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Bajo este término pueden entenderse tres doctrinas distintas:


a) la extrapolación del darwinismo (teoría biológica) a la explicación de la sociedad, que origina una teoría de sesgo ultraconservador y racista. Habitualmente ésta es la acepción más conocida del darwinismo social;

b) una variante de la sociobiología, que intenta explicar la aparición y persistencia de ciertas conductas sociales a partir de la hipótesis de un mecanismo evolutivo de supervivencia, y

c) la hipótesis de una evolución de las instituciones sociales y de las colectividades humanas.


a) En sus inicios se conoce como darwinismo (o darvinismo) social la corriente de pensamiento sociológico surgida a finales del siglo XIX, fuertemente inspirada por la filosofía de Herbert Spencer, que consiste en una extrapolación de la teoría evolucionista de Darwin -basada en la selección natural, la lucha por la existencia y la supervivencia de los más aptos-, al terreno de la sociología, y que pretendía fundamentar biológicamente las ciencias sociales. En este sentido, es una perversión de una teoría basada en observaciones biológicas que toma de ella solamente su fraseología, pero no su esencia. Este paso de una teoría biológica a una teoría social supone un salto injustificado, y profundamente injusto con Darwin, que procede meramente por analogía y constituye un verdadero error categorial. Al aplicar el darwinismo al ámbito socioeconómico, los darwinistas sociales tienden a justificar las diversas formas de agresividad propias de la sociedad «liberal», y a explicar «científicamente» las diferencias económicas y sociales de clase. Por ello el darwinismo social ha sido utilizado por los ideólogos del racismo o por los ideólogos más conservadores, así como por partidarios de corrientes eugenésicas que consideraban que la evolución de la cultura depende del grado de desarrollo de las razas (ver texto ).

Para los darwinistas sociales, la abundancia o la riqueza económica, serían los equivalentes de la buena adaptación biológica; la feroz competencia económica capitalista, sería el equivalente de la selección natural. De esta manera, el «éxito» en la vida económica y social daría la medida de la valía de las personas. En definitiva, según los darwinistas sociales, los ricos lo son porque son más listos, y los pobres lo son porque son menos eficientes o más gandules. De esta manera, basándose en categorías biológicas, de las que solamente toman un sentido ideológico, intentan justificar las diferencias sociales. El error, al no tomar en consideración los múltiples aspectos sociales y culturales que intervienen en la diferenciación social y económica, equivaldría al de intentar explicar la biología apelando a categorías de análisis social. Es tan absurdo querer explicar el mecanismo de una célula apelando a la lucha de clases entre las mitocondrias, como querer explicar las diferencias sociales apelando solamente a mecanismos biológicos extraídos de una teoría elaborada para dar cuenta del fenómeno de la evolución de las especies.

Algunas formas de darwinismo social fueron defendidas, entre otros, por los teóricos del racismo, como Gobineau o Houston Chamberlain, que proclamaban la existencia de razas superiores, así como por algunos ideólogos ultraconservadores, especialmente en los Estados Unidos, donde tuvieron notable influencia y lograron hacer aprobar algunas medidas de tipo racista y eugenésico durante los años 1940. No obstante, desde el campo de la ciencia, ningún biólogo sensato defendió nunca el darwinismo social, e incluso los más notables biólogos lo combatieron con fuerza. Es el caso, por ejemplo, de Theodosius Dobzhansky, uno de los biólogos evolucionistas más relevantes del siglo XX. y cofundador (ver neodarwinismo) de la teoría sintética de la evolución (ver texto ). Desde la biología, se denunciaba no sólo el mal uso de los conceptos biológicos utilizados por los ideólogos del darwinismo social sino que, además, se mostraba su carácter marcadamente perverso. Así, por ejemplo, los darwinistas sociales sugerían que expresiones tales como «lucha por la existencia» o «supervivencia del más dotado», podían ser aplicados a la vida humana, pero desconocían cuál era el auténtico sentido de estas expresiones en el campo de la biología. De hecho, para Darwin, la «lucha por la existencia» era una mera metáfora, y la noción de «supervivencia del más apto» -expresión acuñada por Herbert Spencer-, también fue aceptada por Darwin simplemente como una metáfora, ya que quizás era consciente de su posible uso ideológico. El hecho de que Darwin utilizase expresiones elaboradas previamente por Spencer, quien había desarrollado un evolucionismo especulativo anteriormente a Darwin mismo, pudo provocar que se identificase con más facilidad la teoría biológica con la especulación sociológica de Spencer, que, a pesar de todo, era más lamarckista que darwinista.

