(del griego σύστημα, sýstema, compuesto de partes, derivado de syn, con, e ístemi, establecer: conjunto)
En general, conjunto de elementos en interacción (ver texto). La interrelación o interacción de los elementos hace que éstos se organicen en un sistema o puedan ser considerados partes de un sistema; la interrelación supone también interdependencia. Un sistema es una forma de «totalidad», sin ser estrictamente un todo, o de «organización», sin ser necesariamente un organismo. Según el tipo de elementos, de interacción y de totalidad resultante pueden distinguirse muchas clases de sistemas: un organismo o una máquina, los cristales, un termostato, el sol y sus planetas, el tendido de vías férreas de un país y la red hidroeléctrica, el lenguaje humano, el lenguaje formal, una teoría científica, una población, una cultura, la enseñanza y hasta la misma sociedad y sus valores son, o pueden considerarse como, diversos sistemas que comparten determinados isomorfismos, que los hacen aptos para ser estudiados por una teoría general de los sistemas. Si las relaciones entre los componentes son estables, el sistema es denominado estático; si cambian con el tiempo, dinámico. Un sistema puede ser abierto o cerrado: sistema abierto es el que, además de mantener partes interrelacionadas, se relaciona también con el medio ambiente, una de sus principales características es que supone procesos irreversibles: los organismos vivos son, según esto, sistemas abiertos (ver texto ).
En la teoría del conocimiento tradicional, de Descartes a Hegel, se afirma que el saber, o la ciencia, tiende a consumarse como sistema. Así, Descartes y Spinoza desarrollan un sistema filosófico basado en la noción de sustancia, y Kant cree que la razón humana es «arquitectónica» y «sistemática» por naturaleza: tiende a buscar la cohesión de todo cuanto conoce como si todo formara parte de un mismo sistema(ver cita).Para Hegel, la verdad sólo existe como sistema (ver cita). Tras una reacción generalizada de críticas contra el espíritu de sistema de Hegel, entre las que destacan las de Kierkegaard y Nietzsche, parece que ya no puede hablarse, en principio, de pretensiones sistemáticas para la filosofía.