(del latín prudentia)
Término con el que, siguiendo la tradición escolástica, se traduce la palabra griega φρόνησις (frónesis) que designa una forma de sabiduría práctica u orientada a la acción: un saber decidir y deliberar.
En su famoso mito del auriga, Platón considera la φρόνησις (frónesis) como la virtud propia del alma racional, mientras que la virtud propia del alma irascible es la fortaleza, y la del alma concupiscible es la templanza. Cuando estas tres partes del alma y sus tres virtudes (ἀρηταί) están en perfecta armonía, surge una cuarta virtud: la justicia. Pero, en cuanto que virtud (ἀρητή, areté) del alma racional, la φρόνησις es sinónimo de sabiduría (σοφία, sofía), en el sentido de un saber organizar y dirigir racionalmente la acción, debido a que posee el conocimiento (ἐπιστήμη, episteme) de las ideas inmutables (en oposición a la δόξα u opinión, que es el conocimiento de las cosas cambiantes y mutables). Por otra parte, al igual que la justicia surge en el alma a partir de la armonía de las otras virtudes, también una sociedad devendrá justa cuando sus elementos constituyentes estén también en armonía, y esté dirigida por la racionalidad, no por la fuerza, ni por la lujuria, el deseo o las pasiones (de riqueza, de poder, u otras). Así, la ciudad justa será aquella en la que sus artesanos-productores estén regidos por la templanza, esté custodiada por los guardianes, regidos por la fortaleza, y dirigida por los reyes-filósofos, poseedores de la σοφία y de la φρόνησις. La prudencia, que surge de la sabiduría, es la propia del juicio ponderado que se aplica a todas las actividades humanas.
Esta doctrina platónica pasará al cristianismo con el nombre de la cuatro virtudes cardinales: prudencia, justicia, fortaleza y templanza.
Aristóteles, por su parte, consideraba la prudencia como la capacidad de juzgar con discernimiento, y como la disposición práctica o habilidad del hombre virtuoso que es capaz de disponer los medios necesarios y adecuados para realizar el bien, ya que es capaz de una adecuada deliberación (εὐβουλία εὐβουλία, eubulía) para alcanzar la felicidad o εὺδαιμονια. La califica de disposición práctica ya que está orientada a la acción, no a la producción ni al conocimiento. La φρόνησις, cuya misión es la de emitir juicios sobre la clase de acciones que conviene llevar a cabo, el tipo de medios adecuados para un fin o el modo de obrar que llama «término medio» razonable entre dos extremos. Mientras que el discernimiento entre el bien y el mal en general es competencia del saber, la prudencia es la disposición práctica que permite el discernimiento entre un bien concreto y un mal concreto en la acción humana (ver cita). En su clasificación de los distintos saberes, Aristóteles subordina el saber productivo (ποίησις ποίησις, póiesis) al saber practico (πρᾶξις, praxis) mientras que la φρόνησις (prudencia o sabiduría práctica) estará subordinada a la episteme, ya que quien realmente sabe, sabe escoger y discernir, aunque ello no sea en general posible para el hombre.
Para los estoicos la prudencia es el conocimiento de las cosas que hay que hacer y de las que hay que evitar. Dicha concepción es la que ha prevalecido y la que se mantiene en el significado habitual de este término. De esta manera Kant, en la Fundamentación de la metafísica de las costumbres, utiliza este término en este sentido, y la considera como una habilidad en la adecuada elección de medios para conseguir la felicidad.