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(en latín, res cogitans / res extensa) Las expresiones que utiliza Descartes para calificar la idea de yo y de materia, respectivamente. La expresiones latinas remiten al uso de res, que, en el latín medieval de la Escolástica, significa cosa o sustancia, en un sentido cualitativo, o quiditativo, esto es, sin una referencia inmediata a la existencia (primero una cosa es y, luego, de ella se sabe si existe o no). Descartes utiliza indistintamente el término «sustancia» o el de «cosa» (ver cita), apoyado en esta equivalencia del término res en latín.

El yo o el sí mismo es una sustancia pensante (ver cita), como corresponde a la intuición que Descartes tiene de sí mismo, al final del proceso de la duda metódica, y que expresa con la frase: «yo pienso» (ver texto ).

La sustancia extensa es la idea que, paradigmáticamente, halla en su espíritu Descartes, tras analizar una de las ideas claras y distintas como es la de extensión, objeto de la matemática (Meditación quinta), y referirla, por fuerza de la imaginación y el sentir, a objetos exteriores (Meditación sexta; ver texto ).Éstos no pueden sino ser cosas (matemáticamente) extensas (en longitud, anchura y profundidad), pues ésta es la idea clara y distinta, es decir, evidente, que podemos hacernos de los cuerpos, incluido el propio.

Tanto al espíritu humano como las cosas materiales son sustancias, porque, aunque en rigor sustancia sólo puede serlo aquello que goza de autonomía e independencia total (sólo Dios lo es en este sentido), a las cosas creadas que, para existir, sólo necesitan del concurso divino, les compete también el nombre de sustancia (ver cita). Cada sustancia, por lo demás, se califica con un atributo o predicado esencial característico: el pensamiento o la extensión, radicalmente distintos, y cada predicado esencial creado tiene diversos modos de ser atribuido (ver cita). Así se constituye el dualismo cartesiano.

A estos dos tipos irreductibles de sustancia añade un tercero: la sustancia pensante increada o res infinita, Dios (ver cita).