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Nacimiento:ca. 610 a.C.en MiletoMuerte:ca. 546 a.C.

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( 'Αναξίμανδρος )

Filósofo griego presocrático. Nació en Mileto. Unos catorce años más joven que Tales, fue amigo y discípulo de éste. Su tratado, cuyo título no nos es conocido con exactitud, pero que se conoce -como la mayor parte de las obras de los presocráticos- bajo el nombre de Sobre la naturaleza (περί φύσεως), estaba escrito en prosa, hecho que no era corriente, y es la primera obra filosófica de occidente. Anaximandro tuvo una destacada actividad relacionada con la vida pública de Mileto, y encabezó varias expediciones, fundadoras de colonias milesias en las costas del Mar Negro, entre las que destacó la fundación de la ciudad de Apolonia. Según Eratóstenes fue el primero en trazar un mapa de la tierra y, posiblemente, construyó también un modelo del universo en forma esférica.También se le atribuyó el invento del gnomon o reloj de sol, aunque lo más probable es que solamente fuera quien lo introdujera en Grecia ya que, según Herodoto, el gnomon era un invento babilonio. De los tres pensadores milesios (los otros dos eran Tales y Anaxímenes), Anaximandro es el que más ha sido estudiado y, seguramente, es el que mejor refleja el espíritu del pensamiento presocrático inicial.

De su obra, de la que se conservan solamente algunos fragmentos citados por autores posteriores -que aunque son muy limitados son plenamente significativos-, cabe destacar como punto importante el mismo hecho de estar escrita en prosa. Con este cambio de estilo (lo más habitual era escribir en verso), Anaximandro se aparta de los escritos de índole religiosa y teogónica, marcando, así, una orientación distinta, mucho más racionalista y apartada del pensamiento mítico. Según el texto de Simplicio (Física, 24,13) que recoge el pensamiento de Anaximandro, éste llamó arkhéo principio de la naturaleza, a «lo ilimitado» (ápeiron, ἄπειρον), siendo el primero en usar el nombre de «principio» o arkhé(ἀρχή). Otra fuente importante nos la ofrece Diógenes Laercio (ver texto ).

En contra de su maestro Tales, Anaximandro pensaba que el arkhé (principio) no podía ser el agua ni ningún elemento determinado, puesto que no podría dar cuenta de todos los cambios, ya que su presencia se vería aniquilada por la irrupción de su contrario. Por ello, Anaximandro desprovee de determinaciones a este principio, y lo considera como «algo indefinido» e «ilimitado» (ἄπειρον) que pudiera ser todas las cosas a la vez. El ápeiron es lo que es común a todas las cualidades contrarias: a lo caliente, a lo frío, a lo húmedo y a lo seco, ya que no siendo ninguna de estas cualidades en concreto, está en todas ellas, las une y las cambia unas en otras, y es aquello en lo que todas las cosas tienen que disolverse de nuevo, cuando desaparecen. Así, este arkhé es material pero inconcreto, indefinido, ilimitado, ingénito, imperecedero y es, a la vez, origen y fin de todas las cosas. Representa un gran esfuerzo de abstracción la consideración del ápeiron entendido como una realidad unitaria que subsiste por debajo de los cambios, y es, todavía, más notable el esfuerzo de Anaximandro de considerar esta realidad subyacente como ilimitada e imperceptible. Pero, ciertamente, el arkhé debía de ser ilimitado e indeterminado, en el sentido de lo que no tiene límites ni puede ser definido ya que, de ser limitado, de ser de-finido o de-terminado, ¿qué lo limitaría o le pondría fin o lo terminaría? Si algo hubiese que pudiese delimitar o cualificar al arkhé, es que éste no sería verdaderamente el principio. Para explicar cómo de lo ápeiron sin determinaciones ni cualidades pueden surgir elementos determinados, Anaximandro apela a la segregación de pares de contrarios opuestos dos a dos: caliente-frio, seco-húmedo. Fruto de esta oposición surge el conflicto, la discordia o -metafóricamente- la injusticia. A su vez, fruto de la tensión entre estas cualidades contrarias que engendran y transforman todas las cosas, se da la destrucción de todas ellas para retornar de nuevo al ápeiron, que de esta manera consuma un ciclo y restablece la igualdad en lo indeterminado, es decir, la justicia (en lo que resuena un ideal de justicia como igualitarismo o isonomía). Por ello, decía Anaximandro que: «las cosas perecen en aquellas de las que han recibido su ser, como es debido; pues mutuamente se dan justa retribución por su injusticia según el orden del tiempo». De esta manera, el tiempo aparece de forma cíclica, como el transcurso entre un comienzo y un fin (que es un nuevo comienzo) que coinciden en lo ápeiron, y aparece también como justiciero en un sentido metafórico, pues es quien disuelve todas las diferencias y desigualdades.

En su concepción cosmológica, Anaximandro afirma que lo caliente y lo frío se separaron de la sustancia primitiva eterna en movimiento; el calor en rotación engendró una esfera de fuego, que rodeaba al vapor que, a su vez, rodeaba a la tierra. De esta esfera surgió el sol, la luna y las estrellas en círculos separados, que son como ruedas que giran en torno a la tierra, y a través de unos orificios que se hallan en ellos podemos observar los astros. En contra de las tesis generalmente aceptadas, afirma que el sol tiene el mismo tamaño que la tierra, y que ésta es como un cilindro aplastado que se mantiene en el centro del cosmos porque es equidistante de todos los otros astros, razón por la cual no necesita ningún soporte. Con ello, Anaximandro realiza un extraordinario ejercicio de razonamiento geométrico, ya que es justamente por estar equidistante geométricamente que la tierra se mantiene en el centro sin ninguna necesidad de soporte. Idea de una gran audacia intelectual que no sería comprendida por la mayoría de sus contemporáneos. Por otra parte, Anaximandro es también el primero que afirma que los cuerpos celestes giran alrededor de la tierra, suspendida en el centro de sus anillos, en órbitas completas (por «arriba» y por «abajo»), y no sólo en derredor de ella.

Puesto que todo debe volver al ápeiron, el conjunto de este proceso es cíclico. Así, pues, este mundo está destinado a desaparecer y de la sustancia primitiva surgirán otros mundos. Se atribuye también a Anaximandro la idea de que existen innumerables mundos parecidos al nuestro que se desarrollan durante el mismo espacio de tiempo, opinión que no parece sustentarse suficientemente en los textos. Por otra parte, los fenómenos meteorológicos los explica Anaximandro por las mismas fuerzas que formaron el mundo, sin necesidad de recurrir a dioses: el viento es vapor ligero puesto en movimiento por el sol; el viento, a su vez, es causa del trueno y del relámpago.

Los seres vivos surgen de la materia terrestre caliente y húmeda y se van desarrollando siguiendo una especie de línea evolutiva, que tiene su origen en animales semejantes a los peces. Esta concepción evolucionista de la especies ha sido considerada como una anticipación especulativa del evolucionismo de Darwin (ver textos ).

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