En el terreno de las ciencias sociales, el darwinismo social fue combatido desde varios frentes. Así, desde las posiciones de izquierda, desde el marxismo, por ejemplo, se combatió con fuerza, señalando que las causas de las desigualdades entre los hombres, más que deberse a un determinismo biológico (como proponía Haeckel), eran provocadas por las condiciones sociales . Especialmente destacable fue la concepción defendida por el anarquista Kropotkin, quien destacó que, incluso en el mundo animal, la lucha por la supervivencia no significa necesariamente la lucha de unos contra otros, sino que, a menudo, se consigue mediante la cooperación o apoyo mutuo, (título de uno de sus libros más influyentes), de manera que, según él, las especies que más prosperan son aquéllas que más recurren a la colaboración entre sus miembros, colaboración que se presenta como el mejor factor de supervivencia. Con ello, se adelantaba a algunas concepciones expuestas por los teóricos de la actual sociobiología.

En cualquier caso, este uso ideológico de la biología, aplicada al estudio de la sociedad humana, tuvo como consecuencia funesta el crear una gran prevención contra todo estudio de las comunidades humanas que tome en consideración los aspectos biológicos. Contra esta prevención ha tenido que luchar la moderna sociobiología que, para algunos, todavía puede ser sospechosa de ideología social-darwinista.

b) Desde otra perspectiva distinta, también se ha calificado como darwinismo social a la aplicación a la sociedad de la hipótesis del neodarwinismo sobre la evolución y del neomendelianismo sobre la herencia, aplicación que permitiría explicar la aparición y persistencia de ciertas conductas sociales de individuos o grupos, o sociedades enteras, a partir de la hipótesis de un mecanismo evolutivo de supervivencia en unas circunstancias determinadas, y de optimización de los recursos (ver eficacia biológica inclusiva). Estas conductas darían a sus realizadores un valor de adecuación al medio, o un valor selectivo (en inglés, fitness). Dicha conducta, que en esta hipótesis se interpreta como una lucha por la supervivencia, más bien hay que verla como una de las teorías a que se recurre en sociobiología, pero que, en modo alguno, intenta ser una justificación ideológica de las diferencias sociales.

c) A veces también se ha dado el nombre de darwinismo social a las teorías del evolucionismo social. No obstante, estas teorías, como las del evolucionismo cultural, no defienden ningún tipo de doctrina propiamente darwinista aplicada a la sociedad, sino que simplemente sostienen que todas las instituciones y todas las formas de vida más sencillas de cada sociedad evolucionan hacia formas más complejas. De hecho, el evolucionismo cultural ya existía antes incluso de la aparición del darwinismo. A veces, los evolucionistas culturales han utilizado analogías entresacadas del mundo de los seres vivos, pero no defienden los postulados del darwinismo social racista. De hecho, desde la misma concepción de Platón sobre la evolución de las formas del Estado, hasta las concepciones de G. Vico, las de Hegel, las del evolucionismo cultural de Morgan o de Engels, la ley de los tres estados de Comte, pueden considerarse en cierto modo formas de un evolucionismo social.

Bibliografía sobre el concepto

  • Azcona, J., Antropología biosocial. Darwin y las bases modernas del comportamiento. Anthropos, Barcelona, 1982.
  • Grasa, R., El evolucionismo: de Darwin a la sociobiología. Cincel, Madrid, 1986.
  • Dawkins, Richard, El gen egoísta. Labor, Barcelona, 1979.
  • Novicow, J., La crítica del darwinismo social. Daniel Jorro Ed., Madrid, 1914.
  • Catrodeza, C., La darwinización del mundo. Herder, Barcelona, 2009.

Relaciones geográficas

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