Palabra de origen polinésico (tapu) generalizada por los etnólogos, cuyo sentido genérico es «prohibido», y designa una prohibición mágica culturalmente determinada, ya que aquello que es tabú es, simultáneamente, algo sagrado y a la vez impuro. La violación, voluntaria o involuntaria, del tabú acarrea, según los creyentes en la prohibición, una impureza personal, una calamidad natural o un infortunio social, ya que su transgresión es castigada con sanciones sobrenaturales que pueden afectar al grupo. En La rama dorada, James Frazer clasificó los distintos tipos de tabúes existentes en diversas sociedades en:
a) tabúes de actos (determinadas relaciones sexuales, el tabú del incesto, prohibición de ingerir determinados alimentos, etc.);
b) tabúes de personas (jefes o reyes, difuntos, mujeres menstruantes o embarazadas, etc.);
c) tabúes de cosas (sangre, cabellos, determinadas armas, etc.), y
d) tabúes de nombres (nombres de muertos, de objetos impuros, de divinidades, etc.).
El origen de estas prohibiciones es muy diverso: se halla tanto en mitos y elementos mágicos, como en formas más racionales de solucionar problemas tribales y de supervivencia del grupo (en particular, miedo a la endogamia), apareciendo también como formas de manifestar la sumisión del individuo al grupo. De esta manera adquieren valor de símbolo. El hecho de observarlos proclama la pertenencia al grupo, y su violación ha de ser especialmente castigada.
Durkheim liga la noción de tabú a la de maná totémico (Las formas elementales de la experiencia religiosa ). Radcliffe-Brown, que observó la relación entre muchas prohibiciones de tipo tabú con actos y reglas ceremoniales, ve en el tabú un instrumento para enfatizar la importancia social de hechos, cosas, situaciones, normas o personas, unido a prescripciones rituales, de manera que una infracción del tabú podría conducir a un cambio no deseable en el estatus ritual de la persona que transgrede la regla (Estructura y función en la sociedad primitiva, cap. VII ). Freud, que da una especial importancia al tabú del incesto, al que considera de hecho como el fundamento de todas las otras formas de tabúes, lo relaciona con las neurosis obsesivas, y destaca el doble y ambivalente aspecto del carácter de la prohibición del tabú: sagrado y a la vez impuro; deseo de contacto -generalmente inconsciente- y prohibición de éste. Freud describe las semejanzas (Tótem y tabú, cap. II) entre las neurosis obsesivas y el tabú:
a) su imposición surge como fruto de una necesidad interna;
b) inexistencia de motivaciones en las prohibiciones;
c) su asociación con ritos, mandamientos y conductas ceremoniales;
d) características de desplazamiento en los objetos prohibidos.
Lévi-Strauss señala que las dicotomías que estructuran el tabú son semejantes a las que dirigen el pensamiento salvaje y el pensamiento mítico. (En el caso del totemismo, Lévi-Strauss se opone a Freud ya que considera que en el totemismo subyace una cierta lógica y no, como pensaba Freud, una estructura neurótica).
En cualquier caso es preciso distinguir:
1) el significado originario en su contexto polinesio,
2) el uso genérico del término como sinónimo de prohibición y
3) la generalización del término para designar prohibiciones más o menos análogas a las observadas en la Polinesia aplicadas a otras culturas.