Filósofo estoico y escritor latino. Nació en Córdoba, aunque vivió en Roma en las cortes imperiales de Calígula y Claudio. Fue preceptor y, más tarde, consejero de Nerón, quien le obligó a suicidarse al acusarle de haber conspirado en su contra. En Roma tuvo como maestros al neopitagórico Sotión y a los estoicos Átalo y Papirio.
Es uno de los representantes de la corriente del estoicismo tardío de la época imperial romana, aunque en su filosofía hay un fuerte componente neopitagórico, neoplatónico y religioso. No obstante, y a pesar de la ausencia de auténtica novedad en los planteamientos teóricos, la obra de Séneca es reconocida como una de las más representativas de la ética estoica. Pero, como en toda la ética estoica, su fundamento se halla en las concepciones físicas que, a la vez, son de tipo teológico: el cosmos es una gran unidad penetrada por el pneuma divino que le otorga unidad, de manera que todos los seres formamos un gran cuerpo. De ahí deriva la necesidad de pleno respeto a todos los seres vivos. Por otra parte, la física es concebida como la fuente de conocimiento capaz de eliminar los temores irracionales que dominan al hombre, ya que la causa de éstos es la ignorancia que la física combate.
Concibe la filosofía como un consuelo y como un medio para alcanzar la plenitud del bien vivir, es decir, como aspiración a la felicidad, caracterizada por la paz, la consecución de la virtud y la tranquilidad del espíritu. En este sentido sigue las directrices fundamentales del ideal del sabio propias del estoicismo, como la necesidad de conseguir la apatía, la resignación ante el devenir marcado por el destino y la providencia, el autodominio y la búsqueda de la verdad en uno mismo.
Tres de las características más específicas del pensamiento de Séneca son:
- el hecho de destacar la voluntad como facultad bien diferenciada del entendimiento;
- la insistencia en el carácter consustancialmente pecador del hombre y
- su firme oposición a la esclavitud y su afirmación de la plena igualdad de todos los hombres: la única nobleza es la que procede del espíritu y que puede forjarse cada hombre.
Así, la filosofía es entendida como una actividad eminentemente práctico-moral más que especulativa. De esta manera, para Séneca, las discrepancias teóricas pasan a segundo plano, ya que lo fundamental es la consecución de la consolación ante los males de la existencia.
El hecho de que Séneca desarrollase el estoicismo en una dirección religiosa no panteísta, que acentuaba la espiritualidad de Dios, que insistía en la necesidad de la clemencia, así como su afirmación según la cual todos los hombres son hermanos ya que proceden de un origen común, creó la leyenda de un Séneca cristiano, e incluso se llegó a hablar de una hipotética correspondencia entre él y san Pablo, que se ha demostrado realmente inexistente, aunque todavía la mencionaba san Agustín. Pero la orientación de Séneca no va en el sentido de considerar la comunión celestial de los fieles, sino que la unidad de los hombres que él propugna es fundamentalmente terrenal. Por ello, concibe la ética estoica desde la perspectiva de la necesidad de participar activamente en la vida social y política.
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