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Argumentos a favor de la existencia de Dios, apoyados en conceptos con significado meramente racional, con los que, a modo de conocimiento conceptual o demostrativo, la tradición filosófica, la de orientación escolástica sobre todo, razona el motivo de su creencia en Dios. Estos argumentos, si han de ser meramente racionales, han de evitar cualquier referencia directa a la fe o a la revelación; han de pertenecer, por consiguiente, a un discurso meramente natural. El valor de tales pruebas ha sido siempre discutible y discutido, pero en la actualidad, aunque hayan perdido vigencia incluso para la misma teología católica, que prefiere, a las formulaciones racionales, una vía existencial o una experiencia religiosa vivida como mejor camino para la fe, estas pruebas no dejan de tener importancia como formas de probar la coherencia de la creencia religiosa, o maneras de probar la verdad del teísmo.
La posibilidad universal de conocer a Dios, por medio de la sola razón natural, es una verdad definida por el concilio Vaticano I (1869-1870), contra el fideísmo y el agnosticismo (ver cita), y tradicionalmente se ha considerado que esta posibilidad es uno de los llamados preámbulos de la fe.
Las pruebas se clasifican tradicionalmente en tres clases, según la idea fundamental en que se apoyan: 1) Las pruebas cosmológicas parten de la realidad del mundo al que atribuyen determinadas características, como orden, teleología, finalidad. La prueba por el orden del mundo, o prueba teleológica,esla quinta vía de Tomás de Aquino. El orden que hay en el mundo, tal como muestra finalidad lleva a la exigencia de una causa inteligente. Se la conoce también como prueba por el designio, desarrollada en el contexto de una visión mecanicista del universo. Hume, en Diálogos sobre la religión natural (1779) y Kant, en Crítica de la razón pura (1787), donde le da el nombre de prueba físico-teológica, critican el valor de esta prueba. 2)Las pruebas morales aluden al consentimiento universal de la humanidad (a modo de una convicción natural del género humano, que, por una cierta intuición de tipo religioso, lleva a afirmar la existencia de Dios), al deseo de felicidad, de eternidad (Unamuno). El argumento por la conciencia moral,desarrollado por la neoescolástica se inspira en la Crítica de la razón práctica de Kant: la existencia de Dios como postulado de la razón práctica. 3) Porúltimo, las pruebas metafísicas, las más propias de la filosofía de tradición escolástica, y a las que se ha atribuido mayor carga racional. Se trata de las cinco vías tradicionales de Tomás de Aquino (menos la quinta, o prueba teleológica). Las pruebas se construyen aplicando el principio de causalidad a realidades (metafísicas) atribuibles al mundo, como la causalidad eficiente, la contingencia, la perfección en diversos grados. Estas pruebas intentan llegar hasta un concepto de Dios que se muestra como primera causa eficiente, ser necesario y perfecto o infinito.
El famoso argumento ontológico, modelo de todo argumento a priori de la existencia de Dios, formulado inicialmente por Anselmo de Canterbury, en su Proslogion (c. II), es también una de las pruebas metafísicas tradicionales; de ella discuten los lógicos con agrado. Busca mostrar la existencia de Dios a partir del concepto de «aquello mayor que lo cual nada puede pensarse», afirmación, o punto de partida, que «hasta el necio» ha de admitir por definición. Rechazado ya en la época de san Anselmo por el monje Gaunilo, posteriormente por Tomás de Aquino, como un paso ilícito de lo pensado a lo existente, aceptado no obstante por Descartes, en su Meditación quinta (ver texto )y por Leibniz, aparte de Spinoza, Wolff y Baumgarten, recibió por parte de Kant la crítica definitiva: la existencia no es una cualidad o una perfección, sino un hecho (el modo como existen las cosas reales), cuya presencia no se prueba pensando sino descubriéndola en la experiencia. Los «cien táleros» pensados son tan perfectos como los «cien táleros» reales; pero éstos existen para una persona, aquéllos no. El conocimiento de la existencia del ser supremo, igual que la de cualquier otro ser, no depende nunca del hecho de analizar conceptos, sino de una actividad sintética del entendimiento sobre la experiencia.
Sobre nuevas versiones de estos argumentos tradicionales, ver teísmo.
Bibliografía sobre el concepto
- San Anselmo, Obras completas. B.A.C., Madrid, 2008.
Relaciones geográficas