(Marie-François-Pierre Gonthier de Biran)
Filósofo francés. Nació en Bergerac y escogió la carrera militar, pero los acontecimientos políticos y la disolución de su compañía militar en 1791 le hicieron abandonar las armas. Posteriormente, fue nombrado administrador del departamento de la Dordoña y miembro del Consejo de los Quinientos. Residió en París hasta 1798, año en que abandonó la actividad política y volvió a Dordoña. A partir de 1803 reanudó la actividad política que compaginó con la filosofía. Combatió el materialismo y fue el iniciador de la corriente espiritualista, voluntarista y personalista francesa. Ejerció una gran influencia sobre Víctor Cousin y los defensores del moderno eclecticismo. También se manifiesta su influencia en algunos aspectos del pensamiento de Bergson.
Su análisis, parte de la introspección, y de la noción de esfuerzo, a partir de las cuales muestra la irreductibilidad de las impresiones internas a las externas. De ahí surgen dos conclusiones: en primer lugar, la afirmación de que el yo o la conciencia, como sustancia independiente, sólo existe cuando se distingue del objeto y se aprehende en la experiencia íntima del esfuerzo, opuesto a la resistencia que opone el objeto externo. En segundo lugar, la imposibilidad de derivar la percepción de la sensación, ya que ésta está constituida por simples impresiones pasivas procedentes del exterior, mientras que la percepción procede de la actividad interna. Esta irreductibilidad característica del espiritualismo la usa para criticar toda forma de sensualismo, como el de Condillac, al que reprochaba su incapacidad para explicar la naturaleza de la conciencia. De esta manera, establece un cogito existencial que rechaza el cogito cartesiano como excesivamente abstracto.
El carácter de actividad del yo que revela la introspección muestra el aspecto dinámico de la conciencia que se expresa a través de la primacía de la voluntad, lo cual permite afirmar la libertad humana opuesta al determinismo que atenaza a la naturaleza. Dicho conocimiento de la libertad aparece como un dato inmediato y como condición de toda percepción pasiva, ya que dicha pasividad solamente puede ser posible si previamente se ha dado un carácter de actividad. Siguiendo este planteamiento, elabora una antropología filosófica de un marcado dualismo entre el cuerpo y el espíritu. Distingue tres partes constitutivas del hombre: la vida animal, regida por la sensación; la vida humana, regida por la voluntad y el esfuerzo y la vida del espíritu, que culmina en la mística. De la tensión entre la actividad de la conciencia y el esfuerzo, no sólo se desprende la libertad como dato inmediato, sino que también de ahí surge la noción de causalidad. La oposición que el cuerpo opone al yo engendra la noción de extensión y las de las propiedades generales de los cuerpos, y la idea de sustancia surge a partir de la permanencia del propio yo a través de sus estados cambiantes de conciencia.
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