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Nacimiento:1932en Denver

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Filósofo estadounidense contemporáneo. Nació en Denver (Colorado) en 1932. Estudió en Oxford, donde fue discípulo de Austin y de Strawson, y donde se doctoró con la tesis titulada Sobre sentido y referencia, núcleo de la que sería su obra posterior más importante Speech acts: An essay in the Philosophy of Language (1969). Desde 1959 es profesor de la Universidad de California en Berkeley.

Su reflexión se ha centrado en la filosofía del lenguaje y en la filosofía de la mente. Prosiguió la teoría de Austin sobre los actos de lenguaje desarrollando y completando la obra de su maestro, cuya temprana muerte impidió la sistematización de muchas de sus intuiciones, especialmente la definición de acto ilocucionario, considerada insuficiente y poco explícita.

Searle parte de la hipótesis de que «una teoría del lenguaje forma parte de una teoría de la acción, porque hablar un lenguaje es una forma de conducta gobernada por reglas» (ver referencia). Distingue entre reglas regulativas, que regulan una actividad cuya existencia es independiente de las reglas, y reglas constitutivas, que constituyen (aunque también regulan) una actividad cuya existencia es dependiente de estas reglas; no se limitan, pues, a regular sino que crean nuevas formas de conducta. Las relaciones interpersonales existen -dice Searle- independientemente de las reglas de etiqueta que las regulan; las reglas del ajedrez, en cambio, crean la posibilidad misma de jugar a tal juego. Así pues, el lenguaje es una realización convencional de conjuntos de reglas constitutivas, y los actos de habla son actos realizados de acuerdo con esos conjuntos de reglas constitutivas. Las reglas que fijan el valor ilocutivo de un enunciado son constitutivas con relación al empleo de este enunciado: no es posible emplear una fórmula de promesa sin asumir la obligación de cumplir lo que se ha prometido. Las reglas constitutivas de los actos de habla son universales, mientras que son las convenciones las que definen el significado de las frases. El problema de la relación entre acto ilocucionario y convención, entre lo que se quiere decir y el significado de las palabras que se utilizan, lleva a Searle a abordar el problema general del significado.

Searle hace de la intencionalidad punto central de sus teorías, tanto lingüísticas como de aquellas más específicamente filosóficas. En ella ve la posibilidad de explicar la estructura misma de la conducta humana (también la verbal). Este supuesto lo enfrenta decididamente al cognitivismo actual, en general, y, en concreto, a la postura que atribuye a los ordenadores la capacidad de comprender lenguajes. Según él, una máquina utiliza un lenguaje sintácticamente, pero lo ignora semánticamente.

En su primer libro, titulado Actos de habla (1969), se distanció de la tradición saussureana y también de Chomsky, ya que Searle centró su reflexión sobre el aspecto de la comunicación en el lenguaje, más que en el de la significación. Según Searle (diferenciándose de Benveniste), la unidad mínima de comunicación no es la frase, sino la producción de ésta, es decir, el acto del lenguaje. Searle distingue entre cuatro tipos de actos de lenguaje: los enunciativos, los proposicionales, los ilocutivos y los perlocutivos. De estos tipos Searle ha investigado los actos proposicionales y especialmente los ilocutivos o ilocutorios, tales como la aserción, la promesa, el mandato, etc., que poseen una base convencional, a diferencia de los actos perlocutivos, que están unidos a su resultado por una conexión causal. Este estudio le ha permitido crear las bases de una lógica ilocutiva (en un texto homónimo publicado junto con D. Vanderveken), y renovar la pragmática moderna. Posteriormente Searle se centró en el estudio de los actos de lenguaje indirectos, así como del discurso narrativo y del uso metafórico del lenguaje. De estos estudios surgió su crítica a la pretensión de un «grado cero» de contexto o a la pretensión de un puro sentido literal: incluso una frase simple como «el gato está sobre la alfombra» se basa ya en una serie de presuposiciones e informaciones previas que hacen posible dicha frase (la existencia de la gravedad, las nociones de impenetrabilidad, etc., que excluyen la posibilidad de que el gato flote sobre la alfombra o esté incrustado en ella, por ejemplo). Sostiene también el carácter intencional de los actos mentales, que debe distinguirse del carácter intensional de las frases en vistas a evitar la confusión ontológica entre objetos intensionales y las propiedades lógicas de los términos intensionales. También es destacable su contribución al estudio del «hiato» (entre lo que es y lo que debe ser) que separa los enunciados descriptivos de los enunciados de valor (ver cita).

