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Prohibición de mantener relaciones sexuales y contraer matrimonio entre personas que están dentro de unos determinados grados de parentesco consanguíneo, especialmente entre parientes de primer grado.

Se considera una prohibición o tabú universal, aunque no en sentido absoluto y admite excepciones. (De hecho, en la actualidad, hay países que han despenalizado el incesto, como Suecia, por ejemplo).

Durante bastante tiempo se creyó, por la influencia de Lewis H. Morgan y de S. Maine, que el fundamento de esta prohibición estaba en las consecuencias genéticas desastrosas que supondría una reiterada relación sexual entre personas consanguíneas. Pero, de hecho, en distintas sociedades se marcan distintos grados de prohibición y, en algunas sociedades primitivas, la prohibición alcanza más a personas bastante alejadas en su parentesco que a parientes más próximos. Incluso se han descrito sociedades en las que el tabú del incesto alcanza a personas ni tan solo relacionadas consanguíneamente. De ahí, que no pueda explicarse este tabú apelando a las posibles consecuencias biológicas de estas relaciones. Además, el desconocimiento de los mecanismos genéticos entre los pueblos primitivos haría aún más problemática esta explicación, máxime cuando se ha comprobado (<Malinowski, The Sexual Life of Savages) que numerosas sociedades primitivas desconocen la relación existente entre sexualidad y procreación. Por otra parte, como bien saben los criadores de animales y plantas que usan este método para aumentar la calidad de sus productos, la unión entre individuos poseedores de la misma dotación genética solamente refuerza los caracteres genéticos, tanto negativos como positivos. De hecho, como señalan Leslie White (La ciencia de la cultura, Paidós, Buenos Aires 1964, p.285) y Marvin Harris (Introducción a la antropología general, Alianza, Madrid 1993, p.354), Cleopatra, reina de Egipto y mujer excepcional, «fue el producto de once generaciones de cruzamientos consanguíneos restringidos entre medio hermanos y medio hermanas dentro de la dinastía ptolemaica». Ciertamente, también se conocen excepciones de este tabú aunque, en estos casos excepcionales las personas autorizadas a practicar el incesto poseen un estatus especial, como en el caso de las dinastías faraónicas del antiguo Egipto (en que era obligatorio el matrimonio entre hermanos), entre algunos aborígenes de Hawai, entre los Azande de África central o en el Perú incaico.

Desde el punto de vista de la antropología cultural se han propuesto distintas explicaciones para este tabú. Aparte de la ya mencionada (y criticada) explicación referente a las posibles causas, genéticamente nefastas, de una relación entre personas consanguíneas, se ha dicho también que era una prohibición de carácter instintivo (Lowie y Hobhouse) pero, como señala Leslie White (La ciencia de la cultura, Paidós, Buenos Aires p. 283), aparte de la pobreza de esta explicación, si el fundamento de este tabú fuese instintivo, como se ha dicho en algunas ocasiones, ¿cómo se explicaría que todas las sociedades promulguen leyes para impedirlo? Según Freud, en cambio, la universalidad del complejo de Edipo mostraría que las tendencias incestuosas son uno de los impulsos más arraigados en la humanidad, de donde provendría el carácter ambivalente que presenta, propio de todo tabú: deseo y represión. E. Durkheim relacionaba el tabú del incesto con el totemismo. Según Durkheim, puesto que la sangre es conocida por todos los pueblos como un fluido vital, y puesto que en la desfloración se puede producir sangre, se debe evitar el incesto y la endogamia, ya que derramar sangre del propio grupo totémico sería un crimen. Pero esta teoría generaliza el totemismo, lo que no es admitido por los etnólogos que, si bien reconocen el tabú del incesto como universal, consideran que el totemismo no lo es. Edward Burnett Tylor atribuye la prohibición del incesto a la necesidad de los grupos humanos de cooperar entre sí para permitir su supervivencia. Según Tylor, «La exogamia, al permitir que una tribu en vías de crecimiento mantenga sus filas apretadas por medio de uniones constantes entre sus clanes que se dispersan, la hace capaz de vencer cualquier número de pequeños grupos en donde se practica la endogamia y que son aislados y desvalidos. Una y otra vez en la historia del mundo, las tribus salvajes deben haberse visto llanamente ante la simple y práctica disyuntiva de hacer matrimonios con extraños o de ser exterminados», o como dice White -que defiende el punto de vista de Tylor-, con la definición y prohibición del incesto, las familias tomaron en el proceso cooperativo el papel de unidades y también de grupos. El matrimonio fue primero un contrato entre familias, luego entre grupos aún más grandes. La prohibición del incesto tiene, pues, una motivación económica, en un sentido amplio (seguridad y subsistencia): la endogamia se prohibió y el matrimonio con miembros de otros grupos se hizo obligatorio con el fin de optimizar la cooperación. Al forzar a los hombres a la exogamia refuerzan la integración de grupos sociales más amplios, ya que «La cooperación entre familias no puede ser establecida si los padres se casan con los hijos, y los hermanos con las hermanas. Es menester hallar una manera para superar esta tendencia centrípeta con una fuerza centrífuga. La solución fue hallada con la definición y prohibición del incesto».

