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Movimiento religioso mistérico de la antigua Grecia. El origen de el cuerpo doctrinal de estas creencias se remonta al siglo VII u VIII a.C., y su fundación se atribuyó al mítico poeta y músico tracio Orfeo (hijo de la musa Calíope), que en sus himnos (himnos órficos) narra el núcleo mítico de la creencia. No obstante, las versiones que actualmente se conocen de dichos himnos, que junto con Las argonáuticas forman el núcleo principal de dicha creencia, datan del período helenístico. Como fenómeno religioso, se trataba de una renovación de la religión ligada al culto de Dionisos que buscaba la purificación o χαθάρσις (catarsis) a través de rituales de tipo místico y ascético, en lugar de las de tipo orgiástico habitualmente ligadas a los cultos dionisíacos.

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El núcleo doctrinal del orfismo era una reinterpretación del mito de Dionisos-Zagreo. Según este mito narrado poéticamente por los órficos, Dionisos -hijo del dios supremo Zeus y de Perséfone-, fue descuartizado y devorado por los Titanes, potencias malvadas envidiosas de Zeus. En este sangriento festín dejaron solamente el corazón del pequeño Dionisos, que fue entregado a Zeus por Palas Atenea. Zeus, para vengar la muerte de su hijo, después de ingerir el corazón de éste y provocar así su resurrección, castigó a los Titanes fulminándolos con su rayo divino y reduciéndolos a cenizas. De estas cenizas surgió la especie humana que, de esta manera, presenta una naturaleza dual: por una parte el cuerpo, descendiente de las cenizas correspondientes a los Titanes; por otra, el alma, derivada de la parte de las cenizas correspondiente al cuerpo devorado de Dionisos. Al igual que el cuerpo de Dionisos quedó prisionero en el seno del cuerpo de los Titanes, el alma humana -que procede de Dionisos- es prisionera del cuerpo, cuyo origen son las cenizas de la parte correspondiente a los Titanes. Puede verse que, desde el punto de su estructura, este mito comparte muchas características comunes con otras narraciones mistéricas. En muchas de ellas se trata de un dios padre y un dios hijo; la pasión, muerte y posterior resurrección de éste, que sirve de modelo y esperanza para una humanidad dual (cuerpo malo y orientado a lo material, y alma de origen divino prisionera del cuerpo) que ha de entender la vida como preparación para otra vida más alta. También el rito fundamental que se impuso entre los órficos consistía en una comida ritual, en la que se rememoraba la pasión y muerte de Dionisio, es decir, una comunión en la que se ingiere sustancia divina, como es común en otros ritos mistéricos.

Mediante este mito se quería ilustrar la creencia en una resurrección y reencarnación mediante un proceso de transmigración de las almas o metempsícosis; por otra parte, la creencia en el dualismo entre un alma prisionera y un cuerpo-prisión, engendraba la necesidad de rituales de purificación para los humanos ya que, estando su alma prisionera del cuerpo, debían adoptar normas de conducta orientadas a que el alma pudiese finalmente desligarse del cuerpo en el que están prisioneras, lo que recalcaba el carácter inmortal del alma, y la necesidad de huir del orden de vida mundano habitual.

En el aspecto cosmológico el orfismo concibe alegóricamente el origen del universo a partir de la escisión en dos mitades de un huevo primigenio, que originan el cielo (lo inmortal) y la tierra (lo mortal). De dicho huevo surge tambié Eros, cuya misión es la de reunir lo escindido mediante la atracción que debe vincular lo inmortal y lo mortal, así como la de engendrar los dioses inmortales.

__Pitágoras__

Además de su carácter estrictamente religioso, esta doctrina ejerció una notable influencia en la filosofía, especialmente en Pitágoras y los pitagóricos (a veces llamados órfico-pitagóricos). Pero también influenció el pensamiento de Heráclito, (al parecer algunos de los fragmentos que se conservan de este autor, el 62 y el 94, por ejemplo, son plenamente órficos), y el de Empédocles. A través del pitagorismo influyó también en Platón, especialmente en su concepción del alma. De hecho, incluso el famoso mito de la caverna platónico (que narra la situación de unos prisioneros en el seno de una cueva profunda, y la liberación y posterior ascensión de uno de ellos desde su interior hasta el exterior), puede entenderse como una ilustración del proceso de purificación: el prisionero representaría el alma adormecida en el seno del cuerpo-caverna-prisión, y su ascensión hacia la verdadera realidad, ilustraría el camino del conocimiento y de las purificación. También influyó en los estoicos y, a partir de ellos, en muchos aspectos de la tradición filosófica griega y en el cristianismo.


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