A partir de los años ochenta, y especialmente a raíz de la publicación de su obra Mentes, cerebros y ciencia (1984), Searle se ha ocupado también de filosofía de la mente y del problema mente-cuerpo, combatiendo las pretensiones de los defensores de la llamada inteligencia artificial «fuerte», es decir, de aquellos que no solamente toman los ordenadores como modelos para el estudio de la mente, sino que sustentan que los ordenadores pueden llegar a pensar y a comprender un lenguaje (ver cita). Ello, según Searle, no es posible, ya que las máquinas solamente son capaces de manipular signos sintácticamente, pero carecen de la posibilidad de interpretarlos, lo que solamente está al alcance del cerebro humano. Para reforzar sus argumentaciones, Searle formuló un conocido «experimento mental» conocido como «la habitación china» (ver texto). En este experimento se supone que alguien que desconoce el chino está en el interior de una habitación, donde se almacenan caracteres de esta lengua junto con unas instrucciones -en la lengua del sujeto- para manipular dichos símbolos de manera puramente formal o sintáctica. Si alguien desde fuera de la habitación hace preguntas en chino al interior de la habitación y las respuestas -en base a las reglas sintácticas previamente suministradas- son adecuadas, de ahí no se infiere que el ocupante del interior de la habitación comprenda el chino. Esta es una situación semejante a la de un software de ordenador capaz de manipular signos sintácticamente pero que, según Searle, es incapaz de comprender su significado.

Contra el argumento de Searle se ha señalo que la comparación de un solo individuo en una habitación con los millones de operaciones por segundo de un ordenador es defectuosa, teniendo en cuenta que lo importante, para los defensores de la inteligencia artificial (IA) fuerte, es el algoritmo. Searle contrarreplicó afirmando que, si en lugar de un individuo aislado en una habitación fuesen millones de individuos en un continente los que manipulasen los signos sin entenderlos, la situación sería la misma, a lo que los defensores de la IA han contestado señalando que estos miles o millones de individuos se asemejarían más a los millones de neuronas de un cerebro que al cerebro mismo. Pero la cuestión de fondo es que, según Searle, las tesis de la IA fuerte presuponen -con su insistencia en que la inteligencia se reduce fundamentalmente a un proceso algorítmico independiente del soporte en el que se realice-, una nueva forma de dualismo. En lugar de una res cogitans, defienden un algoritmo cuya existencia incorpórea se asemeja más bien a las ideas platónicas, lo que es fuertemente criticado por Searle que, en el contexto de las distintas posiciones de la filosofía de lo mental, defiende el emergentismo. Según esta tesis, mente y cerebro interactúan, aunque son completamente distintos, ya que los fenómenos mentales son fruto de determinados rasgos del cerebro, pero no se confunden con él, sino que son una propiedad emergente. De esta manera, adopta un punto de vista que, según él, es capaz de conjugar los aspectos básicos del fisicalismo y del mentalismo, y evitar posiciones reduccionistas radicales de la mente a lo físico o el platonismo subyacente a determinados enfoques de la IA fuerte (ver texto).

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Bibliografía

Del autor

  • Searle, John, Actos de habla. Ensayo de filosofía del lenguaje. Cátedra, Madrid, 1980.
  • Searle, J., El misterio de la conciencia. Paidós, Barcelona, 2000.
  • Searle, John, Intencionalidad. Un ensayo en la filosofía de la mente. Tecnos, Madrid, 1992.
  • Searle, John, Mentes, cerebros y ciencia. Cátedra, Madrid, 1985.
  • Searle, John, ¿Qué es un acto de habla?. Teorema, Valencia, 1977.

Relaciones geográficas

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