Filósofo y crítico social alemán de orientación marxista. Nació en Ludwigshafen am Rhein (Palatinado), siendo el hijo único de una familia de judíos alemanes. A los trece años escribió su primer ensayo filosófico, El universo visto por el ateísmo, en 1905 estudió en Munich con Thoedor Lipps y en 1908 se doctoró con una tesis sobre Rickert. Entre 1908 y 1911 vivió en Berlín, donde se relacionó con el círculo de G. Simmel, que le puso en contacto con G. Lukács, con quien estableció amistad. En 1912 marchó a Heidelberg donde formó parte del círculo de intelectuales constituido en torno a Max Weber, al cual pertenecía también K. Jaspers. Poco después, debido a sus ideas pacifistas, se trasladó a Garmisch, donde se casó con la escultora Else von Stritzky, y escribió El espíritu de la utopía (publicado en 1918). Simpatizante del movimiento espartaquista, dirigido por Rosa Luxemburgo, volvió a Berlín, pero ante el fracaso de la revolución marchó a Munich, donde escribió Thomas Münzer, teólogo de la revolución (1921). En esta obra pone a este sacerdote, dirigente de una rebelión de campesinos como ejemplo de espíritu utópico. En 1921 muere su esposa y marcha de nuevo a Berlín, donde se publica una segunda edición de El espíritu de la utopía, en la que es más patente la influencia del marxismo, y en la que se aleja de su primera orientación kantiana para abrazar un marxismo hegelianizante. En esta obra apunta los temas fundamentales de su pensamiento, que él mismo denominó «marxismo cálido»: la utopía, el marxismo, la esperanza. En Berlín se relacionó con Adorno, W. Benjamin, B. Brecht y Kurt Weill.
En 1933, con la llegada del nazismo, son quemados públicamente sus libros, junto con los de otros autores, Freud, Kafka, Brecht, Musil, por ejemplo, y comienza un exilio de dieciséis años que le lleva primero a Suiza (donde escribe La herencia de este tiempo, que es un estudio de la psicología de masas del fascismo) y, posteriormente, a Estados Unidos, donde escribe entre 1938 y 1947 su obra principal: El principio esperanza (revisada en 1953 y 1959; editada en Alemania oriental en 1954-55; el tercer volumen censurado se editó en 1959), en la cual hace de la esperanza la categoría fundamental del hombre, relacionándola con la utopía marxista, como la «utopía concreta» que mejor permite la realización de lo que «todavía no es». En esta obra se manifiesta su marxismo hegelianizante. Como Hegel, Bloch cree en una racionalidad inherente a lo real (todo lo real es racional), pero esta racionalidad no es, como en Hegel, una conciliación realizada, sino que está «por llegar», es un «todavía no». Esta concepción se relaciona con la inversión de la dialéctica hegeliana efectuada por Marx (ver texto), y sitúa la materia en lugar del espíritu hegeliano. Pero el materialismo de Bloch entiende la materia en sentido aristotélico, como pura potencialidad, abierta, contraria al espíritu hegeliano encerrado en sí mismo. Partiendo de esta idea, Bloch traza en El principio esperanza una fenomenología de los estados utópicos de la conciencia: estudio de los deseos profundos, de las fantasías diurnas, de los sueños, de los mitos colectivos y del arte, y dio una especial relevancia al arte de vanguardia como expresión de la actividad creadora y utópica frente a lo dado en la realidad. Esta fenomenología de lo utópico culmina en una ontología del todavía no. En Estados Unidos escribe también su importante obra: Sujeto-Objeto: esclarecimientos sobre Hegel (publicado posteriormente en 1962).
Al término de la segunda guerra mundial, coherentemente con sus convicciones marxistas, marchó a Leipzig, en la Alemania oriental, donde fue profesor en la universidad, y donde intentó realizar la utopía marxista. Pero pronto chocó con una realidad represiva contraria a todo ideal verdaderamente emancipatorio. Esta contradicción se manifestó a raíz de la brutal represión del levantamiento popular húngaro de 1956. Las autoridades gubernamentales prosoviéticas le prohibieron la enseñanza, ya que Bloch se manifestó horrorizado por la represión ante dicho levantamiento. Muchos de sus amigos y discípulos (como Wolfgang Harich) fueron encarcelados por oponerse a la dictadura soviética. A pesar de lo precario de su situación, siguió escribiendo unos Ensayos literarios y un Curso de historia de la filosofía. En 1961, cuando se edificó el muro de Berlín, pidió asilo a Alemania occidental y se estableció en Tubinga, en cuya universidad enseñó hasta su muerte, acontecida el 4 de agosto de 1977, a los 92 años. En 1967 recibió el Premio de la Paz de los libreros alemanes. Durante el período de Tubinga escribió El problema del materialismo, 1972; Ensayos filosóficos, 1969; Medidas políticas, 1970; El ateísmo en el cristianismo (1968), una de sus obras más influyentes («Sólo un ateo puede ser un buen cristiano; sólo un cristiano puede ser un buen ateo»), y Experimentum mundi, 1975, importante obra en la que hace una reelaboración de las categorías filosóficas. Su pensamiento se inscribe en la tradición de las interpretaciones hegelianizantes y humanizantes del marxismo.
Bibliografía
Del autor
- Bloch, Ernst, Avicena y la izquierda aristotélica. Ciencia Nueva, Madrid, 1966.
- Bloch, Ernst, Derecho natural y dignidad humana. Aguilar, Madrid, 1980.
- Bloch, Ernst, El pensamiento de Hegel. FCE, Mexico, 1949.
- Bloch, Ernst, El principio esperanza. Trotta, Madrid, 1998.
- Bloch, Ernst, Gesamtausgabe. Suhrkamp, Frankfurt, 1956.
- Bloch, E., Sujeto-objeto. El pensamiento de Hegel. FCE, México, 1982.
- Bloch, Ernst, Thomas Münzer como teólogo de la revolución. Ciencia Nueva, Madrid, 1968.
Sobre el autor
- VV.AA., En favor de Bloch. Taurus, Madrid, 1979.
Relaciones geográficas