (ἀρχή). Además, se debe reconocer la influencia que ejercieron los saberes técnicos de los antiguos babilonios y de los egipcios, aunque es cierto que estos pueblos habían desarrollado técnicas eficientes, mediante un proceso de ensayo y error y mediante la búsqueda de correlaciones, pero nunca se habían preguntado por los fundamentos de dichas técnicas ya que, en sus culturas, el ámbito de las causas seguía estando dominado por el dogmatismo religioso.
La conjunción de los factores sociales (el fin de la monarquía micénica y los cambios sociales correspondientes; la ausencia de castas sacerdotales entre los griegos del S. VI a.C.; el afán sistematizador de Hesíodo y la influencia de los saberes de otros pueblos, juntamente con la misma situación geográfica de Jonia en un cruce de civilizaciones) es la que permite entender este «paso del mito al logos», en el que jugó también un papel importante el desarrollo de una escritura alfabética.
Como fruto de estos procesos surgió, según J.P. Vernant, un pensamiento que excluye la presencia de dioses como explicación de la naturaleza, y la presencia de un pensamiento abstracto que se constituirá en el fundamento de la inteligibilidad de los procesos naturales sometidos al cambio: el λόγος (logos), o razón, o idea, o ley universal. El primer elemento dependió de su relación con el mito cosmogónico griego racionalizado; para entender y explicar el segundo, hay que recurrir, según Vernant, al proceso histórico de la constitución de la polis griega como elemento determinante de la aparición de la racionalidad: «la razón griega -dice- aparece como hija de la ciudad». A su vez, en ambos procesos jugaron un papel destacado la transmisión del saber mediante la palabra escrita y no ya meramente por tradición oral, y -como lo destaca Popper- la actitud crítica (ver texto ).
Relaciones geográficas