Es el mismo principio de verificabilidad, propuesto por el neopositivismo no sólo como criterio del carácter científico de un enunciado, sino también como criterio de demarcación entre enunciados con significado y enunciados sin significado, y, en general, entre lo que es ciencia y lo que no lo es. Los únicos enunciados científicos y significativos son o enunciados analíticos, propios de las ciencias formales, como la matemática y la lógica, o los enunciados sintéticos, o empíricos, propios de las ciencias fácticas. Sólo estos últimos se refieren a la experiencia y pueden compararse con los hechos, siendo los únicos susceptibles de contrastación. La experiencia (el experimento o la observación) los confirma o desconfirma.
Ese criterio, igual que su homónimo, el principio de verificabilidad, ha ido variando su formulación con el tiempo. Autores que sostenían la necesidad de un criterio estricto o de una verificación completa han pasado -por la imposibilidad de sostener la verificación estricta de enunciados universales, como son las hipótesis y las teorías científicas- a defender, no la verificación, sino sólo la confirmación de las hipótesis científicas mediante la comprobación de predicciones que se cumplen.
Una teoría científica, o un enunciado con sentido, según este último criterio empirista, no puede estrictamente verificarse, pero sí ser de algún modo confirmado por la experiencia.