Según Aristóteles la virtud moral es el justo medio entre dos extremos. Por ejemplo, la valentía es el justo medio entre la cobardía y la temeridad. Ambos extremos son defectuosos y el equilibrio es la condición de la virtuosidad. Dicha tesis se apoya en su concepción de la virtud, a la que concibe como un hábito que se ha de adquirir voluntariamente a partir de una previa potencialidad, y ha de desarrollarse mediante el aprendizaje (por tanto puede enseñarse), en el caso de las virtudes intelectuales o noéticas, y por la repetición de actos buenos, en el caso de las virtudes éticas. La teoría del justo medio supone la prudencia (ver también eunomía) como guía de la acción moral ya que, puesto que la ética no es una ciencia exacta, solamente la recta razón gobernada por la prudencia garantiza el encuentro de la mesura. Debe tenerse en cuenta que este punto medio entre dos extremos no es equivalente a una defensa de la mediocridad, sino expresión de las directrices racionales, que han de mediar entre los impulsos irracionales, y es expresión del ideal de medida de la cultura griega opuesta a la hybris (ver texto ).
Esta tesis la desarrolla especialmente en su Ética a Nicómaco, obra en la que va más allá del intelectualismo moral socrático: no es suficiente el saber para obrar justamente.