Claude Lévi-Strauss

En la misma línea, Lévi-Strauss también relaciona la prohibición del incesto con la evitación de la endogamia, a fin de extender las relaciones sociales y evitar el estallido de conflictos en el seno de la familia. De hecho, Lévi-Strauss considera que «todo cuanto es universal en el hombre se deriva de la naturaleza y se caracteriza por la espontaneidad; [...] todo lo que es constreñido por una norma pertenece a la cultura y presenta los atributos de lo relativo y particular», pero justamente el tabú del incesto se halla en el punto de articulación entre la naturaleza y la cultura, y forma parte de los mecanismos de intercambio existentes en toda sociedad, de manera que tanto las reglas de matrimonio, como el tabú del incesto y las estructuras del parentesco, forman una especie de lenguaje destinado a asegurar una cierta cooperación y comunicación entre los individuos.

Desde la perspectiva de la etología se ha señalado que en algunas especies (las ocas silvestres, por ejemplo) existe una inhibición en las relaciones sexuales entre los animales que proceden de la misma incubación, a menos que sean separados inmediatamente después de nacer. Desde este punto de vista se ha considerado la posibilidad de la existencia de algún mecanismo biológico de insensibilización sexual entre los individuos de un mismo y reducido grupo. Pero no parece que este tipo de conducta sea generalizable y, mucho menos, aplicable a la especie humana, dada la gran diversidad de grados de prohibición de las relaciones incestuosas en las diversas culturas.

Sigmund Freud

Desde la perspectiva psicoanalítica, Sigmund Freud da una explicación del tabú del incesto que expone, fundamentalmente, en Tótem y tabú, y que repite en Moisés y la religión monoteísta. Freud, basándose en conjeturas de Darwin relativas al estado primitivo del hombre, en los estudios de Atkinson sobre el sistema patriarcal y de W. Robertson Smith sobre las prácticas de sacrificios y el banquete totémico, afirma que el tabú del incesto procedería del asesinato del Padre, varón poderoso que dominaba el clan, que monopolizaba todas las mujeres, madres e hijas, y que separaba los jóvenes que habían madurado sexualmente para impedir que compartieran las mujeres del grupo. Procedería, pues, de un parricidio inicial. Los hermanos expulsados, hijos del mismo padre monopolizador de las mujeres, juntaron sus esfuerzos, le asesinaron y devoraron y, de esta manera, pusieron fin a la horda paterna (ver texto ). Pero, una vez muerto, apareció la ambivalencia que les guiaba (ambivalencia que se presenta también en todo tabú, que es, simultáneamente, sagrado e impuro): odiaban al padre a la vez que le amaban y, después de su desaparición, se impuso el reconocimiento de su superioridad y el respeto, con lo que, en lugar de repartirse las mujeres, que era su motivación inicial, decidieron seguir manteniendo la voluntad del padre asesinado, obedeciéndolo después de su muerte. En consecuencia hicieron un solemne pacto de no tocar ninguna de las mujeres del padre y aparearse con mujeres procedentes de otras familias. La prohibición de matar al padre y realizar el coito con la madre aparecen conjuntamente en los dos crímenes de Edipo, «y con los deseos primitivos del niño, cuyo renacimiento o insuficiente represión forman quizá el nódulo de todas las neurosis» (Tótem y tabú, cap. IV), con lo que muestra la relación existente entre el tabú del incesto y el complejo de Edipo.



Bibliografía sobre el concepto

  • Fox, R., Anthropologie biologique. Gallimard, París, 1978.
  • Fox, R., Anthropologie de la parenté. Gallimard, París, 1972.
  • Castro Gómez, S., Crítica de la razón latinoamericana. Puvill, Barcelona, 1996.
  • Lacan, Jacques, Ecrits. Seuil, París, 1966.
  • Lévi-Strauss, Claude, El totemismo en la actualidad. FCE, Mexico, 1965.
  • Harris, Marvin, Introducción a la antropología general. Alianza, Madrid, 1993.
  • White, Leslie, La ciencia de la cultura. Paidós, Buenos Aires, 1964.
  • Frazer, James G., La rama dorada. FCE, Mexico, 1981.
  • Lévi-Strauss, Claude, Las estructuras elementales del parentesco. Paidós, Buenos Aires, 1968.
  • Durkheim, Émile, Las formas elementales de la vida religiosa. , 1912.
  • Freud, Sigmund, Moisés y la religión monoteísta. Biblioteca Nueva, vol. III., Madrid, 1968.
  • Harris, Marvin, Nuestra especie. Alianza, Madrid, 1991.
  • Havelock, Ellis, Psicologia del sexe. Ed. 62, Barcelona, 1972.
  • Wilson, E.O., Sobre la naturaleza humana. FCE, Madrid, 1983.
  • Cazeneuve, J., Sociología del rito. Amorrortu, Buenos Aires, 1972.
  • Freud, Sigmund, Totem y tabú. Biblioteca Nueva. Vol. II, Madrid, 1968.
  • Lévi-Strauss, Claude, Tristres trópicos. Paidós, Barcelona, 1988.

Relaciones geográficas

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